La Voz de Asturias

La libertad no llegó en un funeral

Opinión

Luis Miguel Fernández Berandón Redacción
Juan Carlos I, sancionando la Constitución en 1978

18 Jan 2025. Actualizado a las 05:00 h.

Tanto al pesar de unos, como a la alegría de otros, acompañó el desasosiego que provoca la incertidumbre. El 20 de noviembre de 1975 los españoles conocieron —por sus televisores y radios primero, por los periódicos después— que Franco había muerto. Basta una superficial lectura del más básico manual de historia contemporánea de España para conocer que la libertad no llegó a nuestro país la jornada en que el anciano dictador dejó este mundo.

Simplificar el proceso de democratización, a través de un relato infantil en el que el Estado de Derecho surge de forma espontánea al morir el tirano, es falsear la historia. Con Franco no murió el régimen establecido por los vencedores de la Guerra Civil. Aunque se debilitara, la estructura, construida durante cuarenta años, fue capaz de soportar la desaparición de su fundador y líder.

La Transición, hoy tan despreciada por algunas organizaciones políticas, es un proceso tan complejo como exitoso. La democracia se instala en España patrocinada por la Corona, siguiendo un plan de reforma ideado y defendido por un grupo de políticos aperturistas del franquismo y con el apoyo, tan paciente como responsable, de la oposición en la clandestinidad, especialmente del PCE.

La aprobación en noviembre de 1976 —pocos días antes del primer aniversario de la muerte de Franco— de la Ley para la Reforma Política fue la responsable de demoler desde el propio órgano legislativo del régimen las estructuras de la dictadura, permitiendo al gobierno convocar elecciones generales. El 15 de junio de 1977 los españoles eligieron democráticamente a sus representantes en el Congreso de los Diputados y en el Senado. Fueron esas Cortes las que aprobaron, el 31 de octubre de 1978, una constitución que definía a España como un «Estado social y democrático de derecho». Los españoles ratificaron la carta magna en referéndum el 6 de diciembre del mismo año.

No. Este flamante año 2025 nuestro país no conmemora 50 años de libertad. Puede resultar complejo, dada la magnitud del cambio, fijar en una sola fecha la llegada de la democracia. Por ello, una vez más, la Transición es la solución. Celebremos, ajenos tanto a idealizaciones como a demonizaciones —guiados por la objetividad histórica—, la obra política a la que debemos nuestras libertades. Hagámoslo, como entonces, desde la unidad y la moderación; conmemorando aquellas jornadas de conquistas democráticas y honrando a cuantos apostaron por la convivencia en una España libre. Si creemos que aquellos que desconocen la historia son incapaces de interpretar con acierto el presente y están llamados a repetir errores del pasado podremos entender las acciones del actual Gobierno de España.


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