Las campeonas del Sella, un ejemplo de deportividad
Opinión
02 Aug 2016. Actualizado a las 05:00 h.
Casi como por arte de magia, tuve la fortuna de estar en el equipo que preparó el acto-homenaje a las vencedoras del Descenso Internacional del Sella en las distintas etapas de la historia de Las Piraguas. Evidentemente no pudieron estar todas las que fueron y son, pero si eran todas las que estaban.
A la convocatoria acudieron 11 vencedoras del Sella: Carmen Adell, Margarita Suárez, María de los Llanos, María del Mar Arias, Ana Rodríguez, Marisol Martínez Leiza, Cristina Roche, Belén Álvarez Magadán, Almudena Ávila, Laura Valdés, y Olena Shaparenko. Otra dos, Conchita Jarque - que envíó a su sobrina Ana -, y Mara Santos - que hizo lo imposible por estar pero no pudo ser -, estuvieron de corazón.
En el recuerdo quedan muchas otras que ya no están o que se encuentran lejos.
Yo la verdad es que conocía tan solo a unas pocas, pero la primera impresión que tuve, en cuanto hablé con algunas por teléfono, es que a todas les hacía una ilusión enorme y sincera este pequeño recordatorio de su gran gesta sellera. Cuando las vi a todas juntas, cómo se abrazaban las que no se veían desde hacía un montón de años, o cómo se presentaban las que no se conocían entre sí porque no habían coincidido generacionalmente en la competición, me di cuenta de la importancia que estas chicas le daban a la amistad fraguada en el entorno del deporte.
Para mí el momento del reencuentro de las campeonas del Sella fue como regresar a la pureza de la infancia, a los nobles sentimientos de cuando empiezas a practicar deporte y crees que la solidaridad, la generosidad, la humildad son valores que siempre te acompañarán en la práctica deportiva y en la vida. Y realmente me siento privilegiada de haber sido testigo de este encuentro único, y de haber bebido por unos instantes de la parte más clara y luminosa del deporte.
Nuestras campeonas del Sella estaban exultantes y emocionadas, profundamente emocionadas. Se mostraron tan agradecidas y tan contentas, que me dieron una lección de lealtad y coraje que no voy a olvidar nunca. Fueron la metáfora perfecta de la deportividad esa tarde de julio de 2016.
Por supuesto, también fue increíble ver cómo los vencedores absolutos del Sella les colocaban esas monteras piconas históricas, y sentir cómo estaban casi tan emocionados como ellas. Fue como ver el círculo del deporte completo, como una visión universal del deporte, con el protagonismo total del único género que de verdad cuenta: el humano.
Y como telón de fondo de esa pasión universal por el deporte, el Sella, el gran Sella, Asturias, el círculo de emociones y amor eterno que genera el Sella. Indescriptible. Es como si un rabión me engullera las palabras, y solo hiciese brotar sentimientos a borbotones, en una cascada sin fin...
Ahora hace falta que este acto-homenaje no quede solo en un recuerdo guapo y entrañable, dado que sería muy positivo para el deporte y para el Sella que estas campeonas y campeones estuviesen conectados en red o en las redes, y que las campeonas fuesen cada vez más visibles dentro del ámbito deportivo sellero.
Desde luego, no quiero olvidarme del backstage de este acto de reconocimiento, que también tuvo su punto. Tuve la oportunidad de colaborar con un «maquinón» como Manolo Fonseca de la llave, historia viva y una de las mentes estratégicas en el despegue e internacionalización del deporte español en el último tercio del siglo XX. Manolo es una pura sangre, nervio puro, muy británico en el estilo de gestión y en el sentido del humor, cuyo empeño fue clave en la realización de ese histórico encuentro. Completó el trío el artista multifacético Alberto Estrada, un «asturcón» medio piloñés, conseguidor nato y con un elevado sentido de la amistad. Personalmente, nunca me hubiese imaginado que una terna diese tanto juego. Definitivamente creo que los tríos son para el verano?