La Voz de Asturias

El miedo al sexo (II)

Opinión

Ángel Aznárez
Manifestación por el orgullo LGTBI en Oviedo

04 Apr 2021. Actualizado a las 12:23 h.

 (Segunda parte)

El trastorno de la personalidad narcisista es en todo caso más frecuente en los hombres que en las mujeres.

Marie France Hirigoyen, en «Los narcisos».

 

Ya escribimos que Judith Butler, de un nuevo feminismo (queer), tanto en su afán de que los deseos sean reconocidos, pues vivir únicamente en compañía del deseo acaba en locura, cuanto en su lucha contra el sufrimiento (su pensamiento es de emancipación), buscó la superación de los esquemas estáticos o binarios del sexo (lo masculino y lo femenino), a favor de lo dinámico del género o trans, que, según la Sentencia del Tribunal Supremo español (685/2019, de 17 de diciembre) han de tener preferencia «los aspectos psíquicos y psicosociales sobre los cromosomáticos».  O sea, un deseo de abandonar el sexo que se tiene por el nacimiento y un deseo de pertenecer al «otro». Una transexualidad definida (Angel Acedo Penco, Derecho de la persona) como «un derecho subjetivo personalísimo a adoptar una  identidad sexual  diferente a la que, desde el nacimiento e inscrita, se pertenece, forzosa y biológicamente, para adecuarla jurídicamente a su propia realidad y desarrollo personal».  

Tal realidad sexual, por afectar a muchas personas, que también ocupa a iglesias institucionalizadas, no sólo tiene un interés contemplativo o teórico, sino que también práctico:

1º: A principios de los años 2.000, en cuanto notario, tuve que efectuar un juicio de conocimiento e identidad, previo a la autorización de un testamento, de una persona trans. 2º: Hace poco años, en cuanto magistrado, tuve que instruir unas diligencias previas, habiendo sido investigada una persona trans, de tránsito de hombre a mujer.  3º: Desde la Ley 3/2007, de 15 de marzo, se regula la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas, existiendo, desde entonces, una jurisprudencia y una practica registral (Instrucción de la Dirección General de los Registros y del Notariado de 23 de octubre de 2018), que reconoce la realidad de lo transexual. 4º: Y como datos últimos señalemos la Sentencia del Tribunal Constitucional 99/2019), de 18 de julio, y el llamado Borrador de la Ley para la Igualdad real y efectiva de las personas trans, elaborado por el Ministerio de Igualdad.  

Si ayer, años setenta del siglo XX, el sexo era un pequeño apartado en manuales de Derecho Civil, preocupado exclusivamente por la capacidad de la entonces «mujer casada», hoy el sexo es atención principal, en primer lugar (I) del Derecho Constitucional, no siendo ya un asunto exclusivamente privado del Derecho de Familia, sino una institución integrante de la llamada «Democracia sexual, objeto de debate político», y con un corpus de leyes «sexuales», incluidas las matrimoniales. Atención principal, en segundo lugar (II) del Derecho Civil, por la posible variación o cambio en la identidad de género, que puede ser ya (el sexo) un nuevo estado civil, añadido a los tradicionales (v.g. el de casado o soltero, la filiación, nacionalidad y/o vecindad, etc.). 

Y ahora vayamos ya al Borrador de Ley para la Igualdad real y efectiva de las personas físicas, aconsejando la lectura de la Exposición de Motivos en su repaso a derechos fundamentales, que son la dignidad, la intimidad y la igualdad de las personas, a los convenios internacionales, legislaciones y a la jurisprudencia española, sorprendentemente muy avanzada. Antes debemos señalar:  

El repetido Borrador que se dice ser «fruto de la lucha del movimiento trans, a la vanguardia del movimiento LGTBI», es radical, no estando la radicalidad en sus efectos, pues los artículos 14 del Borrador y 12 de la Ley 3/2007 son idénticos, sino por lo siguiente: 

 

Al mito de la virilidad y de que al héroe el contacto con la mujer le debilita (Sansón y Dalila o Eneas y Dido), se ha contrapuesto lo del miedo del hombre a la mujer, que fue constante en el siglo XX. María Bonaparte hizo observar a Freud que «el hombre teme a la mujer», replicando este que «con razón». Después vendría lo de Alma Mahler-Werfel, que sobre Gustav Mahler escribió: «Era un solterón con miedo a las mujeres. Su miedo a ser 'arrastrado hacia abajo' era infinito». No parece haber duda  de la existencia de una «crisis de la masculinidad», que es contemporánea a la emancipación de la mujer en búsqueda de la igualdad sexual. Muchos varones ya apuntan que son más cómodas las peripecias con el móvil telefónico o las tabletas que con el sexo.

Es verdad que la identidad masculina, más que la femenina, es via difficilior, acaso por ello el hombre ha de decir dolorosamente primero no a su madre, para luego poder decir no a las otras mujeres; acaso por ello el hombre, a veces, construye inexpugnables barreras intelectuales, de más fortaleza que el cemento armado, concluyendo, falsamente, que nada le interesa lo otro, lo distinto o lo femenino; acaso por ello, también por miedos e impotencias, lo masculino desemboque en violencia, en violencia contra la mujer, abusando y agrediéndola física y psíquicamente.  

Y concluyo: La inglesa Susan James, a propósito de los feminismos, que distingue al feminismo de la primera, segunda y tercera ola, escribe que tal vez de ellos venga la contribución más original y retadora de la filosofía política contemporánea. De lo mejor sobre Política y Feminismo se pueden considerar tanto Historia del pensamiento político del siglo XX, a cargo de Terence Ball y Richard Bellamy (Ediciones Akal, 2018) como Las ideas políticas en el siglo XXI, con coordinación a cargo de Joan Antón Mellón (Ediciones Ariel). 

Es llamativo que desde Norteamérica hayan llegado a Europa, tierra dada a un antiamericanismo intelectual y a complejos de inferioridad, las más interesantes reflexiones sobre y para el desarrollo humano, que exigen la Justicia (estudios John Rawls) y la Libertad o las libertades, entre ellas la muy importante libertad sexual (estudios de Judith Butler).


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