Jon Ander, de ingeniero a conquistar los escenarios con su magia: «Me trago 12 agujas y un trozo de hilo y las saco enhebradas»
Gijón
El joven vasco, afincado en Gijón, recorre la península en su furgoneta junto a su perra Nía
13 Jan 2025. Actualizado a las 09:59 h.
Lo que comenzó como un juego de niños en el instituto se ha terminado convirtiendo en la gran pasión de este vitoriano afincado en Gijón. La magia entró en la vida de Jon Ander Pérez cuando tan solo era un niño y, aunque en un principio decidió orientar su carrera profesional a la ingeniería, ha terminado convirtiéndose en un mago de renombre. La magia no es lo único que hace diferente a este joven de 29 años, su vida nómada junto a su perra Nía también llama la atención.
Jon Ander Pérez, natural de Vitoria, se trasladó en el 2013 a Gijón para realizar sus estudios en Ingeniería de Telecomunicaciones. Tras graduarse de la universidad comenzó a trabajar como ingeniero en distintas empresas, pero este no era su único trabajo. Desde el principio, decidió compaginar su parte más técnica con el mundo del espectáculo, concretamente, con los trucos de magia.
La magia ha estado presente en la vida de este joven de 29 años desde que tan solo era un niño. «Mientras estudiaba en el instituto, un amigo y yo estábamos todo el tiempo enseñándonos trucos de magia que íbamos viendo por ahí. Él me enseñaba uno a mí que había descubierto en la tele o en internet y al día siguiente yo me aprendía otro y se lo enseñaba a él», recuerda Jon Ander. Desde ese momento, su pasión por la magia no hizo más que aumentar. «Veía en la tele programas como el de Dynamo o Criss Ángel, me aprendía los trucos e intentaba replicarlos sin saber como lo hacían. Ahí empezó todo, estos fueron los inicios».
Tras varios años trabajando como ingeniero de telecomunicaciones de lunes a viernes y como mago los fines de semana, Jon Ander decidió arriesgarse y comenzó a dedicarse en exclusiva al mundo del espectáculo. Una decisión, asegura, que fue relativamente sencilla. «Cada vez me iban llamando para trabajar como mago en festivales más grandes y hacía actuaciones mucho mejor pagadas, con más caché. Además, cada vez necesitaba pedir más días de vacaciones para poder acudir a los eventos. Era algo insostenible, por ello, hace más o menos dos años y medio, tomé la decisión. La magia me daba para vivir de sobra».
La magia como forma de vida
«Gracias a la magia en el instituto era el rey de las chuletas», y es que esta disciplina artística se ha convertido en más que un trabajo para Jon Ander; la magia ha contribuido a crear gran parte de su personalidad. «Antes de la magia era literalmente otra persona. Ahora es mi trabajo, mi manera de vivir y me ha permitido conocer a gente que hasta el día de hoy son mis mejores amigos. A nivel personal, sobre todo en el ámbito creativo y en el comunicativo, también me ha aportado un montón», explica.
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Sus referentes en el mundo de la magia han sido otro de los pilares fundamentales en su desarrollo como artista. Entre ellos se encuentran grandes magos como David Williamson, quien le permitió al joven vasco dar un giro de 180 grados a su espectáculo. «En mis inicios era un mago muy técnico y meticuloso, Williamson me hizo ver que se podía ser estúpido y a la vez mantener esa técnica». El panorama nacional tampoco se escapa de la admiración de Pérez: «Juan Tamariz es el ídolo de todos los magos españoles».
Además, el paso del tiempo ha hecho de Jon Ander un mago de renombre. Las horas interminables de práctica y dedicación le han permitido alcanzar cada uno de sus objetivos y poder realizar trucos impensables para algunos. Entre sus favoritos, confiesa, se encuentra «uno en el que me trago 12 agujas y un trozo de hilo y salen todas enhebradas». Aunque remarca que hace tiempo que ya no lo incluye en sus espectáculos, porque es consciente de que «puede dar cosilla».
Y es que la magia no solo hace disfrutar al propio mago, sino inunda de ilusión al propio público. Una experiencia que Jon Ander ha vivido muy de cerca. «Muchas veces la gente me dice que no cree en la magia, entonces le hago un truco y alucinan. Quizá, simplemente, es que nunca vieron a un buen mago. Pero la magia no deja de ser entretenimiento».
Los trucos y las ilusiones no son el único don de este joven. En los últimos meses, Jon Ander también se ha subido a los escenarios para demostrar su faceta como monologuista. Aunque, asegura, «las primeras veces fueron un desastre. Venía de espectáculos donde todo el mundo estaba superarriba y pasé a estar supertirado. Pero en vez de decir “no vuelvo a hacerlo”, me lo tomé como un reto. Continué haciendo comedia, leí mogollón de libros y estudié mucho, me volví loco. A día de hoy se puede decir que me puedo defender», explica.
De nómada digital a artista deambulante
Su vida como mago le llevó a viajar por todo el país, un hecho que provocó en un nuevo cambio en su vida. Jon Ander se embarcó en la aventura de vivir en furgoneta, «dejé mi piso en Roces porque cada vez se me contaba en más sitios. Tenía que estar todo el rato yendo y viendo, no le veía mucho sentido». Aunque la vida en furgoneta supone para el joven vasco una gran ventaja en la organización de sus viajes, en ocasiones, confiesa, «se hace bola».
Pero sus días se ven amenizados por Nía, su perra, la cual es compartida con su expareja. Y, aunque ya no estén juntos, aún mantienen la custodia compartida del animal. «No tenemos nada firmado, pero nos sabemos organizar. Cuando tengo semana más tranquilas las tengo yo y cuando no, la tiene ella. No tendría sentido tener a la perra encerrada en la furgoneta haciendo miles de kilómetros. Todo lo hacemos pensando en su bienestar», sentencia Jon Ander.