Yo sabía lo de Errejón
Opinión
09 Nov 2024. Actualizado a las 05:00 h.
Hace unos años en un concejo de Asturias, participé en la elaboración de una candidatura municipal. Una persona me llamó. Uno de los miembros de la lista que iba en puesto de salida y que yo no conocía había acosado a su hermana durante dos años. Presuntamente. Le pregunté si su hermana estaba dispuesta a declararlo así delante de otras personas, me dijo que sí y me dio detalles, dijo que él era conocedor del tema.
Hablé con el responsable del grupo al que pertenecía el supuesto acosador. Le dije que había que echarlo. Habló con él, el otro alegó inocencia y persecución. Amenacé, iba a romper la baraja y saldría a prensa, sin importar consecuencias, para él sería peor. Se retiró de la lista. Fue fácil, él no tenía relevancia y yo no lo conocía de nada. A día de hoy, no puedo afirmar si hice bien o no.
Por aquella época, en otra candidatura, me llama una compañera. Una persona que ella conocía, la había ido a ver. El candidato tenía, supuestamente, una sentencia judicial de agresión a una menor y otra de acoso laboral.
Te quedas flipando, porque es alguien con quien acabas de hablar. No puede ser, no puede ser….porque aquí citaban sentencias judiciales en plural. Al día siguiente, después de trabajar, cogí el coche y fui a verlo. Esa misma noche él nos envió por correo una explicación de todo lo que nos habían contado. Parte era rotundamente falso. Otra parte era solo media verdad y cuando sabías la verdad entera, la cosa cambiaba. Le apoyamos.
Todo esto pasó al margen de las redes sociales y la prensa, si no se hubiera ido de madre. Es fácil hablar cuando no tienes que tomar decisiones, cuando no tienes que hablar con alguien cara a cara de estas cosas.
Hace exactamente 18 años, una persona, con la que iba teniendo una confianza creciente, me dijo un día que cómo yo podía yo relacionarme con uno de mis más íntimos amigos. ¿No sabía lo que ese hombre hacía? Contesté que no hacía caso a rumores y ella me contó algo que decía saber de buena tinta. Me dio detalles. Yo no la creí. Seguí siendo amigo de mi amigo.
Hace poco fue condenado judicialmente. Aun así, tenía muchas dudas. Muchos amigos comunes no las tienen, directamente consideran la sentencia injusta.
Hace poco quedé con a una persona que dispone de información sobre mi amigo. Me convenció de que las acusaciones eran ciertas. Y lo peor de todo es que empecé a recordar cosas y desde mi visión actual se me abrió la mente. Tenía las señales delante de mi cara y no lo vi. Por el contrario, le apoyé de manera explícita una y otra vez a lo largo de los años. No fue solo en aquella ocasión, hace 18 años, hubo más ocasiones en que llegaron a mí rumores y acusaciones. Nunca hice caso. Y me equivoqué. Es más, yo debería haberlo confrontado y hablado del tema por su propio bien. Nunca fui capaz. Aún hoy no soy capaz. Llevo meses rehuyendo hablar del tema con él o con otros amigos comunes. No sé qué voy a hacer con ese tema. Entre otras cosas porque me pregunto si yo soy corresponsable por no haber afrontado de otra forma esta situación. O porque siempre te queda la duda del error, de ser injusto con un hombre bueno con quien tanto has compartido.
Hace cosa de un año o un poco más, antes que Iñigo Errejón fuera nombrado portavoz de Sumar, una persona me dijo que en otro partido político tenían un dosier de Errejón y que era explosivo. Que sus noches eran toledanas y que presuntamente abusaba de las rayas y después su comportamiento no era ejemplar. Así me lo contaron y me consta que la misma fuente llevó la información a personas relevantes en la política española.
Cuando luego se nombró a Errejón portavoz, esta persona me lo comentaba indignada y asustada de cuando estallaría la bomba. Yo nada podía hacer, solo soy un ciudadano votante. Aun así, la verdad es que menosprecié el peligro y la información. Si yo hubiera tenido algún poder de decisión no hubiera hecho nada. Aunque no dudaba de la verosimilitud de la información, me parecía que su vida privada no interfería en su trabajo.
Por alguna razón, alguien quiso detonar la bomba de relojería cuando le interesó. Las perspectivas electorales de Sumar están gravemente dañadas y la figura pública de Yolanda Díaz también. No me cabe duda que es lo que pretendía quien manejó la información y los tiempos.
Las organizaciones políticas son machistas y violentas. Las de izquierda igual o más que las de derechas. Yo lo he visto y he participado en ello. La victoria de Trump o la exhibición de Abascal junto a un putero barcelonés que presume públicamente de ello, muestran una sociedad enormemente tolerante al abuso sexual y la violencia machista. Al mismo tiempo la defenestración de Errejón demuestra el avance de la conciencia feminista en una parte de la sociedad. El éxito de la película Nevenka o del documental «Cómo cazar a un monstruo», son también avances sociales.
Tenemos que gestionar estas situaciones porque son cotidianas y están a nuestro lado. Tenemos que aprender a vencer el caldo de cultivo social donde se alimentan las violencias. Nos interesa a los hombres porque también somos víctimas de los abusos y de la violencia. La permisividad a la violencia sexual no interesa a nadie. Quienes no somos ni queremos ser como el putero de Barcelona tenemos que insistir una y otra vez en el reproche social a las acciones violentas, equivocándose y a veces con dolor, pero avanzando siempre.