La Voz de Asturias

Qué comer para sentirte mejor: esto es el hambre emocional

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Algunos alimentos solo producen recompensa a corto plazo y efectos negativos a la larga

27 Feb 2020. Actualizado a las 05:00 h.

Si te aburres, comes. Si estás triste, comes. Si has tenido una buena noticia y quieres celebrarla, comes e invitas a comer. La alimentación está más asociada a tu bienestar emocional y social de lo que crees. Saber identificar estos comportamientos te ayudará a tener una relación más saludable con la comida sin renunciar al placer que supone. Puedes hacerlo solo o en compañía pero siempre de manera consciente, sin dejar que las emociones manejen tu dieta. Conseguirás mejorar tu alimentación, al mismo tiempo que cuidarás tu mente. Controla el hambre emocional.

Seguro que algún día en el que te has sentido triste o en el que el aburrimiento comenzaba a ganar terreno, tu cuerpo te ha pedido dulce o una comida contundente. Es un error. Los expertos explican que comer determinados alimentos ricos en grasas o azúcares no responde a una necesidad fisiológica. No se trata de hambre sino de un mecanismo para compensar ciertos estados de ánimo. Esos platos sirven para engañar a tu cerebro y darle una recompensa que te ayude a sentirse mejor ¿Quién no lo ha hecho alguna vez? Sin embargo, esa recompensa suele ser breve. Pronto el mismo estado de ánimo regresa y en muchas ocasiones acompañado del efecto contrario, una cierta culpabilidad por haber comido demasiado o por sufrir una digestión pesada. Otro efecto secundario es el sobrepeso y los problemas de salud

Así que vamos a ayudarte a elegir productos que son igual de sanos para la estabilidad que para el cuerpo. Una dieta rica en grasas insaturadas, carbohidratos de alta calidad y una gran cantidad de vegetales genera efectos positivos en tu salud mental. Si eres capaz de sostenerla en el tiempo, te ayudará a mejorar tu estado anímico y físico. Los platos ricos en grasas saturadas o azúcares son un truco peligroso.

Están en tu cocina

Te aburres y aparece el hambre, ¿qué haces? Opta por los frutos secos. Sus grasas buenas y su aporte en proteínas te dará el chute de energía y nutrientes que necesitas hasta la hora de la cena. Si prefieres algo más refrescante y dulce, opta por una macedonia de frutas de temporada. Los lácteos desnatados son otra opción práctica.

Incluye fruta en tu dieta desde el desayuno. Piezas enteras o en macedonia. Puedes trocearla y meterla en un tupper para llevarla al trabajo o elegir versiones más originales como el sándwich de plátano.

Confía en las legumbres para confeccionar tu menú semanal. Te garantizan las proteínas vegetales que necesitas, cuentan con vitaminas y minerales esenciales para tu salud y, además, son saciantes. Algo tan sencillo y práctico como unas lentejas con tomate, un salteado de garbanzos o quinoa o un hummus verde serán muy útiles.

Di sí a las grasas, pero a las de calidad. Puedes aliñar tus platos con aceite de oliva y tener siempre un aguacate en tu nevera, No te olvides de las semillas. Sésamo, lino, chía, amapola, girasol, calabaza… Unos crackers de semillas de chía y avena, que estarán listos en cinco minutos, son ricos en solitario o acompañados.

 


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