Vueling a ninguna parte
Opinión
05 Jul 2016. Actualizado a las 05:00 h.
Con algunas compañías aéreas y mayoristas de turismo siempre ocurre lo mismo, y siempre en verano, como las canciones de Georgie Dann. Venden más billetes de los que deben, hacen caja a tope y cuando llegan las vacaciones que la gente espera durante un año, hacen un hijo de plástico a miles de desgraciados turistas. Es lo que ha ocurrido con la infame Vueling, que ya el nombre se las trae, una empresa del grupo IAG, Iberia y British, barata en todos los sentidos menos en los sueldos de sus directivos. Y según los actuales responsables de la compañía, es precisamente uno de esos ejecutivos el que perpetró el caos que estos días agobia a miles de viajeros: vuelos cancelados a tutiplén, cabreo por toneladas y vacaciones machacadas en definitiva. Tiene nombre y apellidos, según la actual dirección: un tal Álex Cruz, que además fue promovido por su excelente gestión a mejores destinos dentro del grupo. Así funciona una parte del sector empresarial español y así nos va. El personaje podría juntarse con una buena montonera de directivos de banca, inmobiliarias y telefonía, coger un vueling a la mierda sin retorno y hacernos a todos la vida un poco más feliz.
Y luego está la parte de culpa nada desdeñable de la Administración. Porque esos individuos y sus corporaciones actúan sin control gracias a eso, a que no tienen control. A que la UE se dedica a observarse el ombligo en todos sus aspectos, especialmente salariales, y no acaba de legislar como debería en estos asuntos. Todo son alharacas de la ministra Pastor ahora que le tiembla la silla, pero nada hizo durante su mandato respecto a los desmanes aéreos. Y los cienmileuristas comisarios europeos, más preocupados por legislar hasta la cría del buey almizclero y ciegos y sordos a la piratería vacacional. Si de verdad se impusieran multas millonarias y se llevara ante una ley menos laxa a los responsables, este drama no se repetiría año tras año. De nada vale exigirle a Vueling que devuelva el dinero de los billetes a los viajeros. ¿Quién les devuelve su semana perdida, sus planes, su descanso y su ilusión? Va a ser que Ana Pastor igual no. Nos indignamos, pero tenemos la memoria del pez en una urna.