Jornadas de Puertas Abiertas
Opinión
03 Dec 2023. Actualizado a las 05:00 h.
Dentro de unos días tendrán lugar la llamada «Jornada de Puertas Abiertas» en la Junta General del Principado de Asturias. Cita clásica, como otras también clásicas en el Principado de Asturias, como clásicas son las jornadas de los nabos, en Proaza, o las de les cebolles rellenes, en El Entrego. Y por lo de los nabos, recuerdo al genial cómico, Fernando Fernán Gómez, que, por haber nacido en un barco fue un nao-nato y no un neo-nato, y siempre pidió que se distinguiese lo que es una batalla nabal, o de nabos, de la otra, la batalla naval, la genuina marinera, de submarinos y almirantes.
La última vez que escribí de nabos y berzas, provoqué urticarias y flemas, por las referencias a un alcalde, nacido en pueblo, que lo es de capital de Provincia, Oviedo; así como por las referencias a una ex alcaldesa, aunque nacida en capital de Provincia, fue alcaldesa de una Villa, Gijón. El artículo lo titulé Nabos y otras berzas, que se puede leer, gratis total, en Internet.
Para las genuinas Jornadas, las de «Puertas Abiertas», del Parlamento o Parlamentín asturiano, se suele aprovechar el «puente» de la Constitución, la de 1978. Se sabe que esa Constitución fue un «amagüestu», como los de castañas y sidras en otoño, entre propagandistas asociados y nacionales, unos muy católicos, como los Orejas de San Sebastián, y otros muy socialistas.
Las Jornadas parlamentarias de «Puertas Abiertas» son como de ilusionismo, de magia o de sueño, pues, para su éxito, todo se limpia en la Junta Principal: se quitan los papeles y nada de fullerías de pluma en mesas y pupitres; se desinfectan los retretes y no se tira de cadenas; se callan los micrófonos, incluidos los de los espías, que tantos secretos de negocios están allí grabados. Lo más importante: se hace creer a los visitantes que ese bonito y artístico lugar es suyo, de ellos, por ser sede de la soberanía popular, que es una verdad, una realidad, y no un mito o una nube. El novelista Joseph Roth en El busto del Emperador algo barruntó cuando escribió: «Creer que el poderoso es justo y noble es el deseo más profundo y noble del pueblo».
Esa pudo ser una inicial idea, genial para lo de las «Jornadas»; también para que nadie piense que, por una Ley de allí mismo, en el año 2000, se inició el proceso de extinción de la Caja de Ahorros de Asturias, lo que fue un acto de onanismo, el llamado «pecado» de Onán, o «La gran paja», de uno, de uno sólo, de mangoneo solitario.
La primera vez que allí estuve, hace años, aquel lugar era sede de la Diputación Provincial y su presidente, el magus o artista de magia de entonces, no era un abogado del montón y al uso, sino un Abogado del Estado, aunque tenía nombre y apellidos que los ovetenses de la nobleza consideraban de «baratillo», pues le llamaban Pepe López. Aquel Abogado del Estado, que sucedió a un cojo, con nombre de regato cerca de Lugones, fue presidente de la Caja de Ahorros de Asturias, siendo vicepresidente el Alcalde de Gijón.
Tiempos aquellos en que Asturias era una potencia financiera, pues estaba el Banco Asturiano, el Herrero y la Caja de Ahorros. Ahora, en verdad, nada de nada, aunque en mentira aún se nombra a uno, que es catalán, de localidad de paños y tejidos. Y tiempos aquellos en que ilustres damas compraban bombones en el Peñalba y el cambio de pañales, no como diputadas de ahora, lo hacían las llamadas «tatas» o «chachas».
Acompañado por un conserje, llamado Angelín, subí las escaleras del patio central palaciego para ver en el piso 2º la ahora llamada «Sala de la Constitución» de la Junta General, que antes fue lugar de poncios y de discursos de diputados provinciales, no autonómicos. Cuando subía por esas prestigiosas escaleras, recordé lo que leí en La vida del Buscón de Quevedo, que el amo le dice al pícaro: «¡Pablos, abre el ojo que asan carne!».
Muy cerca de la puerta principal, vigilada por los conserjes, al otro lado, ya en el Campo, estaba el monumental edificio que, con humor, los ovetenses llaman El Escorialín, y que por sus dimensiones dio para casi todo, para floristería, quiosco de prensa, estanco y abajo para salón de limpiabotas; un supermercado. Y el frente de la Junta daba y sigue dando a la calle Fruela, muy asturiana, pues lo mismo tenía una cosa tan náutica, como El Navío, o tan rústica de aquí, como La Panoya.
«Puertas abiertas» que pueden ser delanteras o traseras, y habrá que distinguir entre León y/o Castilla, y Asturias. Allí, en León o en Castilla, por las puertas traseras entraban y salían carros y acémilas, y por las delanteras las personas únicamente; aquí, en Asturias, por unas y otras, pasan lo mismo unos y otros, pues el vacuno de aquí transita lo mismo por delante que por detrás, dejándolo todo «perdido».
Y escribiendo de puertas traseras, leo en un diccionario de viejo que «Puerta» es metáfora funcional alusiva a zonas íntimas, de mujer y de hombre, y con ese valor, y uso metafórico se emplea ya en el siglo XVI. Y se añade en el culto Diccionario: «En un soneto anónimo registrado en la Floresta de poesía erótica del siglo de Oro, se emplea ya ese sintagma soez, de puerta trasera, referido al sodomita activo, amigo de puerta de «traspatio». Creo que esto último es como abrir demasiado el quicio de la puerta o golpearse contra él.
Y escribiendo de puertas delanteras han de citarse las giratorias, tan de políticos que empezaron en la nada y que acabaron en el todo, de lo público a lo privado. Unas puertas que por girar continuamente impiden que aires limpios de fuera enfríen a los de dentro, siempre calentitos y muy cargados. El acceso, por delante, al Palacio de la Junta del Principado era por puerta giratoria, muy frecuente en Oviedo, en cafés antiguos.
Por puerta de esa clase, la giratoria, se accedía al Café Peñalva, el de la barra invisible, en la calle Uría; al café Cervantes, de la barra al fondo, en la esquina de la Escandalera; o al Alvabusto, el de la barra a la derecha en la calle San Francisco. Los tres fueron lugares de tertulia, que, por ser ya de viejos, ya están todos finitos, desaparecidos.
Y del Alvabusto, contó un ovetense, Marino Gómez Santos, en su libro En busca de mi Oviedo perdido, una anécdota: Un catedrático de Penal, un tal Valentín Silva, anunció que iba a escribir un trabajo titulado «El Derecho Penal de La Regenta», de lo cual, por cierto, nunca más se supo. Creo recordar que en Casa Noriega, también lugar de tertulias, no había puerta giratoria, siendo asiduo a la tertulia de esa Casa el profesor de Latín, de los Maristas de Santa Susana don José María Fernández, que vivía en la calle Pérez de la Sala, de Oviedo, y al que fotografió Vélez.
Y ya es momento de espolear al pollino que nos conduce, ese que tanto se parece al que conducía a Esquivias al estudiante pardal y que alcanzó ya enfermo al «regocijo de las musas». Y todo este prefacio o confiteor es antecedente para unas originales puertas, las de los sueños. Esas puertas, una de marfil y otra de cuernos, las encontré leyendo hace escasos día un libro muy grueso. El autor es Georg Luck y el libro se titula «Arcana Mundi: Magia y ocultismo en el mundo griego y romano», publicado por Alianza editorial.
Escribe Luck: «En la Odisea (XIX 562 ss.), Penélope desarrolla una especie de teoría de los sueños engañosos y fidedignos. Utiliza la imagen de dos puertas, una hecha de marfil, otra de cuernos; los sueños engañosos pasan a través de las puertas de marfil, y los que predicen acertadamente el futuro, por las de cuerno».
Y en la Odisea, Penélope dice que los sueños que pasan por la puerta de marfil son «vanos y engañosos», y los que pasan por la puerta del cuerno se cumplen y significan algo para quien los ve. Y el sueño que tuvo Penélope pasó por la puerta de cuernos, pues soñó con ocas, que eran los pretendientes y con un águila que era, nada más y nada menos, que su esposo Odiseo, al fin vuelto a su Ítaca.
No es casualidad que en 1981 un judío llamado Neil Gaiman creara un COMIC de mucho éxito, titulado The Sandman, en el que hace que el sueño (Morfeo) use cuerno y marfil para construir las puertas de su reino. Y que un judío, Neil Gaiman, intérprete de sueños, recuerde a otro judío, Sigmund Freud, también interprete de sueños: Hay que ser judío para bien interpretar los sueños, incluso los de Cristo.
Y si empezamos con puertas, terminamos con sueños, al fin y al cabo, unas y otros, se complementan, pues los sueños tienen lugar entre puertas, que son las puertas de la vida, y siendo el sueño una parte del dormir, que es lo más parecido a la muerte. Y animo a mis lectores y lectores que expliquen a su psicoanalista las dos puertas de Morfeo.
Y para acompañamiento musical, recomiendo al conjunto de «pop rock» llamada «El sueño de Morfeo», que, sin duda por casualidad, se formó en Asturias, tierra de sueños.
Y sobre el asunto de las fundaciones, no precisamente de sueños, escribo lo mismo que Antonio Tabucchi, que en paz estará descansando: Il Quirinale é silente, ma no é assente».