La Voz de Asturias

El final del verano

Opinión

Javier García Rodríguez Oviedo

05 Sep 2016. Actualizado a las 05:00 h.

De todos los veranos, ninguno como aquel compartiendo pastel de jengibre con los cinco en la campiña inglesa después de desvelar algún misterio oculto en torno al boticario. O aquel verano azul en que amamos a Bea -que ni el viento la toque- entre barcos varados y aventuras de pueblo, cantando con Chanquete el no nos moverán de nuestra convicciones, pero sí nos movieron. El tórrido verano de Sandokán y Nemo que hicieron de Salgari alguien de la familia y a Verne un inquilino del libro de la infancia que se quedó por siempre a vivir con nosotros. El verano en canícula de la plana meseta, las siestas generosas, la chicharra ecuménica, los primeros poemas en una antología dañada por la sucia herrumbre del pasado. El verano en que fuimos por tierras de leyenda. Nos daba igual su nombre: podía ser un lago con monstruo pavoroso al que acechar sin tregua o el pueblo de un amigo en mitad de la nada. El hosco veraneo en campings de Castilla afiliados al torpe aliño indumentario, con padres en bermudas y madres destempladas: las piscinas repletas de cabriolas y adioses. De todos los veranos, un festival que vino detrás de un festival tras otro. El verano en que fuimos uno y también fuimos muchos, en que fuimos pareja y morimos de pena en cada despedida. Siempre diciendo siempre, siempre sabiendo nunca. Aprendimos de golpe que el amor también tiene caducidad y no pudre, por mucho que lo intente, la distancia los recuerdos de entonces. El verano en que vimos un unicornio hinchable que pilotaba ufana una china en Menorca. El verano verbena, el verano sublime, el verano en el pueblo, el verano paseo, el verano de cielo con panza de burro, el verano con tormenta de verano, el verano granizo, el verano piscina, el verano en invierno, el verano turista. El verano con calas a rebosar, con turistas rebozados de arena, con progenitores (¡qué palabra!) rebasados por la infatigable capacidad física de sus retoños y por su audacia, revisados todos y cada uno de los recibos de la tarjeta de crédito. El verano con todo el verano por delante y con todos los fríos puestos a secar al sol. De todos los veranos, ninguno como aquel. De todos los veranos, ninguno como este.


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