Opinar es libre
Opinión
09 Dec 2022. Actualizado a las 05:00 h.
Hay quien opina que la peor consecuencia de la eliminación de la Selección Española de Fútbol masculina en el Mundial de Catar (tras caer contra Marruecos en octavos y en los penaltis) es que se han terminado las tribunas de M. Rajoy en las que escribía sus primeras impresiones de los partidos con reflexiones del tipo «Alemania es Alemania». En una semana en la que hemos tenido un incómodo acueducto (con dos festivos por el medio) para quienes hemos trabajado el lunes, el miércoles y hoy, recuerdo que el expresidente del Gobierno prometió cambiar estas situaciones y trasladar esos días festivos a lunes y viernes (de tal manera que se acumulaban tres días juntos de descanso para las y los trabajadores y era más beneficioso para las empresas). Al final no se aplicó, y era de las pocas cosas que creo que el PP hubiera hecho bien. Opinar es libre, hasta incluso si un día como ayer, la Inmaculada Concepción, tiene sentido alguno que continúe siendo festivo en un país sin religión oficial. Entiendo que Semana Santa y Navidad cada vez más se han desvinculado de su sentido católico y que la costumbre ha hecho que independientemente de las creencias se ha convertido en una celebración cuasi pagana (en un caso para viajar y hacer turismo y en el otro para juntarse con la familia y las amistades), pero festivos como el de ayer o los del 6 de enero, el 15 de agosto y el 1 de noviembre creo que su única razón de ser está en el famoso Concordato de 1979 (cuya vigencia no entiendo por qué sigue en pie), cuyo articulado fija una serie de días coincidiendo con festividades católicas (y en el caso de Asturias/Asturies hay que añadir el 8 de septiembre, que ante los choques habituales con los discursos del Arzobispo en Covadonga/Cuadonga, cada vez más se expande la idea de cambiar el día de la comunidad autónoma para el 25 de mayo, algo que personalmente apoyo).
La publicidad (y la propaganda) puede que sea una de las actividades más denostadas y criticadas, pero es evidente y notoria su fuerza en la transmisión de mensajes y en la influencia que ejerce en las personas. Hay anuncios que calan, que gustan y que emocionan, aunque al mismo tiempo hay quien expresa criticas al emisor o al propio contenido. En estas fechas en la que hay clásicos como «El Almendro vuelve a casa por Navidad» o el de Loterías con el sorteo del 22 de diciembre, una bebida alcohólica (cuya publicidad está prohibida en televisión, pero no así por redes sociales) ha viralizado un spot que no ha dejado indiferente a nadie. J&B, una marca de whisky, se ha marcado un tanto en una bebida considerada «cosa de hombres» para apoyar los derechos de las personas LGTBIQ+, en un momento en el que es actualidad la tramitación de la llamada ley trans. Desde la canción elegida (She, de Charles Aznavour, en versión de Elvis Costello) hasta la ambientación (una familia se traslada a una casa rural en Uclés, en Cuenca) conmueven. Para muchas personas la familia, lejos de ser un apoyo, son el primer escollo, por lo que evitan acudir a eventos tan tradicionales como la cena de Nochebuena. Aunque ha habido mayoritariamente elogios, también ha tenido sus críticas, sobre todo porque el anunciante es una bebida alcohólica (con bastante graduación, cuyo consumo conlleva consecuencias negativas en la salud) y por la vinculación que se hace con que el maquillaje cambia el sexo de una persona (por los que se les ha acusado por algunas personas de «homófobos» y «misóginos», aunque la marca se ha defendido que simplemente intentaron «plasmar la complicidad y la empatía del abuelo con su nieta y su esfuerzo personal para que pueda celebrar la Navidad mostrándose como es ante su familia»). La opinión es libre.