La Voz de Asturias

El paso del tiempo

Opinión

Diego Valiño Redacción
Diego Canga (d), y Álvaro Queipo, durante una reunión del Comité de Alcaldes del PP de Asturias en Oviedo, en una imagen de archivo

17 Jan 2025. Actualizado a las 05:00 h.

Tengo entendido que en Estados Unidos hay empresas que proponen a sus trabajadoras y trabajadores que, cada cierto tiempo, se junten un fin de semana en un lugar agradable con el objetivo de estrechar las relaciones personales y de sacar adelante iniciativas comunes. Algo así parece que intentó hacer el PP el pasado fin de semana en nuestra comunidad autónoma (que tiene innumerables razones para ser un lugar de retiro y/o de concentración, pero tratándose de un partido político, la verdad es que llama la atención que, teniendo el mayor poder territorial que han tenido nunca, hayan elegido un destino donde no gobiernan).

La medida estrella que salió de Colunga tuvo que ver con la política de vivienda que llevarán a cabo, que no guarda muchas diferencias con experiencias anteriores que acabaron en fracaso (tras la llamada «ley del suelo» de 1998 con José María Aznar en La Moncloa, es cierto que el motor de nuestra economía se basó en la construcción, pero se supone que con la experiencia aprendida deberíamos acordarnos de que las burbujas crecen hasta que estallan).

Si obviamos los cambios de opinión con posibles pactos futuros con Junts y PNV (sigo pensando que mientras esté Vox serán imposibles los pactos entre las derechas), quizás la parte más dantesca del evento tuvo que ver cuando nombraron a Carlos Mazón y se llevó la ovación más larga por parte de las y los presentes. Seguramente el paso del tiempo haya ayudado a cerrar filas y a olvidar su nefasta gestión en la dana, aunque quiero pensar que durante los primeros días de la crisis a Alberto Núñez Feijóo se le pasó por la cabeza exigirle a su barón valenciano que asumiera sus responsabilidades políticas. Quiero poner también el acento de que quien permanece en la zona afectada es el Estado (asumiendo su papel de ayudar a toda la población afectada a reconstruir sus vidas) y que, aunque las noticias envejecen muy rápido, considero que Mazón no se puede sentir salvado con tantas vidas rotas en Valencia.

Nos las veíamos muy felices con el acuerdo anunciado el miércoles de alto el fuego entre Israel y Hamás, pero, sin ir más lejos, ayer hubo más de 70 muertos y 200 heridos en Gaza. Crucemos los dedos para que salga bien el fin de las hostilidades, pero si no se endereza la situación, Donald Trump empezará el lunes su tarea como Presidente de Estados Unidos con este asunto sin resolver (Joe Biden le disputa también el mérito del posible final de esta trágica historia). Aunque, con su habitual falta de diplomacia, ha amenazado con graves consecuencias al pueblo palestino si no se acaba el conflicto, no son pocos los ejemplos a lo largo de la historia que confirman que quienes consiguen terminar con una guerra no son precisamente los más pacifistas (siempre recuerdo una frase de uno de los profesores que tuve en la facultad que decía que la paz se alcanza más con los halcones que con las palomas).

Confiemos en que se afronte la terrible situación humanitaria en Gaza y se liberen a todos los rehenes cuanto antes, porque no podemos normalizar con el paso del tiempo un balance tan drástico como el de estos quince meses con 46.000 muertos y prácticamente toda la franja destruida.


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