Hacemos que la cooperación suceda
Opinión
23 Oct 2024. Actualizado a las 16:33 h.
Esta semana recibe el Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional 2024 la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura, la denominada OEI, un organismo internacional con el que nos hemos ido familiarizando y del que se suele hablar poco, a pesar de su ingente contribución y de que este año cumple setenta y cinco años de existencia. Por tanto este premio es un merecido regalo de cumpleaños, no solo para quienes han trabajado y colaborado con la OEI, sino para quienes creemos en el valor de la Educación, la Ciencia y la Cultura en letras mayúsculas.
La OEI afirma que sus cinco áreas de interés principales son la educación, la ciencia, la cultura, las lenguas y los derechos humanos, elocuentes términos que podrían quedar vacíos de contenido si no los llenara de sentido la incesante realidad que realiza esta institución en torno a estas áreas. Una visita a su página web deja a la vista proyectos en torno a la educación en sentido amplio y cubriendo distintas etapas educativas: desde la transformación digital y su impacto en la educación hasta las competencias educativas en el siglo XXI.
A través del prisma de la educación, la OEI da respuesta a necesidades sociales y culturales y se encarga de establecer vínculos entre países, instituciones y personas, perpetuando el lema de la organización: «Hacemos que la cooperación suceda». Si analizáramos estas palabras, el verbo y el uso de la primera persona del plural hacen referencia directa al papel activo de la OEI y a su implicación. El objeto de su actividad es que la cooperación se haga realidad y ese es el rasgo que, en mi opinión, mejor define a esta organización cuyo cometido, como ya adelantaba al principio, a menudo ha pasado desapercibido. Esta falta de interés quizás sea comparable a la frecuente indiferencia que se detecta acerca de las cuestiones relativas a la educación. Esta ocasión, sin embargo, es una oportunidad de reivindicar el merecido reconocimiento que supone la concesión del Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional 2024 a la OEI.
Como por azar, el premio que concede la Fundación Princesa de Asturias lleva el mismo nombre que el lema que inspira las actuaciones de la OEI y que resalta precisamente ese trabajo conjunto, en sintonía con otros, que denota el prefijo co- del término cooperación. En la OEI todas las actuaciones y proyectos implican la participación de más de un agente, sean estados, instituciones o personas y se nutre de su naturaleza multilateral. Reflejo de ese multilateralismo son los apoyos recibidos a la candidatura al premio y el número de estados que componen la organización, y que logran llegar a consensos sobre políticas de educación, ciencia o cultura. Consenso: otra palabra con el mismo prefijo, que define a la OEI y para cuya existencia se requiere el acuerdo con el otro. No debe ser sencillo poner de acuerdo a quienes deciden el destino y manejan el presente de la educación en veintitrés países con diferencias y similitudes entre ellos. Ni debe ser sencillo tomar decisiones y actuar inspirados por la cooperación, pero la OEI lo consigue con evidente maestría.
En un plano más personal, mi contacto con la OEI llega de la mano de su actual Secretario general, Mariano Jabonero, a quien conocí siendo el director de Educación de la Fundación Santillana, y facilitamos que la Universidad de Oviedo firmara un convenio de colaboración con esta fundación con el fin de promover proyectos de innovación educativa. La organización de una jornada sobre las competencias educativas del siglo XXI, que tuvo lugar en la Universidad de Oviedo, nos dio la oportunidad de iniciar conversaciones interesantes sobre educación, universidad y cooperación, y sobre todo de entablar una relación de amistad que, a pesar de no vernos con frecuencia, se ha mantenido en el tiempo. Ahora toca fortalecer los lazos entre la OEI y el Principado de Asturias y, en concreto, la Universidad de Oviedo, creando alianzas institucionales que nos permitan participar del espacio iberoamericano de educación superior denominado Universidad Iberoamérica 2030.
Recuerdo también con cariño la primera visita a la sede en Madrid de la OEI: un lugar austero y al mismo tiempo lleno de actividad, al que aportan color las banderas multicolor de los estados miembros de la organización. Cooperación, colaboración, proyectos conjuntos: todos ellos son términos que el actual Secretario General de la OEI utiliza y transmite en sus conversaciones de forma natural y sin un ápice de impostación porque cree en el valor inmenso de lo que hacen: transformar y lograr un mundo mejor a través de la educación y del conocimiento. La OEI tiene sede en Madrid y en el resto de estados miembros, pero esta vez en el Teatro Campoamor de Oviedo su Secretario General, asturiano de amistad y de corazón, representará los principios que han guiado a la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura durante estos últimos setenta y cinco años. Enhorabuena.