Un acto colectivo de reconciliación
Opinión
24 Oct 2024. Actualizado a las 05:00 h.
Asturias se pone un año más en el foco mundial de la excelencia gracias a una nueva edición de los Premios Princesa. Como región, tenemos el privilegio de acoger esta ceremonia y, con ella, a todas las personas y entidades galardonadas por sus brillantes trayectorias. Y tan justo como reconocer estos curriculums es poner en valor el trabajo de la Fundación Princesa de Asturias, que prepara con mimo cada uno de los actos asociados a cada edición. Desde aquí les reitero mi enhorabuena.
Estos Premios atesoran la virtud de reconciliarnos con el ser humano. Hacerlo no es en absoluto sencillo en unos tiempos en los que, de manera cotidiana, recibimos muestras de los infames crímenes y de las terribles injusticias que la humanidad puede llegar a cometer contra sí misma. Precisamente por ello creo que es acertado ensalzar a quienes, por el contrario, se esfuerzan para mejorar este mundo.
Denunciar las injusticias y reivindicar diferentes causas sociales como la igualdad de género o el respeto al medio ambiente, entre muchas otras, son principios inherentes al trabajo de Magnum Photos, Premio Princesa de Asturias de la Concordia. Una agencia por la que han pasado los nombres más destacados de la historia del fotoperiodismo y cuyo legado es de incalculable valor para despertar conciencias, una tarea que nunca ha dejado de ser necesaria.
El entendimiento, la tolerancia y el respeto a los derechos humanos han sido los pilares sobre los que se ha asentado la trayectoria de Michael Ignatieff, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales. Reivindicar su obra en este momento de la historia es muy oportuno, y nos puede guiar hacia una reflexión colectiva aportando claves para el diálogo, poniendo en valor el papel a menudo menoscabado de las instituciones.
En la tarea de repensar las sociedades recuperando el prisma del pensamiento humanista también resulta valioso escuchar voces como la de Marjane Satrapi, Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, todo un icono de la defensa de la libertad y los derechos de las mujeres en las diversas sociedades del planeta a través del arte.
Qué decir del Premio Princesa de Asturias de las Artes de esta edición: Joan Manuel Serrat. Su voz es libertad y su obra un canto a la tolerancia y el entendimiento. Banda sonora de historia contemporánea de este país, sus canciones han traspasado generaciones y fronteras con un talento compositivo sin parangón y un mensaje universal de paz.
Ana Blandiana, Premio Princesa de Asturias de las Letras, sufrió como Serrat la censura de un régimen autoritario al que mostró resistencia aferrada a la esperanza, esa que tan presente está en su escritura, traducida a veinticinco idiomas. Su obra, además de un estremecedor grito de libertad, plantea una reflexión sobre la existencia humana y su relación con el entorno.
Trabajar por el respeto a los derechos humanos y su desarrollo a través del conocimiento ha llevado a la concesión del Premio Princesa de Asturias Cooperación Internacional de esta edición a la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura. La impagable labor que la OEI desempeña en 23 países alcanza cada año a millones de personas, destacando sobremanera su empeño en la promoción de una ciudadanía empoderada.
Los galardonados con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica, Daniel J. Drucker, Jeffrey M. Friedman, Joel F. Habener, Jens Juul Holst y Svetlana Mojsov, también han trabajado muy intensamente para mejorar la vida de muchas personas, en su caso investigando en busca de tratamientos para tratar la diabetes y la obesidad. Sus resultados ya se han materializado en el desarrollo de fármacos que han demostrado una alta efectividad, abriendo múltiples puertas para seguir avanzando en la mejora de la calidad de vida de quienes padecen estas patologías.
La salud es sin duda nuestro bien más preciado, y el deporte es uno de los principales instrumentos para fomentarla. Contar con referentes tan sólidos como el de Carolina Marín, Premio Princesa de Asturias de los Deportes, supone un estímulo y una inspiración para miles de jóvenes en todo el planeta, que tienen en la mejor jugadora de bádminton de nuestra historia un ejemplo a seguir. Estoy convencida de que volveremos a verla pronto en acción dentro de la pista.
Que esta nueva edición de los Premios Princesa de Asturias nos sirva para reconocer y recordar cuán positiva puede ser la acción individual o colectiva del ser humano en favor de un mundo mejor, por mucho que a diario se nos hiele la sangre comprobando el terrible daño que provocan quienes optan por seguir la trayectoria opuesta.