La Voz de Asturias

Notas para romper ideológicamente con el neoliberalismo progresista

Opinión

Alonso Gallardo

12 Mar 2017. Actualizado a las 13:10 h.

La aportación teórica y crítica en el campo popular, deviene de la reflexión tras la lectura y el estudio de los clásicos marxistas, de los avances de las ciencias y de la aportación de intelectuales que sintetizan sus trabajos. Entre otros, Henri Houben con «La crisis de treinta años ¿el fin del capitalismo?» o «China y el capitalismo global» de Lin Chun, Juan Torres con «El capitalismo en crisis», Costas Lapavitsas en «El capitalismo financiarizado» o Yanis Varoufakis en «El minotauro global”». Como no, los múltiples trabajos sobre el capitalismo global de Jorge Beinstein o Michael Roberts, Vicenç Navarro y tantos más, algunos muy comprometidos con los procesos revolucionarios, otros menos, pero la lectura de todos es muy necesaria para el conjunto de las fuerzas democráticas transformadoras.

La lógica dialéctica como metodología del conocimiento nos indica que todo objeto de estudio tiene que estar basado en el análisis concreto del objeto, de sus conexiones y del exterior que le influye interiormente. Y sólo desde aquí iremos relacionándolo con los principios de la teoría marxista, pero nunca adaptando esa realidad que pretendemos conocer a los principios del marxismo. Al contrario, buscaremos en la realidad en movimiento los principios del marxismo superando la subjetividad.

Sobre el carácter de la actual crisis económica del sistema capitalista. Difícilmente tendremos una visión acertada de la actual crisis del capitalismo si su inicio la situamos en el 2008 tras el estallido en EE.UU de la burbuja inmobiliaria, cuando esta explosión es causa de la crisis de superproducción, una crisis superior que arrastra sus consecuencias desde el inicio de la década de los setenta, cuando se inicia el descenso internacional de las tasas de beneficios empresariales que obliga a la oligarquía dominante bajo el liderazgo estadounidense a replantearse su estrategia. Se inicia con la desintegración de Bretton Woods y del sistema económico global, situando el dólar como moneda de compra y cambio internacional sustituyendo al oro como patrón, bajo el gobierno de Richard Nixon en 1971.

En los inicios de los ochenta, con Ronald Reagan presidente de EEUU y Margaret Thatcher en el Reino Unido, dan el salto aplicando la teoría del neoliberalismo que desarrollaron bajo la experiencia del genocida golpe de estado en Chile por Pinochet en 1973, que desarrolla una liberalización total de la economía bajo el principio de dejarlo todo en manos de la empresa privada y el libre mercado para su regulación. Para ello desregularon todas las leyes financieras y de mercado, dejándolo en manos de la libre competencia financiera y comercial en un mercado  internacional globalizado.

El neoliberalismo no es una salida programada, parece más la ruta de escape encontrada gracias a la telemática del capital ficticio acumulado, por la escasa rentabilidad del capital industrial productivo que cada día obliga a una mayor inversión de capital para obtener proporcionalmente menos beneficios. La crisis del 2008 con el estallido de la burbuja inmobiliaria en EEUU es provocada por la enorme cantidad de capital ficticio concentrado (burbuja) en el mercado inmobiliario, de alto rendimiento por la facilidad de crédito que crea un gran endeudamiento de la familia y la empresa. El contexto de externalización de la industria a países subdesarrollados con bajos salarios y sin derechos, más la competencia de las potencias emergentes, provocan un fuerte aumento del desempleo y llevan a centenares de miles de familias a la imposibilidad del pago de la hipoteca por estar sin trabajo o por la baja remuneración de sus trabajos, recuperándolas las financieras como hipotecas basura.

Destacar que lo que subyace de fondo en la crisis del sistema de producción capitalista, sistema social hegemónico, con el que amplios sectores de la humanidad han llegado a las más altas cotas de bienestar conocido, es que está llegando a su fin y la financiarización de la economía es el resquicio encontrado por la oligarquía, en su agónica búsqueda de una salida para continuar con su dominio. El problema que tenemos la humanidad con la salida a la crisis del sistema de producción capitalista, generalizado en todos los sistemas económicos de producción, bien bajo un mercado más o menos planificado tipo socialismo chino y vietnamita o de libre mercado capitalista como el europeo y estadounidense, es que es desconocida en la historia de las sociedades, pero esta nos dice que el neoliberalismo como imperialismo agresor buscará una salida para mantener su hegemonía y esta será la que tenga que ser, independientemente de las consecuencias de guerras y genocidios para la humanidad, como nos consta por lo sucedido desde siglos de guerras, muertes y miserias por el control global del planeta.

Sobre la explosión robótica y automatización telemática. En gran parte, la crisis es la responsable del rápido desarrollo de la robótica y la automatización telemática, pero para el sistema político capitalista (no para el sistema de producción que es un gran avance) solo es una ventaja circunstancial, que dura el tiempo que sus competidores tardan en imitarlos. La velocidad de los adelantos científicos y técnicos viene dada por la necesidad imperiosa de obtener ventajas empresariales y aumentar el beneficio, en un mercado global muy competitivo y en retroceso de consumo, por la imposibilidad material por cada vez más amplios sectores de masas de pagarlo, dejando un mercado en crisis saturado por sobreproducción.

Por eso las amplias inversiones en innovación tecnológica no están creadas para el aumento de la producción, porque el capital es consciente por las estadísticas que manejan de la saturación del mercado y del descenso del consumo. Son para obtener una mayor plusvalía inmediata, aunque cada día más efímera en tiempo y beneficio, porque se da la circunstancia, de que la robotización y la automatización telemática no crean plusvalía, una vez amortizado su coste se iguala al conjunto de medios como máquinas que son, anulan puestos de trabajo humanos que encarece el producto por el coste de la mano de obra, pero reducen la capacidad de consumo de masas, por la irresponsabilidad del libre mercado que solo sirve para el beneficio individual empresarial.  

El drama del sistema político capitalista, bajo el sistema de producción de libre mercado en una situación globalizada, es que ha llegado a su tope y la única salida que conoce es la destrucción de los límites comerciales y de producción. Donde el arte de la guerra está en que sean destruidos tanto los de tus enemigos como los de tus aliados, dejando el máximo de posibilidades del tuyo.     

El neoliberalismo movimiento político social de carácter globalizador, totalitario y genocida. Cuando la totalidad de los medios occidentales de comunicación están en manos como ahora del neoliberalismo, debemos cuidarnos mucho de la aceptación de los criterios que lanzan o, como decía Malcolm X, acabarás amando a tu enemigo, por eso el actual presidente estadounidense Trump, representante del sector proteccionista de la oligarquía dominante estadounidense, denuncia al grueso de las principales medios yanquis de comunicación como los principales enemigos del pueblo.

La cultura extendida por las potencias europeas y EE.UU, históricamente ligada a los imperialismos coloniales victoriosos, que ocuparon el espacio como potencias militares y económicas de la China imperial y de otros pueblos y países de Eurasia a lo largo de la mitad del primer milenio, construyeron mediante la fuerza y la represión su propia visión del proceso histórico desde un egocentrismo unipolar sobre aquellas otras culturas que visionan un mundo multipolar y diverso. Poder que nace de la propiedad y el control ideológico que tienen de los medios de comunicación, proyectando así su exclusiva visión a las masas dentro de un sistema de enseñanza de adoctrinamiento ideológico de falsas libertades individuales, basado en la propiedad privada y el amasamiento de fortuna, mediante la cultura religiosa y el patriarcalismo como medio de control ideológico y represión de las masas.

Esta trasmisión de una visión cultural única que nos proyectan a través del dominio casi global que poseen de los medios de comunicación, nos inculca lo que es fascismo o democracia y lo que no es. A Trump, presidente estadounidense, nos lo presentan como un fascista machista, homófobo, racista,  putero… cosa que niega y no está demostrada (no como lo de Clinton y las becarias). Pero curiosamente, esta cultura que construyen y moldean sin apenas críticas desde la mayoría crítica de la intelectualidad oculta que tanto los neoliberales progresistas como Clinton o Obama y conservadores como Reagan o Bush, fueron los que crearon los muros de segregación en EEUU, Palestina, Europa o África.

Los conservadores y progresistas neoliberales, son considerados en occidente como demócratas con pedigrí y pacifistas de relumbre con premios nobeles, independientemente de que sus políticas neoliberales hayan cometido el mayor genocidio de la humanidad, tanto en sus vecinas América Latina o África, donde millones de personas han muerto en la indigencia o han tenido que migrar, fruto de las políticas neoliberales impuestas mediante dictaduras y guerras, para ejecutar una tremenda expoliación de sus bienes, creando sociedades sin derechos y sin sustento, como en el resto del planeta.

En su geoestrategia de defensa de su hegemonía mundial, el neoliberalismo coordinado por el FMI, el BM, los bancos centrales de EE.UU, la CE, Japón, su brazo armado la OTAN y el silencio cómplice de la ONU, lanzan una ofensiva en los años noventa por el desmantelamiento de la URSS y la debilidad China. Destrozan Centroeuropa arrasando los Balcanes, Yugoslavia y Ucrania, otra vez más África, Oriente Medio, Afganistán y partes de Asia, con sus políticas genocidas por el control de las materias primas y rutas de comunicación internacional, para el acoso y derribo de las potencias emergentes de China, Rusia, India, Brasil, Sudáfrica o Vietnam. Ya han causado el mayor genocidio de la humanidad y al epicentro de la lucha por la hegemonía mundial no hemos llegado. Si este genocidio de millones de personas expulsadas de sus casas destruidas por las guerras, la miseria, el hambre y la explotación por el neoliberalismo progresista y conservador no es fascismo genocida ¿Qué es? ¿Cómo lo describimos?

El pensamiento débil en la intelectualidad política de izquierdas. El fracaso de la URSS por su adoctrinamiento dogmático, revisionista y los errores de construcción del socialismo en otros, abrieron la puerta al neoliberalismo ideológico progresista en el campo de la izquierda occidental para el pacto con la burguesía dominante de la socialdemocracia y el eurocomunismo por el Estado de Bienestar, y así construyeron su hegemonía, con la participación en la gestión política de la superestructura del sistema capitalista en un proceso de evolución hacia neoliberalismo progresista autoritario y genocida actual.

Nancy Fraser, filósofa y feminista estadounidense, relaciona la pérdida de influencia por el progresismo neoliberal de amplios sectores de la clase obrera con la estrategia de utilización del pensamiento débil con el consentimiento de las élites de los nuevos movimientos sociales, subsidiados por las instituciones gubernamentales y fundaciones neoliberales, que confunden y ocultan a las masas, con su lucha contra el patriarcalismo, igualdad de género, sexo o color de piel, las luchas de las clases trabajadoras contra la explotación y guerras que provoca la globalización neoliberal y el sistema capitalista. Luchas que están bien, pero que no ayudaron al cambio de la correlación de fuerzas porque ocultan el enemigo principal, el cual utiliza estos estos movimientos, contra la fracción de la oligarquía conservadora reaccionaria proteccionista a la que ligan al fascismo, en su lucha por el poder hegemónico global.

En la confrontación contra los triunfos electorales de Trump, Le Pen o el Grillo italiano, como representantes políticos de las oligarquías conservadoras proteccionistas, la oligarquía neoliberal progresista lanza su ofensiva con la utilización de los movimientos sociales subsidiados y del pensamiento débil en su intervención imperialista, teorizando límites en la defensa de la independencia de los países bajo el don de la autoridad democrática del neoliberalismo, ocultando la historia, cultura y derecho de estos pueblos, para acometer la agresión imperialista y el apoderamiento de sus materias primas, bienes y recursos. Por eso el neoliberalismo en sus dos facetas progresista y conservadora por su autoritarismo militar genocida, son el principal enemigo del pueblo en esta primera fase contra la guerra global imperialista.

Pero el pensamiento débil también se visualiza en la ocultación por amplios sectores de intelectualidad, de los distintos procesos de construcción de la soberanía popular y el socialismo, obviando la cuestión de que cuando nos quedamos sólo en la crítica de los males del capitalismo, la única alternativa que damos es la mejora social y democrática del mismo, sin querer entender, que el sistema crea la crisis y que  la desigualdad que genera, las guerras y el autoritarismo que ejerce,  son sustanciales a su existencia para el mantenimiento de su riqueza y hegemonía.

No se puede ocultar por perjuicios burgueses, que la alternativa al sistema capitalista existe y tiene su alternativa social funcionando en los distintos países que desarrollan el socialismo bajo el control público de la banca, las industrias estratégicas y el desarrollo público de los servicios esenciales de sanidad, enseñanza, pensiones o alimentación, bajo una planificación del mercado y una producción al servicio de las necesidades del pueblo y de la protección del medio ambiente. China, Vietnam, Cuba, Bielorrusia, Corea del Norte y otros países menos avanzados en los procesos de construcción del socialismo como Venezuela, Bolivia, Nicaragua o Ecuador, dentro del equilibrio del mantenimiento de su soberanía, lo están logrando mejor que el sistema capitalista y el neoliberalismo lo sabe. Podemos y debemos ser críticos con sus procesos y errores, pero nunca negar el tremendo avance que significa para sus pueblos, en libertades reales como el trabajo, la sanidad, la enseñanza o servicios sociales.

Debe ser también ineludible para la intelectualidad crítica del sistema capitalista, el reconocimiento de que la única posibilidad de desarrollo estable del planeta, debe estar basado en el servicio a la humanidad, incluido el desarrollo cientificotécnico para la liberalización del ser humano del trabajo y la vida en armonía con la naturaleza, bajo una sociedad de democracia participativa socialista.


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