La Voz de Asturias

30 años de unas navidades negras de carbón

Opinión

Benjamín Gutiérrez Huerta
Minero detenido en las movilizaciones mineras durante el encierro del Pozo Barredo. Mieres. Asturias 1991

Se cumplen tres décadas de la gran huelga minera de 1991-92 que culminó con una marcha contra la reducción del sector minero

12 Jan 2022. Actualizado a las 05:00 h.

El aniversario de la movilización minera del fin de año de 1991 e inicio de 1992 ha pasado sin casi notarse. Como suele ser habitual en los aniversarios obreros o sociales, que pasan desapercibidos para el gran público, frente a los más institucionales u oficiales. La lucha obrera siempre es poco visualizada en la Historia Oficial, porque no es la de los ganadores.

Asturias y nuestro sector minero tienen un largo historial de combatividad, desde las huelgas de principios de siglo, la del 1906 a la del 17, la Revolución de 1934, las huelgas de los años 60 y, ya en democracia, en los años 80. En la recta final del siglo XX, este conflicto entre el final de 1991 y el inicio de 1992. Un sector siempre en crisis y siempre en conflicto, que aún hoy, pese a la descarbonización, sigue manteniendo actividad y sigue latente, por lo que siempre queda pendiente una última batalla.

El 26 de diciembre es cuando se inicia la huelga de 20.000 mineros de Hunosa y Minas de Figaredo, cifra que ahora resulta astronómica, a mediados del mes de enero de 1992, con la exigencia de que el Instituto Nacional de Industria (INI) retirase un plan de empresa para Hunosa, que preveía eliminar 6.000 empleos. El nivel de conflictividad con el encierro en el Pozo Barredo y las movilizaciones aledañas fueron referencia informativa y sacudieron los cimientos del aquel entonces gobierno socialista. Porque, si bien el PSOE siempre ha sido el partido mayoritario en las minas de las cuencas, no por ello el gobierno de Felipe González, con Carlos Solchaga de ministro de economía, no descartaban la vía del fin del sector. Porque en aquella Europa de bloques, Thatcher y Felipe eran del mismo bando.

Una cuestión fundamental a resaltar de aquella movilización fue la unidad de las dos fuerzas mayoritarias en Hunosa, el SOMA y CCOO. Hay que recordar también que los sindicatos minoritarios nunca han llegado a calar en el sector público minero asturiano. CCOO y UGT llevaban enfrentados y con dureza, desde el fin de la misma dictadura y la reaparición de la UGT. Tras la victoria de CCOO en las primeras elecciones sindicales, el SOMA se había impuesto en todas las demás. Era, pues, una relación de enfrentamiento constante. Pese a ello, se unieron y ambas ejecutivas se encerraron juntas en una demostración de unidad. Capacidad real de lucha a lo largo de la historia del movimiento obrero y en Asturias. Como no, con la referencia de la Revolución del 34 y su Unión de Hermanos Proletarios. La imagen de un minero herido en Mieres con su carnet del PSOE en la mano y su cara ensangrentada abrió el telediario de Antena 3. Porque era un gobierno del mismo partido que gobernaba Asturias y Mieres, quien estaba mandando a la policía a enfrentarse todos los días en las calles.

El historiador de referencia sobre la materia es Ramón García Piñeiro con múltiples publicaciones. La repercusión mediática estatal de esta huelga también ha sido recientemente analizada en esta publicación. El reportaje audiovisual Navidades Negras sigue siendo una referencia en redes sobre este conflicto. 

En este siglo XXI la minería asturiana ha demostrado su combatividad nuevamente, pero aun así las imágenes de 1991 son impactantes y el hecho del encierro de dos direcciones sindicales también. Se podrá valorar el resultado positivo o no de lo conseguido con la movilización, pero partiendo de que se ganó tiempo, inversiones y dinero para un sector que llevaba en crisis en Asturias desde el fin de la autarquía franquista o incluso desde la caída de precios, tras la I Guerra Mundial.

Muchas veces no sabemos reconocer el valor de la historia cercana, en este caso de 30 años y darle la importancia social y de instrumento de transmisión cultural que debería tener. Hoy muchos nietos y nietas de las cuencas se sorprenderán al conocer la vivencia de sus familiares en aquellos días. En cada casa siempre hay una historia que contar y escuchar, para ser transmitida y entender así la realidad actual. Unas cuencas mineras asturianas donde en muchas familias se llegó a un nivel de vida que las anteriores generaciones no hubiesen pensado, sin levantarse nadie por la mañana a trabajar realmente.  

Para los que crecimos viendo por el televisor la derrota de los mineros ingleses. Las navidades negras eran preludio de aquellas navidades inglesas, donde los hijos e hijas de los mineros hicieron cola para tener regalos de navidad de solidaridad. El miedo a un futuro incierto. De aquel 1991 queda el largo final del carbón como sector y el ejemplo de la combatividad minera como un mito de la cultura asturiana y obrera en general.


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