El revés andaluz no es culpa de la clase obrera ni del pueblo es de una izquierda débil y acomplejada
Opinión
12 Dec 2018. Actualizado a las 05:00 h.
La puerta a la victoria oligárquica lleva tiempo abierta con las políticas de austeridad, recortes y privatizaciones de lo público, por los cuarenta años que el PSOE e IU-PCE llevan colaborando con la derecha. Las estadísticas oficiales dicen que los pactos y acuerdos con los socialistas andaluces, solo han servido para dejarlos en la cola de las comunidades en desempleo, desarrollo económico o servicios públicos. Lo único que lidera la gestión política del PSOE de Susana Díaz, es la lista de socialistas encausados por corrupción junto con el PP y el PDCAT en Madrid, Barcelona o Valencia. Pero esto duró hasta que el neoliberalismo fue consciente, de que las próximas elecciones generales las pueden perder por el acuerdo de gobierno del PSOE de Pedro Sánchez con Unidos Podemos, que había creado una fuerte expectativa popular. De ahí construyen su táctica, a la cuales no son ajenas las colaboraciones del viejo aparato neoliberal de Felipe González y Susana Díaz y nos lo cuenta su precipitada convocatoria de elecciones andaluzas. Esta política aplicada neoliberal de austeridad, de recortes para el pueblo y de corrupción política, es la primera piedra que explica la derrota de la izquierda en Andalucía y Brasil.
Pero primero conozcamos los aciertos tácticos del enemigo principal de la clase trabajadora y el pueblo español. En los momentos acuciantes que creó la entrada de Podemos con su éxito electoral, junto a la IU de Garzón en las elecciones europeas del 2014 más el triunfo de Pedro Sánchez logrando la Secretaría General del PSOE, que es mantenida en un duro conflicto interno con los neoliberales felipistas hasta la triunfante moción de censura, la oligarquía neoliberal ha logrado desviar la atención social, primero sacrificando a CiU, que se encontraba al borde del precipicio por los escándalos de corrupción, con la provocación de las movilizaciones por el derecho a decidir de Cataluña en la que cae toda la izquierda, blanqueando el partido con el nombre del PDCAT mientras el Estado aplica una represión desmedida y la justicia que depende del poder económico y político los encausa y encarcela. Al final, todos los que tenían las de ganar las elecciones catalanas, que eran las confluencias entorno a Ada Colau, Podemos, IC e EUiA en alianza con el PSOE, quedan relegados a las últimas posiciones con el PP catalán que es sacrificado, ganando el neoliberalismo conservador de Cs y PDCAT, como héroes y mártires.
Hoy de nuevo, la oligarquía neoliberal entrelaza una trama mediática con la colaboración del PSOE andaluz de Susana Díaz, que convoca alevosamente un adelanto electoral nada más conocer el acuerdo presupuestario entre Unidos Podemos y el PSOE de Pedro Sánchez, que ante sus dificultades de poder aprobarlos y menos aplicarlos en un parlamento en completa minoría, se parece más al preludio de preacuerdo electoral para las próximas elecciones, con el resultado de un salto enorme del PSOE y un avance de Unidos Podemos en las encuestas. Pero esta vez en los cromos cambian y a los malvados los representan unos majaras excluidos del PP por pesados, sin proyecto político capaz de contar, excepto la de contrarrestar en formato payasadas, las reivindicaciones de Podemos entorno a temas marginales con el sí a las corridas de toros, la caza o contra la ley de igualdad de género, junto las consabidas defensas de la bandera de España, el aguilucho y su unidad y por estas provocaciones, porque otra cosa no hicieron y lo que pueda hacer mañana el fascismo es harina de otro costal, donde estos poco pintarán, por eso son declarados como el principal peligro de Andalucía y de toda España por el poder mediático y sorpresivamente por el conjunto de la izquierda parlamentaria y extraparlamentaria y aquí, quien ocupa el espacio dirigente es el PSOE de Susana Díaz, que le hace la campaña electoral bajo la tesis, de que dividir el voto de la derecha les favorecería, lo cual es mentira y más sabiendo que un partido españolista que dice defender a los trabajadores no quita votos a la derecha, sino que quita votos a la izquierda, sobre todo cuando una parte de esa izquierda es neoliberal y corrupta, logrando así que la opción de Unidos Podemos también en Andalucía se pegue la hostia electoral. Aquí toca sacrificar a la corrupta dirigente del PSOE andaluz, por mucho que haya quedado como el partido más votado, quedando puesta la segunda piedra de la derrota de la izquierda aquí y en Brasil.
En esta convocatoria encontramos a una Unidos Podemos que elude el acento en las principales consecuencias que la crisis económica deja en Andalucía de desempleo, precariedad, migración, pérdida de calidad y asistencia cuando no de privatización de los servicios públicos en sanidad, enseñanza o dependencia, en una situación de exclusión social en la que vive más de la mitad de la clase obrera andaluza. En estas condiciones de vida, trabajo o falta de trabajo del pueblo, suena a moralina cristiana situar ante la brutal miseria social en la que viven, el problema de la violencia de género, fruto en su mayoría por la propia violencia del sistema capitalista que padecen y frustra, que el llamamiento al voto y a la resistencia contra la opresión sea al feminismo, al movimiento LGTB, estudiantes, sindicatos y movimientos sociales, nada de pueblo ni clase trabajadora, el llamamiento es a la izquierda de siempre. Tener que explicar a estas alturas, que todas estas características de género, sexualidad o comunidad donde viven, son innatas al ser humano y por tanto de toda la clase obrera y que si hay algo que les une en su individualidad, es su condición de clase y que esa es su fuerza, por encima de su género, condición sexual o comunidad de destino. Esto, más la bandera del andalucismo como alternativa, lo contrarrestó la derecha con la bandera nacional elemento de identidad de la mayoría de la clase obrera en este país, dejando así en manos de la derecha cerril, la defensa de la unidad de España o estado español, de una sanidad, una enseñanza o servicios sociales en la dependencia de carácter público e igualitario para todos los españoles. Decir que es demagogia de la derecha es completamente cierto, pero la «izquierda» que representan Susana Díaz y Antonio Maillo son los que la desmantelaron. No identificarse con la clase obrera, ochenta por ciento de la población, al no ponerse al frente de la defensa de los derechos que teníamos contemplados en el estado de bienestar desaparecido, dejándolo a la derecha, es la tercera piedra de la derrota de la izquierda andaluza. Por cierto, es más positiva la teoría populista de que todos somos pueblo sin izquierda o derecha que por lo menos construye unidad popular, que esa parida reaccionaria neoliberal de condicionantes humanos individuales elevados a categoría política para combatir el fascismo, cosa que nos divide y derrota.
Las alianzas políticas deben servir para ayudar a andar los caminos, construir partido si somos de la misma clase o unidad popular si somos pueblo, si nada de esto aporta, es una alianza oportunista que más tarde o más temprano el movimiento revolucionario o popular acaba pagando. Esto viene a cuento por la alianza de Podemos con la izquierda neoliberal de Antonio Maillo, mayoritario en IU de Andalucía y contrario a la confluencia. Su historia está ligada a la dependencia de las alianzas o acuerdos con el PSOE de Susana Díaz, que han dejado a Andalucía en la cola del estado de bienestar mínimo y en lo alto de la corrupción. Eso es lo mismo que si en Asturias, Podemos buscara la alianza con la IU de Gaspar Llamazares para regenerar la política en acuerdo de gobierno con el PSOE de Javier Fernández, después de cuarenta años de degradación de las condiciones de vida de la clase obrera asturiana y de corrupción, la cual seguiremos pagando durante años. La responsabilidad aquí recae en Teresa Rodríguez del sector trotskista Anticapitalista, que como en Cataluña, también oportunista al tejer a escondidas una alianza con IU de Andalucía para imponerla por la fuerza a Podemos, con la pretensión de sacar mayor tajada electoral, cuando Maillo ha estado comprometido con el PSOE de Susana Díaz desde su inicio en la corrupción por acción u omisión. Es decir quien la hizo que la pague, como cuarta y última piedra que conllevó a la derrota de la izquierda andaluza. Por cierto, preparatoria de la estrategia de la oligarquía neoliberal de cara al supermayo electoral del 2019. A ver si no la volvemos a cagar.