La Voz de Asturias

Razones y sinrazones de los estudios de deportes en la universidad asturiana

Opinión

José Alba Alonso | Manuel José Álvarez
Instalaciones deportivas del campus de Mieres

30 May 2021. Actualizado a las 05:00 h.

Seguimos hablando de un grado en Ciencias de la actividad física y el deporte (en lo sucesivo deportes) que no acaba de aflorar en Asturias. Y van…. De hecho, estamos inmersos en una de las polémicas que caracterizan a este país: todos lo queremos y la solución es que nadie lo tenga, construimos algo y lo dejamos languidecer; y es que sería deseable decantarse por cualquier opción, pero activamente, no dejar que todo muera por omisión o por cansancio, o por seguir esperando un futuro poco fundado.

Ha llovido mucho desde 2017 y seguimos igual: ni Avilés, ni Mieres, ni Xixón, ni Úviéu. El gobierno asturiano descartó la propuesta de financiar una titulación pública en deportes y, ahora que hubo alguna declaración, nos planteamos si hay alguna posibilidad de rescatar la propuesta que no nos consta que se haya retirado. La decisión, en cualquier caso, habrá que tomarla entre las alternativas existentes. Lo cierto es que, pasando al ámbito autonómico, no hay aquí norias machadianas, pero hay norias virtuales, a las que quedan enganchados muchos proyectos. Vueltas y vueltas y más vueltas para que, al final, tras varios años, estemos en la posición de partida.

Todo empezó cuando un centro adscrito, Padre Ossó, pretendió poner en marcha un grado en deportes en Mieres. Este centro tiene gran vinculación con especialidades docentes de grado y postgrado en dicha materia. Y recogía, entendemos, una idea que formaba parte del programa para el rectorado de José Muñiz, quien no resultó elegido. Dado que no había iniciativa pública, parece que el centro citado pretendía que la Universidad de Oviedo le dejase implantar un grado en deportes en Mieres. ¿Qué suponía esto para la universidad? En primer lugar, dotarla de unos estudios que no tiene, en segundo lugar, dar uso a unas instalaciones infrautilizadas y, finalmente, cumplir un compromiso adquirido con una comarca donde se sellaron varios pozos, incluido el de Barredo, que supusieron una inversión cuantiosa de caudales públicos. Por el contrario, implicaba que la oferta fuese de un centro adscrito y no directamente de la propia universidad, lo que implica que la gestión sea privada y los pagos de los estudiantes sean mayores, si bien todo ello bajo el control final de la Universidad de Oviedo.

Vayamos por partes, porque se agolpan las preguntas, y es obvio que no podremos responder a todas, pero entendemos que sí debemos arrojar luz sobre cuestiones relacionadas con lo que llevamos años explicando en las aulas, Economía. Podemos plantearnos ¿Para qué poner un grado en deportes? ¿Por qué implantarlo en Mieres, en su caso? ¿Tiene que considerar la universidad cuestiones como su contribución a la reactivación de una zona? ¿Qué cuesta esto a la universidad? ¿Qué aporta? ¿Es mejor seguir discutiendo hasta el infinito o tener una opción que no sea la más deseable in puribus? Son muchas cuestiones, que darían para todo un estudio. Vamos a abordar parte del todo y a razonar por qué pensamos que se está perdiendo, si no se ha perdido ya, una oportunidad de plata. Y en deportes la plata es muy importante, aunque lo deseable sea el oro.

En primer lugar, el centro que propuso poner en marcha el grado arriesgaría su dinero. La iniciativa original no solo no incrementaría costes a la universidad, sino que le permitía poder tener algunos nuevos ingresos al ceder instalaciones (suponemos que la cantidad no sería muy alta, no es previsiblemente un negocio que genere flujos dinerarios cuantiosos), así como, sobre todo, procurar una mejor operatividad y el mantenimiento de las mismas, lo que no es poco. Y entendemos que es una responsabilidad social importante dar (mayor) uso a un magnífico edificio principal, a instalaciones deportivas y a una residencia estudiantil, todo ello pagado con dinero público.

Si en los años transcurridos desde la inauguración en 2002 no hemos podido asentar más estudiantes y profesores en Mieres, no parece que se abran ahora perspectivas rompedoras. Y jamás se ha llegado a matricular ni a una cuarta parte de los estudiantes para los que se proyectaba la instalación, sin que esto sea un demérito para los equipos de dirección, que han logrado establecer titulaciones de ingeniería interesantes y con cierta demanda, pero que no son suficientes para poder pensar en el éxito de una iniciativa compartida por universidad, gobiernos, sindicatos y ayuntamiento, sobremanera en lo que concierne a polideportivo y residencia.

Empieza entonces el mecanismo de la confusión, y se plantea que el grado pueda estar en una de las tres ciudades mayores de Asturias ¡o incluso repartida! En ellas hay, obviamente, más instalaciones que en Mieres y cuentan con magnífico profesorado. Pero también hay muchísima más población que practique deporte en las mismas. No entendemos cómo se plantea ese inventario de pistas, polideportivos, gimnasios, piscinas, velódromos, campos de fútbol y demás, sin considerar que todas esas instalaciones están siendo utilizadas. Destinar lo existente al grado en deportes implicaría la construcción de nuevas infraestructuras para suplir las deficiencias generadas en servicios de los que ahora disfrutan la población playa y carbayona, o mermar considerablemente los servicios a la población.

No pasa lo mismo en Mieres, donde las telarañas -permítasenos la licencia literaria- proliferan entre las gradas y las porterías, las vallas y las colchonetas, y donde la residencia universitaria ha albergado todo tipo de usuarios no universitarios, a falta de estudiantes. En definitiva, el importante coste de oportunidad de otros lugares no existiría en Mieres, donde se reduciría en gran medida (posiblemente al uso de la piscina municipal, bastante cercana). Pero, tanto el gimnasio como el circuito de carrera, el polideportivo, los 7 campos para fútbol, las 4 pistas de pádel, las 2 de tenis y la residencia del Campus de Mieres tienen muchísimo menor uso que las instalaciones de las otras alternativas surgidas.

Primer error, pues, considerar que se pueden duplicar los usos alegremente sin coste alguno: o se va a inyectar dinero o se limita un servicio a quienes ahora disfrutan del deporte en su ciudad. El caso de Mieres es distinto, hay recursos ociosos susceptibles de ser utilizados, y la universidad tiene la responsabilidad de rendir cuentas a la sociedad respecto a lo que esta ha sufragado, evitar que los costes hundidos proliferen, hacer algo con los talentos y no enterrarlos, y cumplir compromisos adquiridos.

¿Pero quién va a ir a Mieres a estudiar, incluso a vivir? Vamos a tratar de razonar por qué pensamos (es posible que equivocadamente) que sería un campus muy adecuado para un grado en deportes. En primer lugar, quienes cursan estudios de este tipo suelen dedicar tiempo a entrenamientos y un grado como aquel puede permitir alcanzar la masa crítica para que se cree un ambiente joven que no existe actualmente en el entorno. Los pocos estudiantes venidos de fuera que estudian en Mieres tienden a vivir en la capital (pese a que los pisos sean más baratos en Mieres, haya plazas en la residencia y tengan muchos servicios). Si se consiguiese un núcleo de personas interesadas en el deporte cabría favorecer algo distinto y complementario de las enseñanzas de ingeniería, de tipo muy diferente a un grado con mayor vocación grupal y socialización, y que podría contribuir a crear sinergias. 

Por otra parte, es común que centros con grado en deportes formen equipos para distintas competiciones, lo que aglutina. Son muchos los deportistas juveniles de otras comunidades autónomas que se han alojado en la residencia universitaria de Mieres cuando han acudido a competiciones en Asturias, y están familiarizados con el entorno. Algunos serían potenciales estudiantes del grado. Todo esto quedaría más diluido en las ciudades mayores.

Los estudios que se desarrollan en Padre Ossó no han contemplado hasta ahora especializaciones en montaña, pero Mieres ofrece unas condiciones singularísimas de cara a deportes asociados con la misma; dispone -en un radio muy reducido- de dos estaciones de esquí con poco uso los días laborables, lo mismo que una variedad enorme de recursos para el montañismo y la escalada, que son bienes comunes. Ni en León, con una oferta más general, ni en La Coruña, donde se orientan a deportes náuticos, tienen esa alternativa, y habría que ir hasta Girona para encontrarla. No es un elemento determinante, pero permitiría realizar una oferta específica y diferenciadora, que no sabemos si está o no en las propuestas realizadas.

Si la Universidad de Oviedo no financia estos estudios, si parten de un centro adscrito que cobra una cuota mensual a quienes estudian en él, cabe pensar que se produce una gran distorsión, una pérdida para la sociedad: los estudiantes deberían pagar más. Celebraríamos que se pudiesen ofertar los estudios de grado a una tercera o cuarta parte del coste que puedan tener si se promueven privadamente…pero ¿Quién pon les perres?

La alternativa para las personas interesadas, hasta ahora, ha sido asumir el coste muchísimo mayor que supone desplazarse a otros lugares. Una segunda opción es renunciar a los estudios del grado en deportes y orientarse a los de formación profesional, algo que están haciendo bastantes jóvenes. O dedicarse a otra cosa, por qué no. Las opciones posibles, cuatro años después de la primera propuesta, siguen siendo las mismas que entonces. No hemos alcanzado mejora ninguna para la sociedad, y lo paradójico es que nadie había luchado por tal grado hasta que Padre Ossó lo hizo y surgieron las discusiones. Era un punto perdido en un programa electoral.

Un aspecto no menor es el de la contribución al desarrollo local. Tenemos buenos amigos y colegas que interpretan que no es esa función de la universidad. Estamos de acuerdo en que no es la principal, evidentemente. Pero si existe una posibilidad con menor coste de oportunidad en instalaciones y con alguien que asume los costes, se han adquirido compromisos con una comarca y, además, eso contribuye a dinamizar un entorno que tan bien dibujó Maxi en Carne de gallina, entonces parece fácil la opción.

Lo que para Uviéu y Xixón sería una cosa más puede ser muy importante para Mieres, creemos que ambas ciudades deberían mirar más por competir en otras ligas de mayor altura, tal vez Avilés pudiera ofrecer argumentos importantes en este terreno. Pero incluso podemos remitirnos al debate político, una proposición no de ley del PP en la que se planteaba la ubicación del grado en Mieres fue aprobada en mayo de 2018 con apoyo de IU en la Junta General del Principado de Asturias. Aníbal, alcalde de Mieres, sabe bien de la importancia que algo así supone para su concejo, y la confluencia de votos de dos partidos tan diferentes no deja de ser muy significativa, aunque posteriormente haya habido derivas locales. PP e IU consiguen que el parlamento pida que el grado del Deporte vaya a Mieres.

Nos consta la preocupación que tuvo el anterior rector, quien hasta participó en Mieres en una carrera popular concerniente al tema, pero se vio en medio del fuego cruzado desde cuatro posiciones geográficas y otras tantas políticas, al menos, que sería deseable remitiesen. Estamos convencidos de la capacidad que profesionales docentes de los Campus de La Laboral y Llamaquique tienen (pero no sabemos cómo se asumirían los costes) y pensamos que no es probable una apuesta de la sociedad asturiana para dotar más medios que pudieran atender una iniciativa netamente pública y con los precios tasados de una matrícula convencional.

Por otra parte, nos gustaría que se aprovechasen las oportunidades. Con ese lenguaje usado en cada campo, en Economía se utiliza la expresión «second best», quiere decir que cuando no se puede lograr algo, y tal parece el caso, sería bueno alcanzar una solución de menor calado, pero que es la mejor que puede lograrse.  Ahora parece necesario pensar si vamos a seguir dando vueltas a la noria o si tomamos una determinación, porque esta noria no permite sacar agua, produce contiendas o silencios mortuorios y parece que deja orillada una iniciativa que podría estar funcionando.

Hace aproximadamente año y medio que la universidad propuso al gobierno asturiano el grado en deportes, o al menos eso dice la prensa de la época. Como resultado del trabajo de una comisión técnica, se alude a un coste anual de 300.000 euros y con adscripción a la facultad de Ciencias de la Educación y Formación del Profesorado, sin especificar ubicación. En algún momento el rector habló de una inversión inicial de un millón de euros en Mieres o diez millones en Xixón si se planteaba realizar una oferta pública que dotase instalaciones. Por cierto, sería bueno que hubiese mayor transparencia y la comunidad pudiese acceder a los documentos que se hayan elaborado.

Tras la negativa del gobierno asturiano a financiar la nueva titulación pública vino la pandemia, que seguramente habrá contribuido a que se abordasen otros temas y no este. Pero nos han sorprendido noticias de esta semana que nos remiten al mito de Sísifo ¡Qué pena da pensar que la historia del no-grado de Mieres viene a ser una metáfora de nuestro devenir, como sociedad poco capaz de lograr solucionar las grandes cosas con muchos pequeños pasos como este! Mas estamos convencidos de que el nuevo rector encauzará un tema enquistado y que se suma a muchas decisiones en un mundo complejo como el universitario, y en tiempos difíciles. 

Con el afán de aportar una perspectiva, sin que podamos conocer elementos de detalle (que habrán valorado estos años quienes deciden), ponemos sobre la mesa varias cuestiones de índole económica y también, por qué no, la opinión personal de profesores que vivimos en la sociedad y nos debemos a ella. Y esperamos que se den las condiciones para llegar a un punto de encuentro posible, que no podrá estar en el Annapurna ni en el Picu Urriellu, sino en cumbres más cercanas y menos complicadas.

La pandemia puede ayudar, porque pensamos que nos ha hecho valorar más lo que resulta posible, aunque no sea lo que desearíamos. Dura lex, sed lex, no menos duro es hacer lo que plantea la Economía, definida claramente por Samuelson y Nordhaus: «El estudio de cómo las personas y la sociedad eligen emplear recursos productivos escasos que tienen usos alternativos; estudia la producción de bienes y servicios que se realiza, así como su distribución para el consumo, ahora y en el futuro, entre distintos grupos de la sociedad. Analiza los costes y beneficios de tales decisiones, que pueden no implicar el uso de dinero». Sin embargo, somos conscientes de que hay otras perspectivas que la económica, pero esta no puede dejar de ser contemplada, junto con muy importantes aportaciones de diversos campos, incluido el político.

 

José Alba. Profesor de Economía Aplicada

Manuel José Álvarez. Profesor de Fundamentos del Análisis Económico


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