La Voz de Asturias

El «gemelo» del Teatro Campoamor que ardió en La Habana

Oviedo

G. GUITER
Teatro Campoamor de La Habana, Cuba. Fue erigido en 1915 por la colonia asturcubana sobre otro teatro que databa de 1870. Un incendio lo arrasó en 1918 y finalmente fue derribado

La poderosa sociedad asturcubana erigió en 1914 una sala de estilo muy parecido a la de Oviedo, pero un incendio la destruyó en 1918

26 Jun 2021. Actualizado a las 09:57 h.

A finales del siglo XIX, y mientras Cuba aún era territorio español, una emergente burguesía asturcubana formaba un poderoso lobby. Eran tabaqueros, comerciantes de telas, de ultramarinos… Se habían juntado para fundar el Centro Asturiano de La Habana en el local que ocupaba el Casino Español en el centro de la ciudad, y que compraron para rehabilitar. La otra mitad de la manzana la ocupaba el veterano teatro Albisu, un monstruo con capacidad para 2.500 personas (la mayoría de pie, eso sí), casi el doble del aforo del Campoamor de Oviedo. 

Mientras tanto, a Oviedo llega parte de esa riqueza generada por los indianos, y la capital asturiana se embellece con nuevos edificios, muchos de ellos proyectados por el gran Juan Miguel de la Guardia. Aunque De la Guardia participó en las obras, el Campoamor asturiano, sin embargo, fue ideado por Siro Borrajo Montenegro y José López Salaberry e inaugurado en 1892. (Actualmente tiene casi 1.500 localidades, pero era más pequeño: fue ampliado en 1916 y más tarde reconstruido tras ser destruido durante la revolución de 1934).

Adiós, La Habana

Llega la guerra de Cuba. La isla gana su independencia en 1898, pero la colonia asturiana sigue manteniendo sus estrechos vínculos con la metrópoli al tiempo que impulsa su local social. A su espalda, el teatro Albisu es clausurado en 1814, a continuación demolido y, finalmente, adquirido por la sociedad asturcubana y en su lugar se erige el teatro Campoamor de La Habana.

Según explica Martha Elizabeth Laguna en su trabajo El arquitecto Manuel del Busto y el Palacio del Centro Asturiano de la Habana (Universidad de Salamanca), fue realizado «con fábrica de hormigón armado, proyectada por el arquitecto e ingeniero civil cubano José Ricardo Martínez Prieto». Se terminó en 1915. El inmueble tenía un aire muy cercano a su hermano ovetense, como se puede ver en la imagen: de estilo neoclásico, con altas ventanas y un tímpano tringular. «Estilísticamente era deudor de las soluciones clasicistas que impregnaron numerosas construcciones de este tipo a lo largo de las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX tanto en Europa como en América», señala Laguna.

Las ruinas del Teatro Campoamor de La Habana, Cuba. Fue destruido por un incendio en 1918 y luego derribadoARCHIVO NACIONAL DE CUBA

Fue un lugar de encuentro y referencia de la rica colonia española. Sin embargo, su vida no sería muy larga: el 24 de octubre de 1918 ocurre el desastre. Uno de los comerciales locales acumulaba materiales combustibles que prenden y arrasan tanto con el teatro como con las obras del Centro Asturiano (el arreglo del antiguo Casino Español). En 1925, el Campoamor cubano es derribado y la manzana completa será ocupada por un nuevo y espectacular edificio de la comunidad asturcubana. Aún hoy pervive como museo de Bellas Artes, expropiado por Fidel Castro.

Otro teatro cercano se bautizó también, más tarde, con el nombre de Campoamor, que no debe confundirse con el primero. De este solo queda hoy día el ruinoso esqueleto muy cerca del Capitolio habanero.

Ruinas del segundo Teatro Campoamor de La Habana, Cuba. Este está actualmente en ruinas, mientras que el primero fue derribado en 1925 para levantar el Centro Asturiano

El Libro del Centro Asturiano de la Habana ofrece en su edición de 1925 un acertado y premonitorio epitafio: «El Teatro de Campoamor, meses ha señoril y gallardo, ha sido derribado por implacable piqueta. 4.100 pesos es lo que produjo en subasta cuanto en él se contaba de aprovechable: sillería, lámparas, telones, puertas…, bien poco, en verdad. Sic transit gloria mundi est… Las glorias de este mundo no son (ay!) perdurables… De aquel magnífico coliseo, por cuya escena desfilaron los más eminentes artistas y en cuya sala se daba cita lo más granado de la sociedad habanera, no queda nada. Sólo su recuerdo persistirá durante algún tiempo. Luego, más tarde, en el devanar de los años, ni eso. Si acaso, alguna referencia en los periódicos hablando de la ciudad antigua».

 


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