La Voz de Asturias

Vermú a medio gas

Opinión

Álvaro González López

17 Sep 2017. Actualizado a las 18:28 h.

Poco a poco Oviedo se desperezaba: abría los ojos, despegaba las sábanas y lavaba su cara. Era mediodía y daba gusto pasear por la ciudad, apenas había restos de la noche de fiesta anterior. Cómo tenemos que agradecer la labor de los servicios de limpieza.

Uría estaba conquistada por patinadores y ciclistas. Niños muy pequeños pedaleaban con la fuerza de la niñez y la ilusión de ganar un Tour. El Parque repleto: globos por todos lados, voces, risas y algún que otro lloro. Es penoso que los más pequeños sigan sin tener barracas donde poder divertirse y disfrutar San Mateo. La zona de los Chiringuitos estaba tranquila, la calma que precede a la tormenta. Podía uno pasearse y parar pedir sin esperar largas colas y recibir los correspondientes empujones. Los ovetenses decidieron quedarse en la cama esta mañana de sábado, la  lluvia amenazante y la resaca quizá tengan la culpa. Vermú a medio gas.

Pese al agua, de los que esperaban y guardaban sitio en primera fila para ver a los Gemeliers en la plaza de la catedral pocos se movieron. Lo que hacen las hormonas en la cabeza de los adolescentes.

Todo cambió por la noche, amaneció la capital. Las calles del casco antiguo bombeaban a cientos de personas. Las diferentes músicas de chiringos y locales te hacían pasar del flamenco al pop, luego al reguetón y al rock. Pedir en un barra se hacía una dura tarea. En fiestas no todo vale, pero si permiten el botellón: la plaza del Sol con cientos de jóvenes, y no tan jóvenes.

En San Mateo uno sale a tomar algo y no sabe cómo va a acabar, esto es lo bonito de las fiestas. Las noches se alargan hasta el alba, pero siempre guardando fuerzas para lo que queda.  El domingo es un día muy largo, un día perfecto para disfrutar SM.


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