Una jeta de acero corten
Opinión
15 Feb 2017. Actualizado a las 05:00 h.
Esa mujer que parece tan poquita cosa, tan modosita, tan educada, estaba sentada en el banquillo como si la cosa no fuera con ella: se equivocan ustedes conmigo, señorías. Como si gastar casi 30.000 euros en diversos cumpleaños y chuminadas de sus hijos fuera lo normal, lo de cualquier familia de asalariados. Como si ver aparecer coches de lujo Deus ex machina, nunca mejor dicho, en el garaje sin haberlo hablado con su marido fuera lo normal. Y apela al feminismo con toda su jeta extra dura: «Soy una mujer independiente, también económicamente». Quiere esto decir que ella no sabía lo que ganaba su marido ni le importaba, cada uno a lo suyo. Sí, y un jamón. Esa mujer, ya lo han adivinado, es Ana Mato, a la que Rajoy sostuvo indecentemente, como es su hábito, hasta que la quemazón política y judicial fue tan evidente que el humo se veía desde Florida.
A Ana «Constantina» Mato, parafraseando a un buen compañero de este periódico, no le consta nada, no le constan los regalos, no le constan los viajes a Disney, los estratos geológicos de horteradas acumulados por ella y su marido, Jesús Sepúlveda, en los años locos de la barra libre de la trama Gürtel. Por no constar, no le constaba ni el marido o exmarido, al que se refirió como «el señor Sepúlveda» en el juicio que se celebraba el lunes. Me pregunto si en casa también tenían ese tratamiento: «Señor Sepúlveda, ¿me acerca usted las zapatillas al saloncito?». Y él: «Sí, señoría». Que bobadas hay que oír. Claro que el personaje Mato da para mucho. Lo siguiente está en las hemerotecas, no se sabe si es cierto, pero igual tiene gracia y podría perfectamente atribuírsele. Cuando le preguntaron cuál era su mejor momento del día y respondió: «Por la mañana, cuando veo cómo visten a mis niños» Si fuera verdad, ¿Se puede ser más cenutrio, más pijo y más cutre?
Ésta es la clase política generada por el ínclito Aznar. La clase de pícaros novísimos ricos, ricos ipso facto, ricos a costa del dinero de todos. Sus colegas de pupitre, de púlpito y de escaño. Se equivoca Rajoy si piensa que con un congresín va a dar carpetazo a toda una generación pija de ladronzuelos y ladronazos (y hoy no voy a hablar de Rato): lo lleva claro, porque con lo lenta que es la justicia, vamos a tener juicios en torno a la corrupción del PP hasta el siglo XXX. Que es treinta para los zoquetes que no aprobaron la EGB y ahora pululan por los pasillos de los tribunales.