El ovetense que participa en la misión de la NASA: «Para ir a Marte hay que conseguir reciclar la orina en agua potable»
La Voz de Oviedo
El ingeniero industrial Arturo Fernández explica en qué consiste Artemis I y cuenta los beneficios que reportará a la humanidad
27 Nov 2022. Actualizado a las 10:39 h.
El ser humano ya ha dado un paso más en la exploración espacial con el lanzamiento de la misión Artemis I. Un proyecto con el que la NASA (National Aeronautics and Space Administration) pretende volver a poner un pie en la Luna, establecerse de forma permanente en la superficie del satélite de la Tierra y avanzar en los estudios para que en un futuro no muy lejano llegue una tripulación a Marte. Para ello, la agencia norteamericana cuenta con un multidiscplinar equipo del que forma parte el ingeniero industrial asturiano Arturo Fernández (Oviedo, 1972) de la Agencia Espacial Europea (ESA). El ovetense se encuentra en Houston monitorizando el sistema de potencia para garantizar el correcto funcionamiento de la nave Orión a lo largo de toda la expedición. Desde la famosa sala de control explica cómo se gestó todo, cuál es el objetivo último de esta misión y los beneficios que reportará para la humanidad.
-Después de acumular demoras, el despegue de Artemis I ha sido una realidad, haciendo que el miércoles 16 de noviembre sea ya un día histórico, ¿qué sintió en ese momento? ¿Tuvo la oportunidad de apreciarlo in situ?
-El lanzamiento se hace desde Cabo Cañaveral en Florida, pero la sala de control de la misión está en Houston. Yo estaba en la sala de control con lo que desafortunadamente, no pude ver el lanzamiento in situ. Lo estaba viviendo en directo porque estaba en la sala de control monitorizando la telemetría con lo que estaba participando de forma activa en el lanzamiento. Esos momentos son de bastante tensión. Todo ocurre muy rápido. El jefe de control de misión va preguntando a todos los sistemas si están listos para lanzar a una velocidad increíble. Uno detrás de otro van contestando afirmativamente y cuando te das cuenta, estamos en la cuenta atrás, en los últimos 10 segundos. De ahí hasta el despliegue de los paneles solares pasan unos 18 minutos y en todo ese tiempo, el menor fallo puede arruinarlo todo. Así que todo el equipo está muy concentrado. Una vez que los paneles solares se despliegan con éxito, Orion ya tiene energía para poder hacer más chequeos y entrar en un modo de funcionamiento más seguro. A partir de ahí, todo va un poco más tranquilo.
-¿En qué consiste exactamente esta misión Artemis I?
-Artemis I es el primer vuelo del cohete SLS y la nave Orion. Es un vuelo de prueba para comprobar que todos los sistemas, que son muy complejos, funcionan correctamente. Se trata de detectar problemas o fallos que no hayan sido vistos antes. En el fondo, el objetivo de Artemis I es poner todos los sistemas bajo presión y ver cómo responden. Todo esto es necesario para poder llevar astronautas a bordo con una cierta tranquilidad en la siguiente misión Artemis II. Artemis I va a llegar a la Luna y a entrar en una órbita alrededor de nuestro satélite que va a llevar a Orion más lejos de la Tierra que ninguna otra nave tripulada en la historia. De nuevo el objetivo es probar todos los sistemas desde el espacio profundo, lo más lejos posible, para ver que todo funciona bien en esas condiciones.
-Desde el año 2007 trabaja en la Agencia Espacial Europea como ingeniero de conversión de potencia, pero ¿cuál es su labor en esta misión de la agencia espacial estadounidense?
-La nave Orion es una colaboración entre la ESA y la NASA. Nosotros hemos construido el módulo de servicio (ESM) y la NASA es la encargada del módulo de mando (CM). El módulo de servicio europeo es el encargado de proporcionar energía, control térmico, propulsión, agua y aire al módulo de mando. Mi trabajo en esta misión es supervisar el sistema de potencia, el que genera energía, la transforma y la distribuye a todos los equipos electrónicos de la nave. A lo largo de los últimos 10 años he seguido el desarrollo de todo el sistema, dando especificaciones de diseño y supervisando que el desarrollo se haga correctamente. Desde el día del lanzamiento estoy destacado en Houston siguiendo el vuelo desde la sala de control y supervisando el funcionamiento.
-¿Cómo fue todo el proceso de desarrollo de la misión? En todo ese tiempo tuvieron que hacer frente a varios contratiempos.
-En más de 10 años de desarrollo da tiempo para tener muchos problemas de muchos tipos. Este es un proyecto muy complejo en el que hay que coordinar a muchas personas y muchas empresas trabajando desde países distintos. Sólo desde el punto de vista logístico ya es complicado. Desde el punto de vista técnico, el principal problema es asegurar que cuando montas todo el sistema, con componentes que vienen de toda Europa, funciona como se espera. Por supuesto hay fallos y aparecen problemas y se tienen que subsanar de la forma más eficiente posible. En la parte final, hubo que suspender el lanzamiento dos veces debido fundamentalmente a fugas de hidrógeno en el lanzador. Hubo que revisar algunas válvulas y el procedimiento de carga de combustible para poder arreglar el problema. Y para colmo, tuvimos que hacer frente a un huracán y a una tormenta tropical.
-También durante su viaje a la Luna, la nave Orion registró varias anomalías. ¿Cómo solucionaron los problemas?
-Si, según se van usando todos los sistemas en diferentes configuraciones se van detectando fallos, que de momento no han sido graves. Hasta el momento se han detectado 13 anomalías que en general tienen que ver con entender cuáles son las capacidades reales de la nave.
-Entre los fallos registrados, ¿cuál ha sido el más grave?
-De momento el más grave ha sido en el sistema de navegación. Uno de los aparatos de este sistema observa el espacio e identifica de forma automática una serie de estrellas. Esto le permite orientarse en el espacio de forma autónoma. Es una versión moderna del clásico sistema que utilizaban los marinos para orientarse en medio del mar mirando las estrellas y utilizando un sextante. El problema que estamos teniendo es que los propulsores, que emiten mucha luz cuando están en funcionamiento, ciegan algunos de estos sistemas de navegación.
-¿Qué supondrá está misión para la historia de la humanidad?
-La última misión que visitó la luna con una nave tripulada fue Apolo 17, en diciembre de 1972. Después de 50 años de parón, Artemis I retoma ese programa de exploración espacial permitiendo a los humanos expandir las fronteras más allá de la Tierra. En el caso de Artemis, va a llevar a la primera mujer a la superficie de la luna y también a una persona de raza negra. Seguramente también a astronautas europeos. En el fondo tiene una carga simbólica bastante fuerte ya que manda un mensaje inclusivo en términos de género, raza y nacionalidad. Ya no es sólo EE.UU. conquistando la Luna, es una cooperación abierta a más países.
-¿Por qué si el ser humano ya llegó a la Luna es tan importante regresar?
-Seguramente, el hecho de que el hombre llegase a la Luna en 1969 es una anomalía histórica debida a las tensiones de la Guerra Fría y al contexto histórico y económico del momento. El programa Apolo supuso un esfuerzo económico de tal magnitud y con tantos miles de personas trabajando en él, que no era sostenible en absoluto. Se consiguió llegar a la Luna con unos conocimientos muy básicos y con la tecnología de aquella época, que imponía muchas limitaciones y que era muy cara, en el sentido de que se tuvo que desarrollar desde cero para esa misión.
Es lógico que el programa se parase y que hayamos estado estos 50 años sin repetirlo. Más que una repetición, es una continuación del programa de exploración, retomándolo más o menos donde lo dejamos, pero con muchos años más de experiencia y una tecnología que en muchos aspectos ha cambiado radicalmente. Aunque por fuera Artemis y Apolo puedan parecer similares, por dentro no tienen nada que ver. Los componentes electrónicos son completamente distintos, la potencia de los ordenadores, la precisión de los equipos, etc. Realmente es casi como empezar de nuevo en muchos aspectos.
-¿Por qué ya no se envían personas a la Luna si tecnológicamente estamos más avanzados que hace 50 años?
-Ahora el panorama económico es completamente distinto y también el nivel de inversión que los diferentes países se pueden permitir. Hoy sería impensable dedicar a esta misión un porcentaje del PIB similar al de la época. Sin embargo, estos 50 años han permitido mejorar nuestro conocimiento del espacio, desarrollar mucha tecnología y abaratar significativamente los costes. Ahora podemos desarrollar Artemis en unos 12 años más o menos dedicando una fracción del presupuesto de la ESA y de la NASA. En la época del Apolo, toda la NASA estaba volcada en el programa mientras que ahora, hay multitud de proyectos en marcha a la vez que Artemis, igual que en la ESA. Hemos puesto la tecnología, la voluntad política, el momento económico y el punto de la carrera espacial en el que estamos en el sitio adecuado para abordar esta misión y volver a la Luna. Se necesitan poner todos estos factores de acuerdo para hacer una misión como esta. En los últimos 50 años, esto no había sido posible.
-¿Qué vendrá después de Artemis I?
-El siguiente paso es Artemis II, en el 2024. Esta misión es similar a Artemis I pero con astronautas a bordo que va a terminar de validar todos los sistemas para abordar con seguridad las siguientes misiones. Artemis III, en 2025 o 2026 va a ser la misión con la que volveremos a pisar la Luna. En este caso va a ser una estancia corta, como en el caso de Apolo. A partir de ahí, todo empieza a ser distinto. Varios Artemis se van a usar para construir Gateway, que es una Estación Espacial orbitando la Luna. Esto va a ser la base de operaciones para hacer cosas mucho más complicadas. Gateway va a ser una especie de puerto espacial para subir y bajar de la Luna. Esta misión también es una colaboración entre la ESA y la NASA, y varios de los módulos están ya en proceso de desarrollo.
El siguiente gran paso es construir una base de larga estancia en la Luna. Esto supone una gran cantidad de retos tecnológicos y vamos a tener que desarrollar una cantidad enorme de cosas para hacer este proyecto viable y seguro para los astronautas. Desde el sistema para bajar material a la Luna, hasta fuentes de energía capaces de funcionar durante la larga noche lunar de 14 días, sistemas térmicos, sistemas de construcción, etc.
-¿Cree que realmente se llegará a Marte?
-Si, sin duda. Artemis y los siguientes pasos que he explicado antes son la primera parte del camino para poder ir a Marte. El nivel de complejidad de una misión así es muchísimo mayor que la de la Luna. Marte está mucho más lejos, lo cual da lugar a muchos problemas logísticos. Además, hace falta llevar mucha cantidad de comida, agua y aire y ser capaces de reciclar todo ello con un nivel de eficiencia altísimo. El viaje de ida y vuelta a Marte sería de unos tres años por lo que los niveles de radiación a los que se van a exponer los astronautas son mucho mayores. El plano psicológico de estar confinados en una situación estresante, viajando por el espacio, durante tanto tiempo tampoco es obvia. Finalmente, el descenso seguro a Marte de una cápsula con humanos dentro es realmente complejo y el posterior despegue desde la superficie para llegar a la nave nodriza todavía más.
A pesar de la complejidad de todo esto, hay multitud de proyectos de I+D en marcha para ir solucionando los problemas uno por uno. Personalmente, no creo que lo podamos hacer antes del fin de los años 30 o principios de los 40, pero esto depende de cómo avancemos en los diferentes frentes tecnológicos que tenemos abiertos. Además esperamos que la situación económica mundial lo permita puesto que un proyecto así tendrá un coste muy superior a todo lo que hemos visto hasta ahora.
-¿Qué beneficios reportará a la humanidad pisar el planeta rojo?
-Yo creo que va a traer beneficios en dos frentes distintos: por un lado, la cantidad de tecnología que vamos a tener que desarrollar para conseguirlo va a traer beneficios en avances tecnológicos de muchos tipos. Algunos de ellos pueden tener una influencia importante en nuestra vida terrestre. Por ejemplo, tenemos claro que para ir a Marte tenemos que conseguir reciclar la orina en agua potable hasta niveles del orden del 98% o 99%. De esta manera, se minimiza la cantidad de agua que tiene que llevar la nave y por tanto el peso, que es crucial para hacer la misión viable. Hay que tener en cuenta que se trata de agua para cuatro astronautas durante unos tres años. Si no se reciclase en absoluto, estamos hablando de casi nueve toneladas de agua. Es inviable llevar ese peso a Marte. Si conseguimos reciclar el 99% de la orina en agua que se pueda beber de nuevo, la cantidad de agua a llevar pasa a ser una fracción de esas nueve toneladas. El desarrollo de esta tecnología sería muy beneficioso para lugares donde haya mucha escasez de agua por ejemplo.
Por otra parte, desde el punto de vista científico, es importante entender por qué Marte perdió toda su agua y seguramente su atmósfera. De ahí podemos aprender muchas cosas y si fuese el caso, quizá evitar que ocurriese lo mismo en la Tierra. Por supuesto, también, averiguar si en algún momento hubo vida en Marte. Tener humanos sobre el terreno va a multiplicar la cantidad de ciencia que se puede hacer. Los humanos somos mucho más rápidos que los robots tomando decisiones sobre la marcha debido a nuestra intuición y nuestra consciencia del entorno que nos rodea. Los robots en Marte operan de forma muy lenta debido a todas las precauciones que es necesario tomar al hacer todas las operaciones de forma remota desde la Tierra.
-Hay quienes dicen que ya tenemos suficientes problemas en la tierra, ¿por qué es tan importante investigar con el espacio?
-La necesidad de explorar es una característica inherente al ser humano. Esa es la razón por la que los homo sapiens salieron de África y llegaron a todos los rincones del planeta. O la razón por la que cruzamos los océanos en los siglos XV y XVI sin saber lo que nos íbamos a encontrar al otro lado o si íbamos a volver con vida de esas expediciones. El espacio es una de las pocas fronteras que nos queda por conquistar y siempre va a haber gente que sienta la necesidad de dar el siguiente paso e ir más allá de donde se haya llegado en un momento dado. Yo creo que esto es una parte más de la ciencia y merece la pena invertir en ella al igual que en todas las demás. En todas las disciplinas científicas ocurre lo mismo, uno nunca sabe con certeza lo que va a descubrir. Y así hemos ido avanzando poco a poco en nuestro conocimiento del mundo. No tiene sentido dejar de investigar en ninguna disciplina puesto que todas juntas contribuyen a nuestro avance.
-Para finalizar, ¿cómo está viviendo toda esta experiencia?
-En todos estos años de desarrollo de la nave Orion hasta el día del lanzamiento daba la impresión de ser un proyecto más. El día a día era similar a cualquier otro proyecto, excepto cuando se discutían cuestiones relativas a la supervivencia de los astronautas, claro. Pero ahora después del lanzamiento y viviendo en directo la misión, las operaciones, viendo todas las imágenes que la nave nos envía, esto toma otra dimensión. Es realmente increíble estar viviendo esto con todo el equipo europeo y americano trabajando juntos. Es una experiencia única y muy emocionante.
-¿Qué planes de futuro tiene?
-No tengo ningún plan concreto. Estoy deseando que la misión termine con éxito dentro de tres semanas y poder volver al trabajo diario en Holanda. Seguir trabajando en las siguientes misiones Artemis y seguir desarrollando tecnología, eso sí aprovechando esos nuevos vuelos directos desde Asturias a Amsterdam para poder volver a casa más a menudo.