Detrás del ruido
Opinión
24 Dec 2022. Actualizado a las 05:00 h.
En 1989 los chicos malos del Detroit Pistons se enfrentaban en la final de la NBA a un encantador y crepuscular Ángeles Lakers. En el primer partido, los Lakers llevaban una racha de varios minutos en los que apabullaban a los chicos malos. Ramón Trecet comentaba el partido y con su sorna de parroquiano dijo que no tardaría Bill Laimbeer en armar algún follón que parase el partido. No había terminado de decirlo y las cámaras mostraban a Laimbeer rodando por el suelo agarrado a uno de los Lakers en una pelea de patio de colegio. Era baloncesto, no eran las cosas de comer y convivir. A la derecha no le acaban de salir las cosas a su gusto. Todo está alterado y nadie puede hacer de profeta de aquí a dos horas. Pero no acaban de salirle las cosas. Lo que le sale bien es lo que ya tenía en el punto de partida: polarización, carga emocional negativa y jirones de odio adaptable. Una característica de los estados emocionales cargados es que en ellos somos amnésicos, simplificamos y distinguimos menos las cosas. El que tiene pánico a las serpientes confunde fácilmente una serpiente con una cuerda. Manteniendo a la gente en estado de crispación (con dinero y prensa servil no es difícil) es más fácil que los mismos estribillos parezcan valer para todo, como si en educación, pensiones, sanidad o impuestos la cuestión fuera siempre la unidad de España, ETA, Venezuela y el Rey Nuestro Señor. Y cuanta más ira o miedo tengamos menos memoria tenemos y más desconectamos unos sucesos de otros.
Un ejemplo de estos días. En 2019 debería haberse renovado el CGPJ, como cada quisque sabe. Causó escándalo entonces que, con su mandato caducado, se lanzaran aquellos jueces a hacer altos nombramientos en tromba, como obispos inmatriculando. Se nombraron 46 cargos afines al PP, que incluyen magistrados del Supremo, presidentes de Tribunales de Justicia y presidentes de Audiencias Provinciales. Lesmes dijo entonces que las funciones en nombramientos del CGPJ deben seguir desarrollándose con normalidad. «Sería incumplir la propia norma fundamental, con grave quebranto para la Justicia española, a la que dañaría una paralización institucional mantenida en el tiempo», dijo Lesmes. Y se aplicaron a nombrar a conservadores en cargos que condicionarán a la justicia los próximos 20 años. Hasta que llegamos a estos días en que ellos y el Gobierno tienen que nombrar a cuatro miembros del Constitucional, tres de los cuales serían progresistas. Entonces el CGPJ, seguramente exhausto de tanto nombrar, ya no quieren nombrar a nadie más e incumple con frescura «la propia norma fundamental, con grave quebranto para la Justicia española». El daño a la memoria que producen el odio y la ira no consiste en el olvido de las cosas pasadas, sino en que no importen, en que en cada suceso solo importe lo que confirme nuestra ira. El cinismo campa y se puede mentir sin disimulo porque las palabras no se relacionan con los hechos sino con la mala baba primorosamente cultivada. No son los políticos ni es un enredo montado «entre unos y otros». Es la derecha, son los fachas.
Pero decía que no le salen a su gusto las cosas al PP. Ellos soñaban una España hundida, apostaron fuerte por españoles pobres y furiosos. Pero, pese a sus intentos, hubo fondos europeos. Llegó la guerra, pero hubo excepción ibérica, control de la inflación y mejora del empleo. En la UE se desinflan las tesis frugales y prejuiciosas del norte y se van instalando las tesis intervencionistas del sur, es decir, de España y Portugal. No es que las cosas vayan bien, pero van mejor de lo que se pensaba y eso afecta a la percepción y a la confianza. El espantajo de ultraderecha renqueaba en las encuestas y ya nadie cree que Feijoo (¿alguien sabe de dónde salió la dichosa tilde que se empeñan en ponerle a la primera «o»?) sea un buen gestor moderado ni lo contrario, solo un alma en pena tragado en la tempestad. Así que Trecet diría que Laimbeer tiene que armar pelea para parar el partido. La gente no puede pensar detenidamente en su situación económica. Tampoco puede pensar en que el PP no tiene alternativa reconocible: ¿bajar impuestos a los ricos? ¿Derogar la ley de solo sí es sí? Hay despistes tácticos. Lo de las propinas de Madrid se les fue de las manos. Enseguida saldrá Ayuso en Masterchef y tendremos a Jordi Cruz pidiendo que los cocineros trabajen sin cobrar y a ella pidiendo propinas, para dejar completo el cuadro ideológico. Para sacar en procesión a Leguina y Rosa Díez hay que rebuscar en el baúl de la abuela, en lo que queda cuando los herederos ya se llevaron lo que tenía algún valor. Desde luego, hay despistes tácticos. Hasta puede fallar Cataluña. El PP la sigue queriendo en llamas que saquen banderas en el resto de España y Sánchez juega fuerte por una Cataluña tranquila. Juega muy fuerte, sin duda más animado por intuición demoscópica que por moralidad. Laimbeer tenía que armar pelea y que el partido no se centre en lo que importa.
La desvergüenza e irresponsabilidad de mover a sus lacayos del poder judicial, estos sí ilegítimos, contra el poder legislativo es tan grave como la decisión del Parlament de Cataluña de aprobar la independencia (¿qué dirá hoy el Rey?). Nos escandalizamos, pero no deberíamos. Esta legislatura ya empezó con el diputado Guitarte, de Teruel Existe, amenazado y escondido porque de su voto dependía la investidura de Sánchez. ¡Amenazado y escondido! Recordemos el titular de El Mundo después de la investidura: «Igor el Ruso, el asesino que impulsó a Teruel Existe, hacia la prisión permanente revisable dos años después». Los periodistas aragoneses armaron un buen cirio contra este periódico. Recordemos que al PP los muertos del 11 M no le servían si no eran de ETA y recordemos sus artimañas para dejar en la calle a los asesinos y ubicar la matanza donde le convenía. Ya sabíamos cuál era el límite de su falta de escrúpulos: ninguno. Con la inyección de Trump en las derechas y el aliento del dinero a la ultraderecha, ¿por qué se iban a hacer más escrupulosos? ¿Por qué no iban a destrozar el poder judicial y atacar el Parlamento? Laimbeer tenía que buscar pelea, había que ensuciar y embarrar.
Pero ni el ruido tiene que distraernos de lo importante, ni lo inmediato debe distraernos de las corrientes de fondo. Las diferencias sociales crecen, el dinero se concentra donde ya hay dinero, los impuestos de los ricos se evaporan y los servicios públicos, y con ellos nuestros derechos, se desnutren. No en Madrid, aquí también, en toda España. Arrecia la propaganda que quiere que veamos mérito en la riqueza, mezquindad en la rebeldía del pobre, humildad en la aceptación de la caridad y privilegio en los sueldos desahogados. Vivir bien es inaceptable si no creas puestos de trabajo. Mi padre fue agricultor y peón y tornero en la industria. No creó ni un puesto de trabajo en su vida, trabajó y cobró por su trabajo. No hay ningún matinal televisivo que explique qué gramo más de dignidad tenía el empresario que él. Ni qué mayor dignidad tiene Florentino Pérez respecto de un profesor o una cirujana que vivan con desahogo. Arrecia la propaganda del individualismo y de que el que necesita asistencia es que no fue previsor y no tiene derecho a que los demás le saquemos las castañas del fuego con «paguitas» (con la falta que hace el dinero para oficinas del español en Madrid y para la Iglesia). Hay restos neandertales por los que se sabe que llegó a viejo un sujeto sordo, con mutilación temprana de un brazo y con cojera. Se considera un rasgo de inteligencia y humanidad que sobreviviera décadas por la protección del grupo. Los neandertales estaban por delante de la propaganda que arrecia y de las propuestas desvergonzadas que vienen de las derechas en todas partes. Ni las maneras ajenas a la democracia y el mínimo buen gusto de la derecha deben distraernos de la gestión social del Gobierno, ni la gestión social del Gobierno debe distraernos de que esa gestión solo hizo algo más compasiva la misma corriente neoliberal, económica y de valores. Son fechas para buenos deseos. Que el nuestro sea ser mejores que los neandertales.