Acabar con la violencia machista
Opinión
30 Aug 2024. Actualizado a las 05:00 h.
No podemos asumir que somos incapaces de poner fin a las violencias machistas y a su manifestación más brutal: el asesinato de mujeres, de sus hijos e hijas.
La cultura machista en la que nos hemos criado no da valor a la vida de las mujeres. Esa cultura que ha creado unos espacios de donde, según algunos y algunas, no deberíamos haber salido; esos espacios donde continuar con nuestras tareas asignadas al nacer, determinadas por nuestra biología. Esa cultura que sigue invisibilizando la violencia contra las mujeres.
Lo primero es reconocer ese problema, que somos fruto de unas enseñanzas, culturas y rutinas machistas. Si damos ese paso, iremos modificando conductas y maneras de hacer, para acabar de una vez con los estereotipos y con los roles de género que perpetúan las desigualdades donde se asientan todas las sociedades actuales. En todas hay machismo. Si queremos avanzar hacia más justicia y más igualdad no podremos hacerlo pisoteando los derechos y libertades de más de la mitad de la población.
Hace unos días nos encontrábamos la noticia de que el ayuntamiento de un pueblo de la Comunidad de Madrid ha suprimido el punto violeta en sus fiestas. Para quienes no conozcan la labor de esos puntos, sirven de ayuda, amparo y asesoramiento a las mujeres que estén o puedan estar en peligro, ya sea en ese momento o en alguna otra ocasión. También como lugar donde informarse de los recursos existentes para ayudar a mujeres de nuestro entorno que puedan estar padeciéndola. Nos dicen qué hacer, llegado el caso. Todos y todas deberíamos pasarnos en algún momento por esos puntos, para agradecerles su labor, e informarnos de paso de los medios disponibles por si nosotras o alguna mujer de nuestro entorno pudiera necesitar hacer uso de alguno de ellos.
El machismo y la violencia contra las mujeres se da en todos los contextos y a lo largo de toda la vida. Lo denunciamos en los centros de trabajo y en nuestros entornos. Las responsables de igualdad del sindicato conocemos los recursos a disposición de las víctimas de violencia de género. Y estamos implicadas en erradicar esa violencia y acabar con el machismo en la sociedad.
Hay muchas violencias. Las mujeres a las que asesinan los criminales machistas no siempre lo son por parte de parejas o ex parejas, pero sí lo son a manos de hombres con los que tienen una relación cercana, familiar. Estas mujeres no forman parte de las estadísticas oficiales ni de las cifras de los asesinatos de violencia de género, pero son asesinatos machistas.
Es terrible también la cifra de menores asesinados y asesinadas por sus padres o por las parejas de sus madres en lo que llevamos de 2024. Y la violencia vicaria es otra forma de violencia machista. Los hijos e hijas de las mujeres víctimas de violencia de género, así como las niñas y niños menores de edad sujetos a su tutela, guarda y custodia, son también víctimas directas de este tipo de violencia. Un maltratador jamás será buen padre y además es un asesino potencial.
Tenemos que denunciar. Pero debemos exigir que las medidas efectivas de protección para nosotras y para menores en riesgo se apliquen sin sesgos de género, porque un análisis o enjuiciamiento sin perspectiva de género, sin enfoque interseccional y de derechos va a traducirse en el uso de prejuicios, falsas creencias y estereotipos de género que van a incidir en las resoluciones judiciales o en las medidas de protección que pueden costarnos la vida.
Ya está bien de justificar a los asesinos, a los maltratadores y agresores. No hay defensa posible. No consentimos ni toleramos ningún tipo de violencia contra las mujeres, contra los niños y las niñas en ningún lugar, y allí donde se produzcan estaremos para denunciarlo, y acompañar a quien lo precise. Es el compromiso de CCOO de Asturias.
Y tenemos que involucrarnos, todos y todas. Debemos hacer ver a los maltratadores que se acabó la impunidad, que no vamos a permitirlo. En ningún ámbito. O estás en este lado o no sabes dónde estás. La sociedad no será libre hasta que las mujeres no lo seamos.