La moralina del bebedor
Opinión
21 Sep 2023. Actualizado a las 05:00 h.
Hay estudios científicos que parecen indicar que los abstemios viven, y no solo beben, menos. En breve se publicará el mayor estudio sobre mortalidad y alcohol en España, y parece ser que en él se trata esto que se ha dado en llamar la paradoja del abstemio. La industria de las bebidas alcohólicas se agarra a ella para llenar su publicidad y sus insoportables falsos reportajes pagados en medios, de afirmaciones fantasiosas sobre lo sano que es beber alcohol moderadamente. Pues bien, no es sano, y todo parece apuntar a que esa paradoja es debida a la dificultad de encontrar sujetos de estudio que sean abstemios por decisión propia, sin que se vieran forzados a ello por enfermedades preexistentes, entre ellas el alcoholismo. Así, está distorsión de la realidad nos muestra un mundo de bebedores sanotes a pesar de que los mismos estudios advierten de la relación directa entre el exceso de consumo de alcohol y la muerte temprana o el desarrollo de múltiples patologías. Es decir, para entendernos: el alcohol está tan arraigado en nuestra sociedad que es muy complicado encontrar personas que no beban nunca y que, además, no sea por motivos de salud, muchos de ellos relacionados con el consumo excesivo de alcohol. La explicación a la paradoja es seguramente más aterradora de lo que podría parecer: nuestra sociedad vive para beber alcohol.
Es raro que cuando se publica un artículo periodístico sobre la presión que sienten muchos abstemios para beber alcohol (uno de los artículos sobre la paradoja del abstemio contaba con el testimonio de uno) o para tener que justificar su decisión de no hacerlo, no salgan manadas de alegres borrachitos haciendo mucha risa de ello, pues solo una persona blandengue, como el hombre aquel de El Fary, dejaría de beber alcohol o no ha querido probarlo jamás. Muchos ven en estos relatos reales una carga moral que les indigna, pero lo cierto es que la mayoría de los que no bebemos alcohol por las razones que sean, no pretendemos moralizar a nadie. El llamar a la posibilidad de vivir menos «paradoja del abstemio» ya es algo muy moralizante. En mi caso, tuve un problema realmente serio con la bebida, pero no soy yo quien pregunta a los demás en una fiesta las razones por las que beben. Los que se vuelven moralistas, casi siempre, son los que beben alcohol. Insistir a un abstemio para que cuente qué motivos esconde su decisión es un juicio moral, uno bastante feo y desagradable. Y cuando cuentas tus razones ante la insistencia, resulta que es que quieres quedar de alguna extraña manera por encima de los demás. Se me ocurren pocas cosas más cargadas de moralina.