Rosa Domínguez de Posada versus Carles Mulet
Opinión
14 May 2018. Actualizado a las 05:00 h.
Lleva lo mejor de la esencia llanisca y por tanto asturiana en su propio apellido, y es que Rosa Domínguez de Posada, aunque nacida en Madrid, tiene sus raíces familiares en Llanes, siendo uno de sus ilustres antepasados José de Posada Herrera, jurista de referencia todavía hoy y eminente político en la convulsa España de finales del siglo XIX.
Seguramente los antecedentes familiares y la pasión por Primorias, donde transcurrieron plácidamente los veranos de su infancia, fueron gestando en Rosa la vocación de servicio público y la pasión política.
La hoy senadora Domínguez de Posada conoce muy bien la política de proximidad, de caleya y vecindario, pues no en vano aparcó su carrera técnica vinculada al Derecho para realizar una inmersión total en la municipalidad de uno de los territorios más envejecidos y olvidados de Asturias: Peñamellera. Y la inmersión fue exitosa, y siempre que se presentó a unas elecciones las ganó por mayoría.
Fue precisamente su pasión política la que la llevó a abandonar su PP del alma y a sumarse al proyecto de Álvarez-Cascos, cuando la sonora y volcánica ruptura de éste con los Populares hace casi una década. Así desembarcó Rosa en Foro Asturias, realizando una apuesta personal valiente y leal, contra viento y marea, y poniendo a su Peñamellera de adopción en el mapa de España.
El tiempo ha caminado y ahora Rosa es una senadora que sigue defendiendo con su pasión de siempre a Asturias, y los tres Centenarios de Covadonga en este año 2018 hace mucho tiempo que están incardinados no solo en su corazón, sino en sus prioridades políticas.
Y resulta que en la singladura de su defensa de Covadonga y Don Pelayo, tanto en su vertiente histórica, como en la que atañe a la espiritualidad y la naturaleza, Rosa Domínguez de Posada se ha topado en la Cámara Alta con un individuo llamado Carles Mulet García que, con total desconocimiento de la verdad histórica, y con una carga importante y evidente de rencor y complejo de inferioridad, tacha de rancia y de franquista una moción que solo pretendía una edición numismática y filatélica de los tres Centenarios.
Bajo una pátina presuntamente progresista, Mulet es el típico político profesional que lleva toda su vida de concejal y ahora de senador, y al que no se le conoce oficio (aunque obviamente si un beneficio: el de los emolumentos de los cargos públicos), y el otro día dio una lección magistral de soberbia y despecho totalmente gratuito hacia el Reino de Asturias y su contribución a la arquitectura histórica de la Europa medieval.
Tal vez habría que recordarle a Carles Mulet García y a muchos de su cuerda (madre mía… tiene que ser tremendísimo trauma para un valensiá de pro apellidarse García) que si puede estar libre y democráticamente en el Senado defendiendo falsedades y calumniando el honor de un pueblo que siempre ha sido solidario con el resto de España, es gracias a que existió Pelayo y también un tal Jaime I, que por cierto era Rey de Aragón y Conde de Barcelona. Sí, sí, Conde de Barcelona, porque Barcelona no era más que un condado. Y también habría que explicarle que si alguna Comunidad puede tener rango de histórica con todo derecho y merecimiento, esa es Asturias. Sin embargo, no nos dedicamos a destruir, sino a construir país solidariamente. Pequeña diferencia con otros de cuyas nombres y hazañas prefiero no acordarme.
Mulet ha protagonizado una profunda afrenta al honor no solo de la senadora Domínguez de Posada, sino de toda Asturias, al tildar de franquista una inocua moción vinculada al Reino de Pelayo, y en realidad es él quien se comporta como un totalitario defensor del pensamiento único. Además, se jacta en su maquillado y «wikipédico» currículum de ser el primer senador en hablar en leonés en la Cámara Alta… ¡Qué gran contradicción señor Mulet! ¡Usa la lengua de un Reino cuya existencia niega!
Entretanto, estoy segura de que Rosa Domínguez de Posada seguirá defendiendo la verdad histórica del Reino de Asturias como una auténtica Juana de Arco, con pasión, lealtad y fe en sus ideas y creencias. Porque además, y por el momento, creo que ser una chica de derechas, de familia decente y enamorada de Asturias ¿no es un delito verdad? Aunque tal vez lo sea en el estalinista planeta Mulet, donde la atmósfera que se respira es el rencor de clase social y el «todo para mí y nada para los demás»… Eso sí que es rancio, egoísta y antidemocrático.
Bueno, solo espero que para la próxima Rosa no termine en la hoguera como Juana, porque rodeada de tanto nacionalista documentado, leal y demócrata, puede ocurrirle de todo.