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Carlos Casariego

25 May 2016. Actualizado a las 13:21 h.

El mundo está al revés y la corrupción viste de Prada. Todo encaja cuando le damos la vuelta a las cosas. La escandalosa frase, «la guerra es la continuación de la política por otros medios», quedaría así: la política es la continuación de la guerra por otros medios. Vaya alivio. Se abre un rayo de esperanza y comenzamos a ver la luz al final del túnel.

La ciencia y la tecnología han acabado con el hambre o pueden hacerlo si se ofrece la oportunidad. Igual ocurre con la energía contaminante que se puede sustituir por otra más limpia, no sólo para proteger y conservar el medio ambiente sino para protegernos a nosotros mismos. Las cajetillas de tabaco exhiben vísceras carbonizadas y los vehículos llenan el aire de veneno. Son los coches los que deberían de estar cubiertos de pegatinas mortales; y las chimeneas; y los neumáticos de Seseña... El gigantesco almacén de ruedas arde provocando una nube tóxica de dimensiones catastróficas y los gobernantes se pasan la patata caliente rehusando admitir responsabilidades. Más de lo mismo.

Fuentes del gobierno turco afirman que el rescate de los tres periodistas españoles secuestrados en la guerra de Siria ha supuesto 10 millones de euros para las cuentas de la banda de pistoleros de París y Bruselas. La información veraz sale cara, y no precisamente por los sueldos de estos reporteros, amantes vocacionales de la adrenalina que arriesgan la vida por un plato de lentejas y el sueño de un Pulitzer o un World Press Photo.

La corrupción sigue marcando el acontecer político como un reloj. El ministro en funciones, Alfonso Alonso, y el vicesecretario sectorial del PP, Javier Maroto, acaban de ser condenados --no investigados, no imputados sino condenados-- por «contratar el alquiler de unas oficinas a un precio muy superior al del mercado», lo que no quita para que sigan dando lecciones de ética en vez de poner sus cargos a disposición de la sociedad a la que dicen servir y defender.

¿Cuál es realmente el problema que nos impide ser felices y llevarnos bien con nosotros y con los demás? La mezquindad, la avaricia, el interés desmedido por poseer y acumular. Informes de Oxfan Intermón certifican que «la fuga de capitales españoles creció un 2000% en el año 2014». Hace falta investigar ahora cuánto creció en 2015 y en 2016, pero las cifras son alarmantes. Las mismas fuentes informan que «sólo 20 personas en España concentran ya tanta riqueza como el 30% más pobre». Algo que, por sí solo, podría provocar una explosión de la burbuja.

Pero no pasa nada, la vida sigue como si tal cosa y el PP tiene blindada su cuota de voto. Los medios y los portavoces avisan del peligro que viene de la izquierda, a la que acusan de querer destruir el país y el mundo entero. Utilizan la palabra «radical» en su sentido peyorativo, cuando los radicales son ellos por excluyentes. No puedo pensar en mayor manifestación de radicalidad que llevarse los recursos fuera del país para no pagar impuestos, si exceptuamos la complicidad de quienes lo consienten. Pero no se puede engañar a todos todo el tiempo; el sistema ha entrado en bancarrota y ya no valen los parches, nada puede cubrir la magnitud del desastre. El barco se hunde y flotamos ingrávidos en el mar esperando algo que no llega.

Julio Anguita se mantiene fiel a sus principios celebrando la unidad de la izquierda y Felipe González da muestras de incoherencia abrazando el gran capital y los paraísos fiscales de sus socios y amigos. La situación exige un cambio de rumbo que no puede venir más que de la izquierda y de abajo arriba. El ideario --el programa-- no tiene por qué asustar a nadie, es de puro sentido común:

Derogación de la Ley Mordaza. Separación de Poderes. Religión en la Esfera Personal y Ética en la Social. Sanidad y Educación Públicas. Fin de Refugios Fiscales. Derechos Humanos. Derecho al Propio Cuerpo y Autodeterminación de los Pueblos Soberanos. Fin de las Guerras por Otros Medios. Cuidado y Amor a la Naturaleza y el Medio Ambiente. Preservación de Razas Animales. Descentralización de los Núcleos de Población. Retorno Progresivo al Campo. Ocio y Cultura. Activación de los Oficios, las Artes y las Artesanías. Fuentes Alternativas de Energía. Investigación y Ciencia. Pensamiento y Crítica. Progreso Social e Industrial Sostenible al Servicio de las Mayorías.

Que no nos engañen más. El movimiento es la prueba viva del movimiento en oposición al estancamiento, y aquí estamos para disfrutar y no para sufrir. Hemos venido a crear y lo seguiremos haciendo hasta que seamos polvo de reciclaje, la materia de la que surgirá más vida y nuevas creaciones.

 


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