El castillo que Oviedo perdió
Oviedo
La guerra de Independencia se llevó la fortaleza medieval de Oviedo, que había sido levantada en el siglo IX por Alfonso III
07 May 2020. Actualizado a las 05:00 h.
Hace más de 200 años que Oviedo vio caer su castillo-fortaleza, que en su momento fue una sólida edificación de piedra con un torreón y almenas, levantado para proteger la muralla de la ciudad de los invasores. Y estaba exactamente donde hoy se ubica el edificio de Telefónica en una esquina de la plaza Porlier.
Actualmente sería chocante encontrar un castillo en el centro de Oviedo, pero lo cierto es que formó parte de la ciudad durante mil años. Hay constancia de su existencia desde el siglo IX. Según señala Evaristo Martínez-Radío en su estudio Problemas y devenir cotidianos de la cárcel y fortaleza de Oviedo y sus alcaides en tiempos de Felipe V, el rey astur Alfonso III había construido la fortaleza en uno de los ángulos de la muralla de la ciudad de Oviedo, la capital de su reino, en su parte oeste con la función de «defender la Catedral y la propia ciudad de las incursiones normandas».
Constaba de un potente torreón de 14 por 24 metros de lado y una altura de 20 metros (más de 6 pisos en términos actuales), un verdadero hito para la época. A él se adosaba un recinto murado con un patio central y diversas dependencias. Después de utilizarse como baluarte defensivo, durante varios siglos sirvió como cárcel de hombres y al parecer su deterioro fue considerable durante este periodo.
La entrada estaba intramuros, es decir, hacia lo que hoy es la plaza Porlier. Esa puerta daba entrada a un patio donde probablemente había caballerizas y accesos a las habitaciones en el lado este. A continuación había otro patio rectangular y hacia el norte los calabozos. Tenía un paseo de ronda almenada y otro cubierto, donde posteriormente se almacenarían los explosivos que causaron el desastre del siglo XVIII.
El triste final
¿Por qué perdió Oviedo una de sus joyas medievales? El primer contratiempo serio ocurrió en 1716 con el estallido (al parecer fortuito) del polvorín. El segundo selló su destino: la invasión de los franceses y la guerra de independencia lo dejaron en ruinas en 1810. Ya a partir de entonces solo conserva el nombre de Real Castillo y Fortaleza, pues se reconstruye sobre las viejas piedras un nuevo edificio que seguiría funcionando como cárcel, pero ya nada tenía que ver con el anterior.
Hacia 1823 se levanta el nuevo inmueble, pero durará algo más de un siglo: Ya en el siglo XX, Telefónica, que había adquirido el solar, lo derriba y construye en 1929 el inmueble que hoy se puede ver en la esquina de la plaza Porlier con la calle Mendizábal, frente al teatro Filarmónica. Tampoco quedaron restos de la muralla, que recorría lo que hoy es la calle Jovellanos hasta la calle Paraíso, donde aún se levanta el tramo más largo conservado.
A la vista de creciente deterioro de la cárcel-fortaleza, la audiencia, el ayuntamiento y la diputación decididieron a finales del siglo XIX que era necesario construir un nuevo edificio conforme a los últimos progresos penales. Por ello se promulga en mayo de 1887 una ley que autorizaba la venta en subasta pública de edificio y solar, con el fin de sufragar una nueva penintenciaría en otro lugar: la que sería la cárcel modelo, en Ciudad Naranco, hoy dedicada a archivo histórico.