Qué ejemplo para los chiquillos
Opinión
21 Sep 2016. Actualizado a las 11:38 h.
El desfile del Día de América en Asturias evoca en mi recuerdos de la infancia, que son los mejores. «La nostalgia es la única distracción posible para quien no cree en el futuro», dice Jep Gambardella en La Gran Belleza; y esa tarde de martes yo no creía mucho en el futuro. Observé desde mi casa las carrozas en La Losa. Se acercaban las cinco de la tarde y bajé a ver la salida del desfile. Familias enteras con sus hijos en carritos, en brazos, subidos en los hombros, o de la mano. Niños impacientes y emocionados, vestidos de asturianos o con el uniforme del colegio, cargados de confeti y serpentinas, esperan con ansia ver pasar las carrozas. No hace tanto yo era como ellos. Esperando que pasaran por delante de mí las bandas de música, las bailarinas, aquellas carrozas que yo veía enormes, bonitas, sofisticadas, y ahora sólo percibo como cartón piedra encima de estructuras tiradas por tractores.
Veo desde Uría todo el espectáculo, este año renovado y sacudido de caspa por Rodrigo Cuevas. A mi lado una señora rubia con el pelo cardado y perlas, mira perpleja la indumentaria del artista y pone el grito en el cielo: «Los maricones lo están invadiendo todo, qué ejemplo para los chiquillos». Y yo no puedo contener la carcajada. Su nieto vestido con el uniforme de un colegio caro trata de aplicar spray a los trompetistas; y la señora, en lugar de regañarle, le compra otras serpentinas a la gitana y se las da. Me muevo con dificultad entre la multitud y avanzo en dirección al parque, es una tarea imposible y me detengo. Desde mi nueva posición veo a un padre vestido con chándal empujar a sus hijos a primera fila, les desliza entre las persona perdiéndoles de vista. Luego, enciende un pitillo tras otro escupiendo al suelo con frecuencia. Un desfile para los niños, qué ejemplo para los chiquillos.
Termina todo y subo hasta el Bombé a tomar algo. El ambiente está más cuidado que en los clásicos chiringuitos, y la comida y la bebida son mejores. Abunda la gomina,los bolsos de CH y el pantalón a la altura del tobillo. Para cenar bajo a la zona del antiguo y en La Guinda compro un bocata aceptable. Luego acabo la noche en La plaza Feijoo viendo los conciertos del Concurso de Rock Ciudad de Oviedo.
Así, como quien no quiere la cosa ya van cuatro días de las fiestas de San Mateo, y seguimos en la pomada: resistimos.