Importante remarcar
Opinión

22 Nov 2024. Actualizado a las 05:00 h.
Esta semana estuve de vacaciones por Portugal y, cada vez que tengo la oportunidad de visitarlo, más crece mi sentimiento «iberista». Desde siempre he defendido la unión de nuestro país con la antigua Lusitania, y aunque creo que es poco probable que vaya a producirse a algún día, lo que más lamento de todo es el profundo desconocimiento y la poca atención que le prestamos, en general, a un pueblo tan maravilloso, digno y trabajador (como lo es también el español, por supuesto). Sin duda alguna, lo que más aplaudo son las constantes referencias en las calles al 25 de abril de 1974, algo que al otro lado de la frontera no supimos emular en la autodenominada «ejemplar» Transición y que, a día de hoy, permite que quien anhela ese oscuro pasado lo ensalce (el pasado miércoles, que fue 20 de noviembre, hubo lugares donde se pudo homenajear la figura del dictador Francisco Franco e incluso la de José Antonio Primo de Rivera).
En esta ocasión he visto una cosa que, acorde a lo ocurrido en Valencia, me parece importante remarcar. En Lisboa vi unas señales advirtiendo a los viandantes de los peligros de un posible tsunami (en varias calles de la ciudad hay indicaciones que piden a la población que se refugien en zonas alejadas a la desembocadura del Tajo). La capital lusa tiene, también en su historial, una historia trágica en cuanto a fenómenos naturales que la han devastado (concretamente, un terremoto en 1755). El trayecto que hice desde Oviedo/Uviéu a Portugal fue por Badajoz, que es otra ciudad española que conoce, tristemente, lo que significa el drama de una inundación (tanto por la pérdida de vidas humanas como por daños materiales).
No deberíamos restar importancia a los peligros que nos enfrentamos ante las adversidades de la naturaleza, porque aunque el ser humano haya conseguido adaptar en gran medida el planeta a sus necesidades, hay muchos casos que son impredecibles. Lo que no tiene un pase es que cuando se tiene capacidad de trasladar información y hay medios disponibles para actuar, la gestión sea un desastre. Carlos Mazón sigue en sus trece de no reconocer su responsabilidad, pero aún peor me parece que siga en sus trece (por lo que se ha publicado, la Generalitat ha otorgado varios contratos de emergencia a empresas involucradas en la trama Gürtel).
Es verdad que rara vez tenemos información de un debate en el seno del Parlamento Europeo, pero la que ha intentado montar Alberto Núñez Feijóo para vetar a Teresa Ribera como próxima comisaria ha podido tener su cierto ruido en España, pero es importante remarcar que en el ámbito comunitario se suele criticar asiduamente que asuntos nacionales intercedan en temas de la UE. Soy consciente que Italia y Hungría la gobiernan personas elegidas democráticamente (aunque no me gusten nada), pero hubiera preferido la primera pretensión de Ursula Von der Leyen de no aceptar perfiles de la ultraderecha al mando de diferentes carteras.
Nunca una decisión es totalmente satisfactoria y soy consciente que ante la complejidad europea desde hace muchos años la única manera para no bloquear la puesta en marcha de la legislatura de una nueva Comisión Europea es obligado un acuerdo entre los dos principales grupos (los que engloban al PP y al PSOE) para repartirse las diferentes responsabilidades (e incluso también las presidencias del Parlamento). No tengo muy claro si el peso de tragar con tus líneas rojas desgasta (no acabo de ver los beneficios obtenidos de aceptar que un señor como Jean-Claude Juncker fuera el presidente) o es la única salida posible (a la postre hay que respetar la voluntad de las y los votantes y sumar mayorías con las posibles opciones). Hay teorías variopintas y ninguna es la ideal, porque todas tienen sus inconvenientes, y yo reconozco que un bloqueo institucional tampoco es el mejor camino de todos los existentes.