Graciano García: «Tener dos orquestas sinfónicas da la medida cultural de Oviedo»
Oviedo
09 Sep 2020. Actualizado a las 05:00 h.
Entrevista con Graciano García, periodista y poeta asturiano, y fundador y promotor en 1980 de la Fundación Príncipe de Asturias, hoy Fundación Princesa de Asturias, que otorga los Premios Princesa de Asturias.
-Usted comenzó a trabajar como periodista en Oviedo en 1961 y fundó y dirigió Asturias Semanal en los años finales del franquismo y siguió en la transición. ¿Eran entonces muy visibles las dos Españas para un periodista?
-Las dos Españas existían, pero una más visible que otra porque, salvo excepciones, la de los perdedores vivía más silenciada, porque una dictadura, tras una guerra civil, no tolera discrepancias ideológicas. Y para los díscolos activos como, en especial el PCE, el régimen se defendía mediante poderosas redes policiales especializadas frente a la subversión. Incluso los discrepantes de entre los vencedores, que los hubo, vivieron bajo la larga sombra del control y falta de libertad. Sí, las dos Españas existían, soterradas pero reales, dentro de los estrictos cauces marcados por el sistema. Eso de las dos Españas ya venía de atrás, pero se agravó durante la República, la Revolución del 34, la guerra del 36 y la posguerra. Es un lastre que, desgraciadamente, seguimos arrastrando porque, a pesar de los sacrificios y renuncias de la transición, no parece seamos capaces de superarlo. Ahí está Cataluña…
-¿Cuáles fueron los momentos profesionales más difíciles para usted en aquellos años?
-Creo que ocurrieron durante los años de vida de Asturias Semanal. Sufrimos cuatro secuestros de la publicación porque el aparato de la censura y la policía social veían textos subversivos donde no había más que hábiles juegos de palabras. Desde su nacimiento en 1969, la revista abrió sus páginas al futuro, que no podía ser otro que la democracia, para darles a nuestros hijos y nietos el derecho a participar en la construcción de su vida y los instrumentos necesarios para que esa participación se produjera en libertad. Por eso, cada semana intentábamos ganar espacios para la libertad de la que carecíamos. Recuerdo cuando Juan de Lillo, que era director adjunto, y yo íbamos a declarar ante don Federico Campuzano, que era el juez para los delitos de prensa e imprenta. Era un santo varón, y cada vez que entrábamos en su despacho, nos decía con voz paternal: «¿Pero ya están ustedes otra vez?».
-¿Qué portada recuerda con especial emoción?
-Fueron muchas, porque fueron muchas las ocasiones en las que arriesgábamos algo. La primera, la del número 1, fue especialmente emocionante, porque fue la materialización de muchas ilusiones, proyectos y esperanzas. La habíamos imprimido en Madrid, y cuando nos comunicaron el envío, fuimos a parar a la furgoneta por el camino para tenerla en nuestras manos y sentir la satisfacción de que allí comenzaba la etapa de un nuevo periodismo. Y así fue. Asturias Semanal dio oportunidad a muchas voces del silencio, y mucha gente empezó a tenerla como un referente donde se respiraba una cierta libertad. Tuvimos lectores en muchas regiones de España: Aragón, Cataluña, Galicia, País Vasco, Madrid, y en algunos países hispanos. Y recuerdo que tuvimos un suscriptor en Japón, naturalmente, un asturiano.
-¿Y el más amargo?
-Otro momento inolvidable, por muy duro, ocurrió en vísperas de las primeras elecciones democráticas, en 1977. Ya teníamos el editorial, los textos, las fotos y la portada preparados para llevar a la imprenta, como culminación de un momento emocionante, largamente esperado. Pero Gráficas Summa se negó a imprimir la revista, porque la empresa le debía tres millones de pesetas. Fue una decepción que aún arrastramos los que sobrevivimos. Aquello fue como remar, remar, para morir a la orilla, a las puertas de la participación de los españoles en las primeras elecciones, después de la dictadura. Fue muy duro. Pero ante aquella circunstancia, yo ya tenía en la cabeza la creación de Asturias Diario Regional, un diario para el nuevo tiempo. Pero en aquel intento fallaron demasiadas cosas. Entre otras, como casi siempre, el dinero.
-Fue un momento de la historia muy intenso…
-Además de estas dos portadas, especialmente inolvidables por razones muy diferentes, recuerdo algunas otras, pero no muchas porque pasaron ya 42 años desde el cierre de la revista. Muchas de ellas corrieron velos que hasta entonces muy pocos, aquí nadie, se había atrevido a romper. Como «Las drogas en España», «Stop al abuso en la Enseñanza», «El juez no ratificó la orden de secuestro de Asturias Semanal», que fue lo que ocurrió en los secuestros restantes; «Gran manifestación de la oposición clandestina, disuelta por la policía», en 1976. Otras también fueron novedosas como «La vida en los países del Este», «La salida a Castilla y los intereses económicos regionales», «Langreo se defiende», qué fue la lucha de los langreanos contra el desmantelamiento de su siderurgia, y «De la primavera de Praga al otoño socialista», «Asturianos en Comité Central del PCE», titular con el corrimos algún riesgo, porque aún seguíamos en el franquismo posterior a la muerte del dictador, que fue un momento peligroso… Y otras muchas que no recuerdo ahora, pero que supusieron apertura de algunos pasos de libertad, no sin riesgos, como se ve por los secuestros, que afrontamos porque estábamos comprometidos con progresar un tramo cada día hacia la libertad. Creo que Asturias Semanal acompañó los pasos necesarios hasta las mismas puertas de las primeras elecciones libres. Pero creo que la revista acompañó a Asturias en cada uno de los pasos que dio hacia la libertad.
-¿Qué compañeros de profesión destacaría como maestros?
-Sin duda alguna, Francisco Arias de Velasco, fundador y director de La Nueva España, y Juan Ramón Pérez de las Clotas, redactor jefe de La Voz de Asturias.
-También funda Ediciones Nobel en 1989, orientada al mercado nacional e internacional. En este sentido, es notable el número de periódicos, revistas y editoriales que llegó a tener la capital. ¿Sigue siendo Oviedo una ciudad tan lectora, tan activa culturalmente?
-Oviedo fue siempre una ciudad con grandes inquietudes culturales. Desde aquí Feijoo, Clarín, Pérez de Ayala, etc., ejercieron un magisterio universal. La Revista de Asturias tuvo una gran influencia, no solamente por su talante abierto, sino por la calidad de sus colaboradores. Fueron sus directores Félix Aramburu, después rector de la universidad, y Jenaro Alas, ingeniero militar y hombre de letras, el primero que habló de Darwin en una conferencia que pronunció en el Casino, posteriormente editada. Algunos ejemplares aún sobreviven. Por el teatro de El Fontán pasaron las mejores compañías de España y las temporadas de ópera trajeron a cantantes de prestigio internacional, entre otros a la norteamericana Emma Nevada y al italiano Enrico Tamberlick, a quien el alcalde Longoria Carbajal ofreció una gran fiesta en su finca de Villafría, a la que asistió el todo Oviedo. Ante el mal estado del edificio, los aficionados ovetenses decidieron construir uno nuevo, el Campoamor, inaugurado en 1892. Y como cénit de la actividad cultural de gran base social, están el Grupo de Oviedo y la Extensión Universitaria, un faro de gran alcance que alumbró desde nuestra universidad, con asombro de otras extranjeras que miraron hacia Oviedo con admiración.
-Y otros grandes nombres de la cultura.
-Sí, también pasaron por la ciudad, contratados por la reciente Sociedad Filarmónica, compositores y grandes pianistas de prestigio internacional, como Ravel, Rachmaninoff, Falla, Rubinstein, etc. Y hubo un circo estable en la calle Quintana, donde dio un concierto memorable Pablo Sarasate, a quien la multitud paseó a hombros por la ciudad. La pintura, la literatura, la poesía rayaron a notable altura. Y todo eso se mantuvo en el tiempo, hasta hoy. Creo que da la medida de la altura cultural de Oviedo, que en una ciudad media como es, haya dos orquestas sinfónicas.
-Sin embargo, ¿sobrevivirá el formato en papel? Usted mismo es muy activo en redes sociales…
-Más de dos siglos, y el tacto de papel de los periódicos no va a ser fácil de erradicar. Sobre todo, hasta que pasen las generaciones adictas a ese modo de impresión. Las redes sociales llegarán a ser, tal vez, medios de comunicación eficaces. Pero en muchos casos la falta de rigor, la falsedad y la manipulación les restan credibilidad. Sin embargo, hay cauces serios, como el soporte tecnológico para los periódicos rigurosos, que ofrecen informaciones contrastadas y firmas identificables. Naturalmente, la inmediatez y la facilidad para el acceso a sus páginas harán posible la inversión de las fórmulas, y se impondrán los soportes tecnológicos. Pero no sé si el papel desaparecerá totalmente, aunque sea residual.
-Una de sus facetas es la de poeta en ejercicio. ¿Corren buenos tiempos para la poesía en Oviedo?
-La poesía es una actividad para minorías, pero siempre está viva. Ahora mismo yo estoy en un gran proyecto, con extraordinaria acogida, que es el de hacer de Asturias la capital mundial de la poesía cada 21 de Marzo, en que la ONU convoca a todos a celebrar la gran fiesta de la poesía.
-Su poemario favorito es…
-Si hablo de mí, Una Tierra, Una Patria, Un Alma
-La Fundación Princesa de Asturias, que usted creó e impulsó en 1980 ?como Fundación Príncipe-, está indisolublemente unida a la ciudad. Es una institución consolidada y respetada. ¿Es ahora como usted imaginó hace casi cuarenta años?
-Sí, hay sueños que se cumplen antes o después. Lo dice un hermoso poema: no renuncies a los sueños por ser sueños.