La Voz de Asturias

Celebrar el Medio Ambiente cuesta voluntad

Opinión

Ernesto Redruello Fernández

05 Jun 2017. Actualizado a las 09:19 h.

Ecologistas, movimientos sociales y algunos gobiernos llevan desde los 90 avisando y luchando contra la degradación del Medio Ambiente y el cambio climático, en especial desde la puesta en marcha del Protocolo de Kioto en 1997. Y los negacionistas lo sabían también.

Los compromisos adquiridos en París a finales de 2015, resultaron interesantes y la piedra angular de un proyecto a largo plazo (2025). Pero insuficientes a todas luces, pues dicho Acuerdo es no vinculante, y se limita a un simple anuncio del porcentaje de emisiones a reducir y en qué plazo, dejando al libre albedrío de los estados las decisiones y las medidas a tomar dentro del marco de dicho Acuerdo.

Hemos visto también incluidos entre los objetivos de la Agenda de Desarrollo Sostenible de la ONU, aquellos que garanticen y gestionen de forma sostenible el agua y la energía, que conserven los océanos, mares y ecosistemas terrestres, y una batería de medidas a adoptar para combatir el cambio climático.

Sin embargo, de forma contumaz y recalcitrante, se sigue tratando el tema como si fuese baladí, y en España particularmente contamos con un gobierno irresponsable e incapaz de asumir sus posiciones y compromisos, quedando una vez más en el vagón de cola no sólo de la UE, sino del mundo. En concreto, en los Presupuestos recién aprobados, se dedicará un 45% menos al cambio climático, quedándonos en unos pírricos 25M €, aproximadamente lo que cuesta un kilómetro de AVE. A eso añadámosle que tenemos que reducir un 20% las emisiones en el conjunto de la Unión Europea, y aquí nos quedamos en un testimonial 3% en 2016, tras años al alza.

El último golpe de timón de Trump, que prefiere estirar el chicle del populismo hasta el final de su mandato en 2020, -justo cuando podrían salirse del Acuerdo- y que otro cargue con el problema, no hace sino plantear cuanto de voluble hay en el mismo, y si se puede seguir adelante sin el segundo país más contaminante tras China, a pesar de las presiones de estados como California, Colorado o Massachusets, y empresas como Tesla, Google, o incluso ¡Exxon!

La voluntad se ha demostrado percibir como algo carísimo e incuantificable, que contrasta con la belleza, gratuidad y amabilidad del Medio Ambiente. Y la lentitud de la lucha contra el cambio climático resulta inversamente proporcional a la ventana de tiempo que se nos va cerrando para solucionar el problema. Ante nuestra mirada las proyecciones nos hablan de actuaciones y objetivos a 2030 o 2050. Pero como ha declarado recientemente el eurodiputado de Equo, Florent Marcellesi, «la tradición ecológica es imparable».

 


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