La Voz de Asturias

Tiene que ser terrible

Opinión

Diego Valiño
Vecinos de Paiporta (Valencia), una de las localidades más afectadas por las inundaciones causadas por la dana, recorren a pie varios kilómetros para comprar agua y alimentos en las localidades cercanas

01 Nov 2024. Actualizado a las 05:00 h.

Vaya por delante toda mi solidaridad con las víctimas afectadas por la depresión aislada en niveles altos (conocida como DANA) que de manera muy violenta afectó a una buena parte de nuestro país (con especial virulencia en el País Valenciano, provocando centenares de personas muertas y desaparecidas). La fuerza del agua ha originado una catástrofe de tal magnitud que no hay precedentes similares en España. Parece mentira que mientras en Asturias/Asturies apenas hubo precipitaciones (e incluso hemos tenido temperaturas veraniegas), este horror se ha producido no muy lejos de nuestro territorio (cuando una tragedia te toca cerca siempre te afecta más aunque no tengas a personas conocidas entre los que han perdido la vida o se han quedado sin sus propiedades). Pone los pelos de punta pensar que la vida es una lotería. Tiene que ser terrible vivir algo así. Aunque lo material siempre debe ocupar un segundo plano, mucha gente lo ha perdido todo: sus casas y sus coches (hay imágenes que no se diferencian mucho de una guerra, con todos esos vehículos apiñados), sus negocios… y lo mismo con el estado en el que han quedado muchas infraestructuras (carreteras, vías de tren…) que requerirán de mucha obra. Los humanos no nos percatamos de que somos insignificantes en el planeta y que quien manda es la madre naturaleza (es verdad que aunque tenemos medios e inteligencia para adaptar el terreno a nuestras necesidades, no son pocas veces las que perdemos la partida). Quiero ser cauto y no criticar a nadie (alguno se lo merece, como el señor Feijóo y sus irresponsables palabras contra la AEMET) porque tiempo habrá para analizar si las alertas funcionaron correctamente, si no ha sido una incorrecta idea prescindir del ‘chiringuito’ del Unidad Valenciana de Emergencias, si ante previsiones tan desfavorables no deberían las empresas suspender su actividad para proteger a sus trabajadoras y trabajadores, si por donde el agua arrasó con todo son zonas inundables donde no deberían estar edificios ni carreteras y si este tipo de sucesos meteorológicos van a ser así de frecuentes aunque todavía haya quien niegue los efectos del cambio climático (en el Levante no son extrañas las ‘gotas frías’, pero es que en esta ocasión fue bestial la tormenta que hubo). Me veo en la obligación de hacer un tirón de orejas a la mayoría de los medios de comunicación. Las portadas de los periódicos nacionales del miércoles y las coberturas de las principales televisiones en la noche anterior minusvaloraron el caos (dándole escasa atención a lo que de verdad importaba). Solo puedo aplaudir a las emisoras de radio, que sí actuaron como un verdadero servicio público cancelando la programación habitual para ayudar a quienes necesitaron contar sus testimonios (muchas personas pudieron ser localizadas por los servicios de emergencia). Quiero resaltar, una vez más, toda mi admiración por lo público. Me parecieron fatal las palabras de Carolina Marín en ‘La Revuelta’ quejándose de que ella paga muchos impuestos. Si no contribuimos en función de nuestros ingresos estaríamos al mismo nivel que Estados Unidos cada vez que un tornado arrasa con todo (allí o tienes dinero y todo asegurado o estás perdido. Aquí no, aquí hay un país que con todos sus defectos te protege, te salva, te ayuda y no te abandona nunca a tu suerte). Deseo que todas las ayudas lleguen lo antes posible para recompensar todos los daños y se pueda volver cuanto antes a la normalidad. No puedo más que sobrecogerme con cada historia y con el terror que vivieron los habitantes de esas zonas. ¡Mucha fuerza!

El machismo está impregnado en todas las capas de la sociedad. Es verdad que no te esperas en determinadas personas comportamientos totalmente incompatibles con lo que predican, y esa es la sensación de frustración que me ha generado Iñigo Errejón. Una organización, sea política o de cualquier índole, no es la culpable de que haya personas en su seno que hagan lo contrario a lo que, supuestamente, defienden. Lo que tiene que hacer ese partido o entidad es actuar en consecuencia caiga quien caiga, y creo que hay que reconocerle a Sumar que ha tomado las decisiones correctas expulsando a quien ha reconocido, en una carta infame, que le supera la contradicción entre la persona y el personaje (nada que ver con Rita Maestre, que fue hace años pareja suya, y que imagino que verte en una situación así tiene que ser terrible). Toda mi solidaridad con las víctimas que han sufrido agresiones sexuales y mi apoyo para que denuncien (cuando se vean preparadas) todas las acciones no consentidas (esos hombres siguen sin entender que no es no). ¡Qué la vergüenza cambie de bando!


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