Los niños y la Navidad, ¿cómo lidiar con los más pequeños y la comida en estas fiestas?

Las fechas navideñas son motivo de reuniones constantes entre familiares, amigos y compañeros de trabajo. Ya no hablamos únicamente de Nochebuena o Navidad, sino de reencuentros que en otras épocas del año no se producen, más aún si nuestro lugar de origen es diferente al de residencia habitual.

Para quienes tienen hijos, a partir del 21 de diciembre son días de mucho trajín en los que las prisas, el ir y venir de aquí para allá o la falta de confianza de los más pequeños con ciertas personas pueden dar lugar a situaciones que incomoden a los padres en cuanto lo que a alimentación se refiere, sobre todo si en esos encuentros hay, como es lógico, comida de por medio.

Nos referimos a momentos en los que alguien que no es familia directa de nuestros hijos -o incluso puede ser un familiar directo pero que no tiene mucha idea del tema- ofrezca a nuestros hijos alimentos indebidos. Desde ofrecer un dulce a niños y niñas que todavía no han consumido azúcar y cuyos padres quieren retrasar al máximo ese momento, hasta ponerles en bandeja un trozo de turrón que contenga frutos secos enteros que, como muchos -pero no todos- saben, son alimentos no recomendados para niños menores de cuatro años por el riesgo de atragantamiento que conllevan o por posibles alergias, que son más frecuentes de lo que pueda parecer.

Lo mismo ocurre con otros alimentos tan típicos de las fechas navideñas como son las uvas. Son una fruta que, junto a otras similares, puede provocar atragantamientos debido a su forma ovalada y su tamaño. La mejor manera de ofrecer uvas a niños pequeños es cortarlas en cuartos de forma longitudinal y preferiblemente que no tengan pepitas.

Otro clásico que debería desterrarse en cuanto a productos típicos de la Navidad es el lanzamiento de caramelos en las cabalgatas de Reyes. Nadie pone en duda que los caramelos atraen a los niños hasta límites insospechados, pero no se paran a pensar en que fomentar su consumo desde edades tan tempranas puede ser perjudicial para su alimentación pero también para su salud bucodental.

Claro está que son los padres y madres los que tienen que estar vigilantes en estas fechas para evitar un consumo desmesurado de dulces y alimentos ultraprocesados. Es normal que se prueben ciertos dulces en estos días tan señalados, pero pasarse tres semanas seguidas ingiriendo todos los días dosis elevadas de azúcar en forma de chocolates, bollería, embutidos y otros alimentos compuestos principalmente de azúcares libres es un cóctel explosivo que pasa factura a los más pequeños de la casa pero también a los progenitores que tendrán que razonar con sus hijos e hijas para que entiendan que por muy rico que esté todo hay que tener un control sobre lo que ven sobre la mesa.

¿En qué puede derivar una permisividad excesiva de todos estos alimentos azucarados y ultraprocesados? Además de en una mala educación nutricional difícil de enderezar, pueden aparecer indigestiones o, a la larga, enfermedades muy serias como son la hipertensión, la diabetes o dolencias cardiovasculares.

Como cada gesto cuenta, esta época de vacaciones de Navidad es un peligro pero también una oportunidad para educarlos en una alimentación saludable. ¿Es posible? Claro que sí. Hay recetas navideñas como el Papá Noel de fruta, el smoothie navideño o el árbol de Navidad de frutas que son platos vistosos y atractivos para los más pequeños, además de una oportunidad ideal para elaborarlos junto a ellos. Eso sí, los adultos tenemos que dar ejemplo y consumir también productos saludables delante de nuestros hijos para que cojan el hábito.

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