La Voz de Asturias

Versiones y realidades

Opinión

José Cancio
Manuel Chaves Nogales, en el centro de la imagen, retratado en 1934 cuando realizaba para el diario «Ahora» un reportaje sobre la toma de Ifni

17 Aug 2024. Actualizado a las 05:00 h.

Siguen a vueltas con Chaves Nogales; más que ofrecer una novedad sobre su actitud durante la guerra en el diario Ahora, se diría que unos y otros parecen querer apropiarse del personaje, en una lucha que empezó hace ya bastantes años, cuando María Isabel Cintas dio el pistoletazo de salida a esta  apasionante carrera. La teoría de la pertenencia de Chaves a la llamada Tercera España, junto a Clara Campoamor y José Castillejo, es tan defendida a sangre  y fuego por Trapiello como devaluada por quienes atribuyen sin duda alguna a Chaves una actitud más que simplemente cercana a la revolución comunista del  treinta y seis. En un libro de muy reciente edición, su autor, Juan Carlos Mateos,  afirma con rotundidad que los editoriales publicados en aquellos primeros meses  de la guerra están escritos de su puño y letra, sin intervención alguna del consejo  obrero que se había incautado del periódico. Sostiene Trapiello que siendo los  editoriales las conclusiones del equipo redactor de un periódico, no el  pensamiento exacto de su director, atribuirle a Chaves esa autoría en exclusiva  carece de sentido. Mateos rebate en el libro la supuesta equidistancia política de  Chaves en la guerra cuando él mismo se considera tan «fusilable» por la izquierda  como por la derecha. Lo hace, continúa Mateos, casi como una pose, como un  blanqueamiento ideológico, pues jamás podría ser fusilado por los comunistas,  con quienes la relación era lo suficientemente estrecha como para transitar con  tranquilidad por el tenebroso Madrid de aquella época. Por último, la autora de  otro libro, en este caso sobre el exilio londinense de Chaves, denuncia que su  figura está siendo manipulada por quienes quieren llevársela a su bando, en vez  de admitir que se trata de un ser muy complejo cuya integridad, además, se vio  comprometida por la singular situación vivida en aquellos meses de plomo y  cólera, como les ocurrió a muchos ciudadanos. 

Parece que en verano se abre la veda. Termino de leer esta disputa y me  topo con otro descubrimiento sensacional (el enésimo, el penúltimo) sobre la  carta de Unamuno jamás encontrada, donde hace referencia directa al famoso  «Venceréis, pero no convenceréis» que desde aquella ceremonia para  conmemorar del Día de la Raza en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca  en octubre del treinta y seis, ha originado ríos y ríos de tinta más caudalosos aún  que los dedicados a Chaves. Muchos han sido hasta ahora los estudiosos que  han llevado a cabo la investigación «verdaderamente definitiva, la rigurosa» sobre el asunto y todos ellos convincentes a su manera, entre ellos el matrimonio  Rabaté, dos hispanistas franceses que se han pasado media vida apegados a la  estela de don Miguel y casualmente son en este momento comisarios de la  exposición Unamuno y la política recién inaugurada en la Biblioteca Nacional.  

Lo cierto es que la mitificada carta sigue sin aparecer y de su mensaje  solo quedan frases supuestamente aprendidas de memoria por su discípula  María Luisa González Rodríguez, quien la recibió de manos del propio Unamuno,  y participadas azarosamente por sus hermanas y su marido, de veracidad  parcialmente demostrada. Como interesante aportación, según parece la citada  María Luisa descarta terminantemente que Unamuno fuera asesinado por los  falangistas, como algunos llegaron a insinuar, aunque asegura con igual  contundencia que su vida la acortó de forma muy notoria el inmenso dolor que  sentía por España.  

Ya solo queda esperar que en las próximas fechas estas revelaciones  sobre Unamuno y aquellas sobre Chaves Nogales se rebatan sin lugar a duda y  además con «pleno conocimiento de causa». Por eso digo que se abre la veda:  hay muchos cazadores dispuestos a conseguir la mejor presa para ofrecérsela  a usted, querido lector, mientras disfruta de unos días de descanso. En cualquier  caso, siempre será menos aconsejable entregarse al sensacionalismo de las  revistas del corazón que descubrir páginas secretas de biografías ilustres.


Comentar