El lobo anda cerca
Opinión
22 Jun 2024. Actualizado a las 05:00 h.
Si a una charanga como Se acabó la fiesta la votan más de 800.000 españoles, eso significa que al país le está fallando la salud. O todo lo contrario, que precisamente hay muchos más lúcidos de los imaginados y que han encontrado en esta agrupación verbenera motivo para tirarles de las orejas a los partidos consolidados que cuentan con presupuestos millonarios. La propia denominación (tomada casi de una canción del grupo Mecano o incluso de Alaska) es inteligentemente cínica, quienes la idearon no dejan de ser gente ingeniosa, con muchas ganas de burla y sobrada de desparpajo. Se saben en tierra de pícaros y han medrado sin necesidad de apostar sobre el tapete con los dados ni vacilar con el trile ni porfiar con navajas en callejones oscuros, se han limitado a decir aquí estamos y aquí los han votado 800.00 despechados para escupir a la clase política por su incapacidad para llevar el timón.
Aquí estamos lo pregonan con un par de intenciones el comandante Luis Pérez y sus iconoclastas (buen nombre, también, para un grupo de rock de los 60) sin apenas vociferar; han surgido de las sombras de las redes sociales recordando que si se quiere tener luz solo hace falta prenderla para deslumbrar a quienes estaban caminando ciegos. En cambio otros, con las gargantas inflamadas de tanto ruido y los ojos medio vidriosos por culpa de los focos mediáticos, se lo llevan diciendo a los cegatos hace tiempo sin calcular que en sus propios dominios podrían verse arrinconados, como les ha ocurrido La teoría con que Luis Pérez y los suyos se lanzan a por el votante se llama simplemente 'Teoría de la insuficiencia', y no es el resultado de abrevar en las fuentes de Kant o Nietzsche ni una elucubración intelectual de última hora. Consiste en desbordar descaradamente a las ideologías con propuestas radicales para dejarlas en evidencia ante el tierno electorado. Tan fácil y tan difícil. Prometer lo que jamás se va a poder cumplir porque gobernarán otros siempre ha sido y sigue siendo una tentación para los bocazas con aspiraciones al estrellato. Solo que el mensaje, para desgracia de quienes creen en la democracia, cala hondo en algunas cabezas y tras una rápida digestión ideológica son capaces de aupar hasta la cima a esos comediantes valleinclanescos como Ruiz Mateos o Jesús Gil. En Francia siempre ha habido grandes payasos, pero el esperpento en un producto muy nuestro que además nos llena de orgullo.
Creo que hay que hacer una advertencia muy seria a Sánchez por estar frotándose las manos ante la lamentable división de la derecha, creyendo que las continuas alusiones al demonio Alvise la desangrará todavía más. Está mal aconsejado, la estrategia es pobre como todas las estrategias que enseguida descubre el adversario. Deberían hacerle saber que por los pagos franceses, donde el histrión puede llegar a ser un personaje admirado, en época de Miterrand los socialistas ya habían decidido coquetear con la extrema derecha de Jean-Marie Le Pen citándola continuamente, procurando que su presencia se infiltrara en los poros de la sociedad, invitándola al suculento festín del poder. Y hoy en día, gracias a tan torpe planteamiento de Miterrand, Marine Le Pen puede llegar a ser presidenta de gobierno. Sería lamentable repetir el error, con que equivoquen los franceses nos debe bastar.
Cuidado con SALF (since 2024), puede ser el nuevo refugio de 300.000 abstencionistas y otros muchísimos decepcionados que sumados a sus actuales votantes sobrepasarían el millón. Un millón de rabiosos desafectos a la democracia obligaría a convocar elecciones cada dos por tres para conocer el motivo de tanta crispación popular y de ese modo buscar fórmulas de regeneración que nos permitan salir del pantano y hasta del fango.
Desaparecida la dictadura, desgraciadamente han sido de tal magnitud los errores cometidos por nuestros representantes que la juventud ni cree en Europa ni encuentra aliciente para enrolarse en ningún partido, están hastiados, están abandonados al escepticismo. Y es en esos momentos de deriva social y de profundo desánimo ante un futuro que solo promete inestabilidad, cuando el extremismo encuentra carne fresca para inocular su veneno.