Quijote de mediana factura
Opinión
El Ballet de la Ópera de Niza recala en el Festival de Danza de Oviedo y cuaja una aceptable velada de clásico algo desacompasada, con la música en directo de la Oviedo Filarmonía
13 Jun 2022. Actualizado a las 21:51 h.
Siempre es difícil dar cuenta en el escenario de la pauta del ballet más académico, sobre todo, si se trata de una coreografía tan exigente y conocida en el planeta danza como el «Don Quijote» de Marius Petipa (1818-1910). La dificultad tiene un sentido extra para el aficionado español, por lo que significa adaptar un texto que, como el de Cervantes, por más universal que ya sea, nosotros seguimos leyendo en clave nacional muchos de sus alrededores: sus significados y sus significantes.
La cuarta del Festival de Danza trajo a Oviedo, a finales de mayo, la versión de Eric Vu-An, director artístico del Ballet Nice Méditerranée (Ballet de la Ópera de Niza) desde 2009 y uno de los pocos estabilizadores, por así decir, del agónico panorama de las compañías de danza en medio mundo; un vector, este de la inestabilidad, agravado enormemente desde la pandemia.
La muestra de Oviedo siempre mantiene un nivel bastante parejo en el clásico; no en vano siempre ha sido el fuerte de este festival, aunque en la última década se haya hecho más heterogéneo, según ofertas y circunstancias. Por eso el Ballet de la Ópera de Niza es un habitual en el entarimado ovetense: una de las últimas veces que estuvo en Oviedo fue en 2015, con un programa mixto en el que figuraba una coreografía de Nacho Duato, «Gwana». Aquella velada se saldó con una buena representación, igual que esta de «Don Quijote», aunque cabría hacer algunas matizaciones.
Lo expuesto por los de Niza estuvo bien, a pesar de las dudas técnicas, que afloraron en algunos momentos clave, de Luis Valle Ponce (sobre todo, en el tercer acto), y que dejaron al descubierto no tanto que no se supiera la coreografía como el miedo al rol de Basilio. No es de extrañar que se tenga respecto al desarrollo coreográfico y técnico de un papel tan exigente, pues no solo hay que estar muy preparado, sino muy seguro, y además muy coordinado con la orquesta (la partitura de Ludwig Minkus fue interpretada por la Oviedo Filarmonía), cosa que a Ponce no le pasó. Un bailarín puede tener miedo por muchas razones, entre ellas el tiempo de ensayo que se haya podido tomar con la música en directo. Hubo partes salvables, hasta cierto punto.
En cuanto a Ekaterina Oleynik, que sostuvo los roles de Kitri y también el de Reina de las Dríades, estuvo atinada y responsable, algo que se aprecia en coreografías tan conocidas y tantas veces vistas y estudiadas. Y si bien en el primer acto, la parte digamos más gallarda de la obra, tuvo tronío, le quedó algo escueta la españolidad. En el segundo, el del ballet blanc, estuvo más que correcta, y además se la vio ligera. Igual que el resto del elenco, que mantuvo el tono durante toda la representación.
Quizá una de las partes que pasa más desapercibida en la obra es el cuadro del Rey de los Gitanos, aunque es sencillamente fantástico y pone un toque de modernidad, presente ya en 1869. La frescura que imprime y el punto de, digamos, bohemia y piratería que refleja es realmente bello y distinto. Y bello lo hicieron los de Niza, en su exhibición de saltos semi acrobáticos, para dar patente de corso a ese aire zíngaro en una noche de La Mancha. Muy loable y bien traído.
El elenco, incluidas las intervenciones de Espada, de las gitanas principales o de Cupido, estuvieron bien, con el nivel en su sitio, justo en esa línea media tan media, para armar con suficiente solvencia una coreografía de este calado. De igual modo, la pantomima, tan propia de este ballet, traída de la mano de Quijano, Sancho Panza y Camacho, se exhibió con el tono debido.
Por último, decir que las aportaciones coreográficas del director artístico se ciñen fundamentalmente a dos aspectos: a aligerar la original, simplificando algunas variaciones (pasos a cuatro, a dos, o tríos; debe decirse que no hay revisión no lo haga), y a matizar un porté, que el francés convierte en un tumbado de Kitri en los brazos de Basilio.
Ficha técnica y artística
Don Quijote
Coreografía: Eric Vu-An, basada en Marius Petipa (1869)
Dirección artística: Eric Vu-An
Música: Ludwig Minkus
Maestra de ballet: Eleonora Gori
Kitri y Reina de Dríades, Ekaterina Oleynik; Basilio, Luis Valle Ponce; Don Quijote, Michel Bejar; Dulcinea, Zaloa Fabbrini; Mercedes y Damas de honor, Julie Magnon Verdier; Espada, Theordore Nelson; Sancho Panza, Thomas Rousse; Camacho, Giacomo Auletta.
Cuerpo de baile, elenco femenino: Verónica Colombo, Alba Cazorla Luengo, Julie Magnon Vardier, Alicia Fabari, Ilenia Vinci, Sayaka Tanno, Nina Martiarena, Lisa Bottet, Sarah Barthez, Madeleine Pastor, Alisha Brach, Anne-Elisabeth Dubois, Dora Princ, Eleonora Scotto, Poppy Jardine, Amandine Biel, Melissandre Cirre, Anna Guillermin.
Cuerpo de baile, elenco masculino: Theodore Nelson, Zhani Lukaj, Shigeyuki Kondo, Isaac Shaw, Ivan Maimone, Alessandro Pulitani, Noah Dunlop, Sacha Genet, Romain Sirvent, Riccardo Rodighiero.