La Voz de Asturias

El nuevo Oviedo rompe las reglas

Oviedo

Raúl Álvarez Oviedo

Una revolución creativa que aúna música, diseño y cultura toma forma en la ciudad. Nuevos locales privados con vocación de centros públicos se extienden por la capital

26 Mar 2018. Actualizado a las 00:33 h.

Hay un tópico que ha muerto y todavía no lo sabe. Sigue circulando, aunque cualquiera que remonte la cuesta de la calle Martínez Vigil, siga su paseo por Paraíso y lo remate en el barrio de Otero puede darse cuenta de que esa idea de Oviedo como un lugar donde la creación perece por asfixia no responde a la realidad. Una nueva generación de músicos, promotores de conciertos, artistas visuales, diseñadores gráficos e industriales, galeristas, escritores y cocineros, han buscado huecos en ese eje y sus alrededores, han recuperado locales en desuso o han dado una nueva orientación a locales que ya existían. El resultado es el surgimiento de un eje del arte y la cultura muy cerca del casco antiguo de la ciudad. Y en el centro de ese centro, porque ha llegado la época en que ninguna revolución es verdadera si se olvida de ellas, se sitúan muchísimas mujeres que protagonizan y ponen nombre a ese cambio.

Ese nuevo Oviedo emergente, atractivo y molón no aparece para encabezar cruzadas contra nada ni contra nadie. Convive con el menú tradicional de la cultura en la ciudad, esa dieta de música clásica, ópera, teatro comercial y premios Princesa de Asturias que durante años lo ha copado todo. «Está cambiando el mundo en general, la estructura de visibilidad de las creaciones. Aunque la presencia de la mujer aún está tapada, oculta y ninguneada, eso va a pegar un giro grande. Oviedo también está cogiendo un color interesante. Tenemos una diversidad amplia y un tejido artístico que crece. La ciudad lo está acogiendo bien porque tenía necesidad de ello», considera Marta Fermín, la fuerza que dirige la galería Decero, de referencia para todos esos artistas de nueva hornada. Para su impulsora es mucho más que una galería convencional. «Se diferencia tanto en la programación como en el trato cercano y la colaboración con la creación. Es un nido de creaciones, un espacio vivo. Así lo quise, porque me dan pena los escaparates vacíos. Hasta ahora, el público ha respondido, a pesar de que el aforo es limitado», señala sobre su labor.

Nuevas alternativas

Cerca de Decero, repartidos por la pendiente de Martínez Vigil, funcionan otras iniciativas que congregan a un público con ganas de descubrir alternativas nuevas en su tiempo de ocio. Por ahí están El Manglar, que se autodefine como un ecosistema cultural, y es muchas cosas a la vez en un solo espacio: centro social y cultural, restaurante de comida sana, bar y lugar acogedor para el arte y la música en directo. Unas puertas más arriba, acaba de cerrar el ya añorado Ca Beleño y por ahí están también la Cervecería Gong (o simplemente El Gong) y La Salvaje, dos de los espacios cuya programación musical y su criterio para escoger los carteles de sus conciertos los ha convertido en una parada obligatoria para aficionados de toda Asturias que quieren estar al día de lo que se hace en el mundillo. Pero para hablar de esos proyectos y entenderlos, conviene, en primer lugar, completar el viaje hasta el barrio de Otero, donde La Lata de Zinc, una asociación activa desde el año 2006, decidió poner en pie un chigre cultural en el 2013.

De una nave vacía y sin aprovechar surgió un centro que, como luego ha hecho El Manglar, combina en su dos pisos las funciones de un centro social y una casa popular de la cultura. Su programación musical, la mejor de la ciudad según una opinión muy extendida, se ha hecho un hueco en las giras de músicos de todo el país y el eco de su nombre no se apaga en las fronteras de Asturias. Al lado está la tienda Discos Humeantes, un templo del vinilo. A Pablo Fernández, impulsor de las dos iniciativas, todo el mundo le llama Pablo Humeante y con ese nombre consigue montar conciertos de éxito en Madrid.

La Lata es una referencia para La Salvaje, pero esta sala también tiene su propio estilo. Dos de los tres socios que comparten el proyecto por la afinidad de sus gustos y sus experiencias anteriores en la hostelería de la noche en la ciudad, David Cuerdo y Alejandro Ramos, representan a ese grupo de gente que, sin ayudas de ningún tipo, se arriesga en primera persona para dar una orientación diferente a la vida urbana. Son veteranos de dos bares ya cerrados, Radio 8 y La Bola de Cristal, de cuya fusión nació una promotora musical, La Radio de Cristal. Si por ellos fuera, se dedicarían en exclusiva a la faceta de sala de conciertos, pero las circunstancias no lo permiten. «Por sí sola, ninguna sala sobrevive treinta días al mes», advierten.

Música en directo

No hay que confundir esa precaución con ninguna clase de pesimismo. En realidad, su sensación es la contraria. A pesar de las restricciones que impone la ley autonómica de espectáculos públicos, que aprieta con una camisa de fuerza de prohibiciones y multas a la música en directo, la escena de Oviedo registra una animación desconocida y a la que nadie encuentra antecedentes. «Fuera de Madrid y Barcelona, no hay ningún lugar en España que esté ahora por encima de Asturias y Galicia. Por La Lata pasan figuras internacionales, tienen un nivel tremendo, y nosotros tenemos muy buenos grupos nacionales», explican los dos socios. La Salvaje y el local de Otero trabajan un segmento de grupos emergentes y conciertos de escala reducida. «Tenemos el aforo ideal. Aquí caben unas 130 o 140 personas y eso solo se nos queda corto dos o tres días al año», añaden. El local sirve de escenario a presentaciones de libros o a cualquier acto que llame la atención de sus gestores, atentos a cuidad la que consideran su «familia cultural».

Un punto a favor de Oviedo como destino musical es la variedad de su sistema de salas. Estilo puede acoger grandes conciertos de éxito garantizado. Sir Laurens ofrece la posibilidad intermedia y La Salvaje y La Lata dan oportunidades a otro tipo de bandas que aún buscan audiencias más amplias. «Quizá en unos años echaremos de menos esta época. Porque en Asturias tenemos dos fenómenos como Nacho Vegas y Jorge Ilegal y hay unos cuarenta o cincuenta grupos de gran nivel», resumen Cuerdo y Ramos, anfitriones de la sesión de fotos que acompañan este texto.

El relevo de Gijón

Llegado ese punto, ¿ha tomado Oviedo el relevo de Gijón como motor de nuevas tendencias en Asturias? Sin despreciar al vecino, hay cierta sensación de que así es. La tiene Marta Fermín y la tienen también en La Salvaje. Y están de acuerdo en que el origen del cambio, además de los ciclos culturales y de la vida en las ciudades, es la necesidad. «Como aquí no había ciertas cosas, lo que hizo clic fue el salir y visitar otros lugares para conocerlas. Ahora queremos hacerlas en casa», opina Cuerdo. «Oviedo posee una capacidad alta de recursos sin explotar. Si la hace aflorar, lo tendrá todo: urbanismo, colecciones artísticas de calidad y proyectos alternativos», añade Marta Fermín. Se da también un cierto factor político. Los relevos en los ayuntamientos de las dos grandes ciudades asturianas han cambiado las prioridades culturales. Lo que más se nota es que Gijón gasta menos en financiar su programación. Oviedo ha florecido en ese vacío.

En la calle Paraíso, casi puerta con puerta, el Local Creativo Paraíso y el espacio compartido de trabajo Diseño o Barbarie comparten una visión del mundo y las mismas inquietudes creativas. El primero es puramente artístico. El segundo se orienta al diseño industrial. Tras la idea anda José Álvarez, que ahora es ingeniero y antes fue animador cultural de la noche de Oviedo. Él, que por razones laborales recorre con frecuencia el área central de Asturias, más que competencia entre ciudades, detecta acumulación de fuerzas. «Lo guapo de este momento en Oviedo es que hay mucha energía. Se hacen cosas y se nota. Pero es que yo nunca lo he visto tan mal como se decía. Siempre ha habido mucho en marcha. Otra cosa es que esas iniciativas hayan tenido poca visibilidad», reflexiona.

Puesto a señalar qué le falta a Oviedo, Álvarez señala un lugar de referencia. Que las antiguas fábricas de armas o de gas sean, a escala, lo que el Matadero es en Madrid, la casa comín de las asociaciones, el ocio y los proyectos creativos. Si en los 90 el Xixón Sound funcionó como etiqueta para poner a una ciudad en el mapa, ahora se busca otro reclamo con gancho.


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