La Voz de Asturias

Domingo de invierno

Opinión

Álvaro González López

07 Nov 2016. Actualizado a las 05:00 h.

Este fin de semana nos ha asaltado el invierno, llegó dando una patada en la puerta y nos encañonó con la recortada en el pecho al grito: «basta ya de veroño, ahora soy yo quien se va a divertir». Hemos podido contemplar las primeras nevadas, y eso para los enamorados de los deportes de invierno es como reencontrase con el primer amor sabiendo que en unos días acabarán en la cama. Pese a que aún sea otoño, estamos ante el primer fin de semana de invierno.

Nos despertamos el domingo con resaca, que es como hay que despertarse todos los domingos, y frío. El día gris, gélido y con lluvia hace que las expectativas de aprovechar la jornada se reduzcan a la nada. La resaca decía Kingsley Amis tiene un componente físico y otro psicológico, si logramos vencer la resaca psicólogica y activarnos y hacer alguna actividad, la resaca física se esfumará por arte de magia, sino que probemos con un bloody-mary y unos huevos duros. Un hermano de mi abuela, que algo sabía del tema, me dijo un día: «para no tener resaca lo mejor es no beber, o también uno puede no dejar de beber. Allá la pasta de la que esté hecha». Un paisano es un paisano, y no es un pita.

El domingo avanza y de la cama no se levanta ni Dios, que hoy hace frío para ir a misa. No hay paseo por el Fontán, sidras en Gascona, tampoco gamba en La Paloma. Sale la gente en chandal y gafas de sol a comprar el pan, sienten la mirada inquisitoria, y también llena de envidia, de esos padres que tiran de cochecito y compran pasteles para llevar a casa de la suegra. Abandonan la panadería dejando un olor a colonia cara y ginebra barata y escuchando suspirar a sus espaldas.

Hay hambre pero no apetece cocinar, se sacia el hambre con cualquier cosa. No se dan cuenta que el conformismo es la muerte en vida. Tragan agua para aliviar la sequedad de su boca y pasar el bocata de mejillones que se les ha hecho bola.

Es una tarde de sofá, manta y peli: redención. La tarde en horizontal, acurrucados, esas en que uno se pone blandito, pero no todo el cuerpo se pone tan blandito. Los que tienen pareja aborrecerán quedar, los que no tienen desearán tenerla.

Gistau dijo un día en EsRadio que la resaca es lo que se inventa uno cuando es padre para justificar que no puede salir y beber, y Garci le respondió que quien necesitaba salir para beber; los dos estaban hablando en un programa de fútbol. El fútbol entronca muy bien con las resacas, o así era hasta que llegó Tebás, tardes de domingo entorno al templo donde la comunión es la cerveza. Pero muchos no podrán reponerse, el sofá les mantendrá atrapados y no podrán acudir a rendir pleitesía a la religión con más practicantes del mundo: el fútbol.

Así, poco a poco se acerca la noche. Y piensan si la resaca que han padecido se mantendrá mañana, y si será por las copas del sábado noche; o será la resaca del fin del verano, que ésa si que es mala y golpea sin consuelo. Ha llegado el invierno, y tiene intención de quedarse.


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