El pueblo francés nos marca el camino de cómo parar al fascismo
Opinión
31 Jul 2024. Actualizado a las 08:34 h.
Como casi siempre en situaciones difíciles, en los peores momentos, cuando estuvieron a punto de ser gobernados por el fascismo, el Pueblo francés en la segunda vuelta electoral supo reaccionar y parar el golpe votando al frente de unidad popular y evitar una hecatombe política. Cuántas lecciones hemos recibido a lo largo de la historia de su gran madurez política, que se va trasladando de unas generaciones a otras. Un pueblo que sufrió las consecuencias del fascismo como nadie y que tiene muy claro lo de nunca más.
La creación de un frente popular para detener la mayoría absoluta de la extrema derecha refleja un esfuerzo significativo por parte de diversas fuerzas políticas y sociales para mantener una dirección más moderada y democrática en la política francesa.
Este tipo de coaliciones suele surgir cuando hay una percepción de amenaza a los valores fundamentales de una sociedad, como la igualdad, la justicia y los derechos humanos.
Los frentes populares generalmente buscan la finalidad de unificar a distintos partidos y movimientos que, aunque puedan tener diferencias ideológicas, comparten la estrategia y preocupación para evitar que partidos de extrema derecha, como el de Marine Le Pen, puedan gobernar el País, con las consabidas consecuencias de lo que ello supone, no solo para los franceses, sino también para toda la humanidad. Este tipo de estrategia puede ser muy positiva para preservar la estabilidad democrática y fomentar un ambiente de cooperación y dialogo político. Algo que se debería poner en marcha en otros pises de Europa, como España y el resto del mundo, que ya vemos como la amenaza fascista empieza a ser una realidad palmaria.
La estrategia de unirse para frenar a la extrema derecha y a sus principales líderes puede ser una medida importante y efectiva en el corto plazo para defender la democracia y las libertades. Sin embargo, debe ir acompañada de un trabajo continuo para abordar las causas subyacentes del apoyo de la ciudadanía a la extrema derecha y fortalecer las instituciones. Solo así se puede construir una solución más duradera y eficaz contra el fascismo.
Hay que implementar un programa de educación cívica que promueva los valores democráticos, los derechos humanos y la historia del fascismo para que las personas se identifiquen con el peligro que este conlleva para el conjunto de la humanidad.
Enseñar a la ciudadanía a identificar y resistir la desinformación y propaganda en algunos medios de comunicación, y especialmente en las redes sociales.
Hay que introducir con carácter de urgencia, reformas económicas y sociales con políticas eficaces que reduzcan la desigualdad económica y social, ya que la frustración y desesperación económica se convierten en terreno fácil para el fascismo. La protección social es imprescindible para asegurar que los y las ciudadanas tengan acceso a servicios básicos como salud, educación y vivienda.
Fortalecer la Democracia a través de instituciones sólidas. Asegurar la independencia y la eficacia de las instituciones democráticas, incluyendo el sistema judicial, los medios de comunicación y las organizaciones de la sociedad civil. Fomentar la participación activa de la ciudadanía en los procesos democráticos, incluyendo las tomas de decisiones a nivel local, autonómico y estatal.
Fomentar políticas inclusivas que promuevan la inclusión y la igualdad para todas las minorías y grupos marginados. Aplicar leyes antidiscriminación que combatan la discriminación racial, étnica, religiosa, de género y orientación sexual. Regulación de los medios de comunicación para prevenir la difusión de discursos de odio y propaganda fascista, manteniendo un equilibrio con la libertad de expresión. Trabajar con las plataformas de redes sociales para identificar y eliminar contenido que promueva el fascismo. Trabajar con otros países y organizaciones internacionales que también sufren esta lacra criminal creciente, para combatir el fascismo a nivel global y compartir estrategias, unitarias, solidarias y comunes. Apoyar la Democracia y todos los movimientos democráticos y de derechos humanos en todo el mundo. Promover el diálogo intercultural y la comprensión mutua entre diferentes grupos de la sociedad. Iniciar campañas públicas que promuevan la tolerancia y el respeto por la diversidad.
El pueblo francés, no solo nos marca el camino, también la estrategia a seguir en otros países. Frenar el crecimiento del fascismo es un desafío multifacético global que requiere un enfoque integrado sostenido. Cada una de estas estrategias juega un papel fundamental en la construcción de sociedades más justas y equitativas frente a las ideologías extremistas. Es fundamental que en estos tiempos en los que la amenaza fascista recorre el mundo, los gobiernos, las organizaciones y la ciudadanía trabajemos juntos y juntas para proteger y fortalecer la Democracia, las libertades y los Derechos Humanos, frente a la impunidad fascista y criminal.
Sería imperdonable que la tozudez de Emmanuel Macron, que fue el único responsable de poner al pueblo francés a los pies del fascismo, que una vez pasado este momento histórico y ejemplar vuelva cometer los mismos errores de mandatos anteriores.
Los pactos y decisiones de Emmanuel Macron, sin contar con los partidos del frente popular y otros actores políticos tradicionales, y negociando con la derecha, reflejan su visión de un gobierno centrista y reformista, pero que también vuelve a generar críticas y descontento. Las consecuencias políticas de esta estrategia podrían ser significativas, con potenciales repercusiones en la estabilidad política, el apoyo electoral y la cohesión social en Francia. Es crucial, tras esta lección de sabiduría del pueblo francés, encontrar un equilibrio entre la implementación de las reformas y la inclusión de una mayor diversidad de voces en el nuevo contexto político, para evitar una mayor polarización y fragmentación. Y sobre todo el respeto a la voluntad popular que fue el verdadero artífice de parar el golpe de la mayoría absoluta de la extrema derecha.
En el Estado Español, el Gobierno y parte de sus aliados nos dicen estar muy preocupados por el avance de la extrema derecha, pero no se actúa ni se interviene contra sus efectos, permitiéndoles todo tipo de ilegalidades que sobrepasan con creces los límites de la legalidad y la impunidad, mientras que a otros sectores de la sociedad se les reprime con mucha dureza, solo por poner en cuestión este modelo social, en el que cada día es más difícil vivir dignamente.
Hablar de regeneración democrática, como estamos escuchando estos días por parte de Pedro Sánchez y Yolanda Diaz, obviando hacerlo sobre la opresión y represión social que sufren millones de personas, con una Ley Mordaza impuesta por la derecha que ya sabemos que no la van a derogar, es un error de dimensiones considerables, que lejos de parar la ofensiva fascista, lo que hace es fortalecerla más. Así no Señor Sánchez y Señora Diaz. No insistan en el engaño a la gente más vulnerable, a los que no queremos el fascismo. Tomen nota de lo que es un frente popular y cuál debería ser su verdadero objetivo. Francia no está tan lejos.