La Voz de Asturias

Trucos nutritivos para lucir una piel sana sin recurrir a cremas

Bienestar y Salud

La Voz Redacción

Los alimentos contienen vitaminas y ácidos que ayudan a recuperarse después del verano

03 Feb 2021. Actualizado a las 11:22 h.

Aunque el buen tiempo se ha extendido más allá de los límites de septiembre, lo cierto es que el verano ya ha acabado. Ha llegado el momento de comenzar a pensar en tu piel. Las horas de sol, el cloro de la piscina, el salitre del mar... Durante la temporada estival, nuestra piel sufre más que el resto del año. Incluso cometemos descuidos en su protección. ¿Quién no se ha quemado en una jornada al aire libre? Así que toca reparar. Eso implica tener en cuenta muchos factores. Además de las cremas, está la alimentación. Debemos aumentar nuestras defensas frente a agentes externos que pueden ser dañinos. En esta batalla las vitaminas A y C, los carotenos y el omega-3 son tus mejores aliados. Solo tienes que encontrarlos y alimentar tu piel como se merece.

Los betacarotenos son unos pigmentos naturales del grupos de los carotenoides, que son los responsables de los colores amarillos, anaranjados o rojos presentes en las plantas y, por tanto, en muchos alimentos. Su nombre deriva de la palabra zanahoria en latín. El color sirve para identificarlos pero lo importante es que se convierten en una fuente fundamental de vitamina A. Los betacarotenos tienen la capacidad de transformarse en esta vitamina cuando el cuerpo lo necesita y el organismo lo necesita porque contienen antioxidantes, que ayudan al sistema inmunológico a protegerse de enfermedades. Es una barrera natural de nuestra piel para frenar la radiación ultravioleta.

Hasta aquí la teoría. ¿Cómo la trasladamos a tu mesa? Debes elaborar una dieta rica en alimentos naturales de colorido. Repasa tu nevera. Seguro que tienes zanahorias, tomates, boniato, canónigos, pimientos, brécol o guisantes y frutas como el mango, la papaya, los nísperos, las sandías o las ciruelas. Ahora tan solo debes incorporarlo a tu dieta, con un salmón en papillote con brócoli y setas, un pastel de boniato, o unos chips de mango y papaya.

Seguro que sabes que la vitamina A es buena para la vista pero igual no eres consciente de que también es fundamental para ayudar a nuestra piel a recuperarse de los excesos. Está presente en los alimentos de origen animal como la ternera, el pollo, el pavo o el pescado. También en muchos otros productos de origen animal como la leche entera, la mantequilla o los huevos. Esto amplía tus opciones de cuidar el órgano más grande de tu cuerpo desde dentro. Puedes recurrir a recetas sencillas y tradicionales, como un pescado azul al horno o unos filetes de pavo a la plancha. Pero también puedes dar una vuelta a tu menú, con una tortilla margarita, una ensalada de patata con pavo escabechado o un ragú de ternera con setas, precisamente en la mejor temporada para la micología. 

Vitamina C. La has tomado para combatir un catarro pero tiene otros muchos beneficios, ya que se trata de una vitamina hidrosoluble que juega un papel importante en la síntesis de colágeno, una proteína que forma parte de tejidos, haciéndolos más flexibles. También interviene en la cicatrización y combate los radicales libres que genera el exceso de sol sobre la piel. ¿En qué alimentos puedes encontrarla? Hay vitamina C más allá de la naranja y el limón, frutas con las que se suele asociar. La grosella negra es la fruta de sabor ácido más rica, con 189 miligramos de vitamina C por cada 100 gramos. En el ránking aparecen las coles de bruselas, los pimientos rojos, el kiwi o el brócoli y la coliflor. Así que puedes poner en la mesa unas divertidas migas de coliflor con su huevo poché o un divertido smoothie de yogur con aguacate, pepino y kiwi.

También están los ácidos grasos omega-3. Esta familia de grasas insaturadas es esencial para la salud de la piel. Si tus niveles de omega-3 son bajos, se verá áspera o escamosa e, incluso, podrás sufrir erupciones cutáneas. No es habitual  que esto suceda, pero si quieres ver cómo luce sana y brillante confía en los pescados azules, desde las sardinas al bonito y también en semillas de chía o girasol, o en fruto secos como las nueces.

 


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