Primero de mayo del 2017
Opinión
27 Apr 2017. Actualizado a las 05:00 h.
El año pasado por estas fechas escribí un pequeño artículo en el que terminaba diciendo: «Yo, como los niños por Reyes, también sueño con que en este Primero de mayo del 2016, aparezca la reducción de la jornada laboral en la cima de las reivindicaciones».
Mi sueño no se ha cumplido, pero si creció la opinión de que las nuevas tecnologías destruyen más empleo del que crean y de que este proceso es rapidísimo, por tanto el desempleo será creciente. Hasta en el Foro de Davos celebrado este año se admite esta realidad.
¿Cómo dar solución a este problema? La mayoría de los que buscan alguna salida no se orientan hacia la disminución de la jornada laboral, que requiere la lucha infatigable de la clase trabajadora, sino fórmulas de apoyo económico para que, aunque no se trabaje o aun trabajando con pequeños salarios, se pueda subsistir. También dicho Foro se inclina por esta opción.
Está claro que todo el mundo tiene derecho a vivir y a vivir dignamente pero ¿por qué unos trabajadores tienen que trabajar 40 o más horas a la semana y otros ninguna?. Hay una opinión bastante extendida de que ya no se volverá a tener pleno empleo y que por ello se ha de ir a esos apoyos económicos. El pleno empleo es una aspiración, pero sólo se ha logrado en momentos puntuales y circunstancias muy concretas. De todos modos, esa sería una razón aun mayor para potenciar prioritariamente la reducción de la jornada, pues de haber paro, cuanto menos mejor. Ya Keynes, en 1930, decía que a principios de este siglo con trabajar 15 horas a la semana sería suficiente para vivir.
En mi opinión, dar protagonismo a los apoyos económicos no conduce a fortalecer la lucha de la clase trabajadora, pero sí a su debilidad. La experiencia histórica nos enseña que, cuando ésta es fuerte y por consecuencia, la correlación de fuerzas le es favorable, la sociedad avanza socialmente y cuando es débil va hacia atrás.
Es por ello, que como en el anterior primero de mayo, sigo soñando que para el del 2017, la reducción de la jornada laboral, sin pérdida poder adquisitivo, esté en la cima de todas las reivindicaciones para poder así reducir el paro, fortalecer la lucha de la clase trabajadora, su unidad, solidaridad e ir hacia una sociedad más justa y digna. A pesar de que pueda caer pesado, reitero que, en mi opinión, la reducción del paro y sus consecuencias (contratos basura, míseros salarios, desigualdad, la realización masiva de horas extras, el trabajo sumergido, etc., etc.), solo lo conseguiremos priorizando la lucha por una reducción importante de la jornada laboral, fundamentalmente en todos los países desarrollados. Esa es la clave, no le demos más vueltas.