Fiesta y paraguas
Opinión
16 Sep 2017. Actualizado a las 12:18 h.
Arrancó San Mateo y a muchos les cogió con el pie cambiado y sin abrigo. Los ovetenses desempolvan las ganas de fiesta y sacan el paraguas: San Mateo. Llegué minutos antes de las 20:00 a escuchar el pregón, y la plaza del ayuntamiento estaba abarrotada, costaba encontrar un recoveco. Igual es culpa mía, pero me esperaba mucho más de lo dicho por Sid Lowe, se me quedó mediocre -y que Sid me perdone-. Bien es cierto que la lluvia hizo acto de presencia y muchos corrieron, corrimos, a refugiarnos con una cerveza entre las manos. Cuando sonó el chupinazo, yo estaba en el Jamón, que es de los mejores sitios que puede ir uno siempre en Oviedo, saboreando una rubia y bebiendo mi cerveza.
Se hacía la noche, Manolín debutaba con sus característicos bailes y maldiciones. Puede desaparecer todo menos Manolo al son de la música, llamando «gualtrapa» y renegando de todo aquel que no se rasca el bolsillo. Larga vida.
Me deslicé hasta La Corrada del Obispo, donde el año pasado fui feliz en La Mateína. Ayer me volví loco para intentar pedir en La Folixaria, y luego quedó en nada: con la misma sed y ganas de gintonic -gintonic me parece una palabra feísima, yo siempre digo ginebra con tónica-.
La noche me la alegraron los Tigra. Tigra es uno de los mejores grupos que uno puede escuchar, y lo digo pese a que me joda porque son amigos. El concierto fue tan bueno que enamoraron a la melodía, al ritmo y a todos los que estaban en la plaza Feijoó. Están empezando a ser uno de sus grupos que no se les va a ver, sino que se les espera.
Primera noche mateína, fría y, en cierto modo, desangelada. La noche se empezaba a animar y me acerqué hasta los chiringuitos. Más de lo mismo, año tras año todo sigue igual, pero a mí me gusta. Hay un gusto de ciudad pequeño burguesa en Oviedo: la misma gente en los mismos sitios, el dejarse ver y que te vean; ese Oviedín. El hombre es un animal de costumbres, y necesitamos de cierta estabilidad para vivir. Otro año más San Mateo, habrá que atacarlo con ganas, sólo les quedan, ya, ocho días para disfrutar.
La noche empezaba animarse cuando yo acabé mi mojito. Decidí batirme en retirada, el sábado es un día largo y duro. La batalla continua.
Nos vemos en los chiringuitos. Y en los bares, que no se me enfade Almeida.