La Voz de Asturias

En la órbita

Opinión

Diego Valiño
Pedro Sánchez, a su llegada en tren a Kiev, en su segunda visita a Ucrania durante la guerra, en una imagen distribuida por la Moncloa

24 Feb 2023. Actualizado a las 05:00 h.

A las puertas de cumplirse veinte años del comienzo de la guerra de Irak hoy la atención mundial se encuentra en otro lugar donde no hay visos de un final cercano. Dirigentes políticos como Joe Biden y Pedro Sánchez han visitado estos días el país de la única manera que es posible en estos momentos: por tren desde la frontera con Polonia. Hace 365 días que el ejército ruso invadió Ucrania y los efectos de esa decisión se han dejado notar en todo el mundo (tanto económicas como sociales), fruto por la mala relación de Vladimir Putin con los países de la OTAN. Esta crisis global ha centrado prácticamente toda la atención de la Conferencia de Seguridad que se celebró en el Hotel Bayerischer Hof de Munich (cumbre que reúne desde 1963 a destacados dirigentes políticos y militares, e incluso en su día el propio presidente ruso, cuando estaba más en la órbita de occidente, fue uno de sus principales invitados). Una de las intervenciones más duras fue la de la vicepresidenta norteamericana, Kamala Harris, cuyo discurso deja claro que Estados Unidos no pretende negociar ni acordar nada con Putin. «Desde el inicio de esta guerra que se libró sin que hubiera provocación, hemos visto a las fuerzas rusas participar en atrocidades y en crímenes de guerra. Sus acciones representan una afrenta a nuestros valores en común, un ataque a nuestra humanidad en común. Seamos claros sobre esto: las fuerzas rusas han impulsado un ataque generalizado y sistémico contra una población civil; se trata de actos aberrantes como homicidios, torturas, violaciones sexuales y deportaciones. Asesinatos con las características de ejecuciones, golpizas y descargas eléctricas. Las autoridades rusas han deportado de manera forzada a cientos de miles de personas de Ucrania a Rusia, incluidos niños y niñas. Han separado sin piedad a niños y niñas de sus familias». Aunque no hay nada más importante que la vida y los derechos humanos, todos sabemos que priman otros intereses. No es fácil saber el número de muertos ni desplazados pero sí saber que las y los ucranianos, que son los que más sufren sobre el terreno el conflicto, han tenido la mala suerte de estar en el medio de los bloques que quieren expandir su influencia. ¿Quiénes están ganando? La evidencia más objetiva de esta invasión es la incapacidad de Rusia de hacerse con el control de Ucrania (ni tan siquiera fueron capaces de llegar a la capital, a Kiev) y de que mientras no se vuelva a la máxima normalidad posible, el planeta entero seguirá condicionado por este tema.

Hay algunas expresiones que me generan más dudas que certezas en su significado. Hablar de «sentido común» (el menos común de los sentidos, según dicen), o de «gente de bien» (y más en boca de personas de derechas) son dos ejemplos. Se lo hemos escuchado en infinidad de veces a destacados dirigentes del PP, como por ejemplo en esta semana en el Senado a Alberto Núñez Feijóo (y no han sido pocas las críticas recibidas por clasista). La frase es la siguiente: «Por eso, deje ya de molestar a la gente de bien. Deje ya de meterse en las vidas de los demás». Pedro Sánchez le replicó con «nunca imaginé que el reconocer derechos a minorías, en este caso al colectivo trans, fuera molestar a la gente de bien, señor Feijóo», pero claro, ¿qué es exactamente gente de bien? ¿Los que están en la órbita del PP? ¿Los señoros de Vox que posan junto a Ramón Tamames (que hasta a Macarena Olona, que no es ningún ejemplo de nada, le parece dantesco que no aparezca ni una mujer en la foto)? Lo más objetivo que podemos señalar es que todas las leyes aprobadas (divorcio, aborto, matrimonio igualitario, etcétera) y decisiones tomadas en el Consejo de Ministras y Ministros (subida del salario mínimo interprofesional, la dotación más elevada de becas de la historia, etcétera) no han contado con el respaldo del principal partido de la oposición (ni con sus votos en el parlamento ni con sus intentos de frenar la aplicación de estas normas vía judicial). Igual deberían redefinir en su cabeza algunos conceptos, como la palabra «libertad», para dejar de tergiversar sus verdaderos significados.


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