La Voz de Asturias

La confitería que lleva más de 80 años conquistando los paladares más golosos en Gijón

Gijón

María S. Condado Redacción
Tarta de la Confitería La Fe

El milhojas y el postre gijonés son una apuesta segura en la confitería La Fe

10 Jul 2024. Actualizado a las 09:32 h.

A nadie le amarga un dulce, por lo que darse un capricho de vez en cuando nunca está de más. En Gijón, hay confiterías de todo tipo, clásicas, modernas, llenas de pasteles y bombones. Algunas de ellas se encuentran respaldadas con una larga trayectoria, como la Confitería la fe, una de las más longevas de la ciudad, que lleva más de 80 años conquistando los paladares de los locales con sus milhojas y postre gijonés. Abrió en 1938 en un pequeño local de la calle Asturias, pero desde hace años se encuentra ubicada en la calle Periodista Adeflor. Un negocio familiar que aguarda ya la tercera generación de confiteros.

En 1938, siguiendo con la tradición confitera familiar, Carmen Baños abrió una pequeña confitería en Gijón, que con el paso del tiempo se acabaría convirtiendo en una de las más emblemáticas de la ciudad. Con el paso del tiempo, Miguel Ángel Álvarez Baños tomó el mando de La Fe. Tras caer enfermo en 2017, Raquel Álvarez su hija, se vio en la tesitura de regresar a Asturias y dejar su carrera como deportista profesional apartada temporalmente, «me volví a Gijón para cuidar a mi padre. Siempre supe que quería volver, pero quizá lo hice antes de lo que pensaba». Ahora Raquel compagina su carrera deportiva como guardameta en el equipo de balonmano BM La Calzada con la regencia del negocio familiar.

La Fe es una confitería de las de antes, de las de toda la vida, «mantenemos todos los productos en una línea muy clásica». Aunque de vez en cuando, no se olvidan de innovar, «sobre todo en el tema de los chocolates, me gusta trabajarlo y evolucionarlo». Los pasteles semifríos son otras de las creaciones con las que a Raquel le gusta experimentar y que además, «suelen llamar bastante la atención».

A pesar del paso del tiempo, hay un producto de la confitería que ha conquistado el corazón de todo aquel que lo prueba, el postre gijonés. «Es un pastel que inventó mi padre, de turrón de almendra. Lo tenemos en tarta, pero también en porciones para poder probarlo», explica Raquel. Los milhojas tampoco se quedan atrás, «la gente dice que el hojaldre está muy bueno. Además, nosotros siempre usamos productos de la mayor calidad posible y trabajamos al día, no tenemos congelador. Las cremas, al igual que todo lo demás, son de producción diaria».

Raquel Álvarez tiene claro cuál es la clave del éxito para llevar casi un siglo abiertos, un secreto que esconde la propia ciudad y es que «Gijón es una ciudad muy golosa, en la que el dulce llama muchísimo», a lo que se suma su buena «relación calidad/precio» y el buen trabajo del producto. El trabajo en equipo y la buena coordinación del personal es otro de los factores claves para el buen funcionamiento del local. «Todos los trabajadores se apoyan entre ellos. Procuro tener una plantilla fija y busco que haya buen ambiente de trabajo. Además, intento ponerles los mejores horarios y unos descansos largos», aunque, como es de esperar, en ciertos momentos, como Navidad, época de mayor número de ventas de la confitería, «toca apretar un poco».

En los más de 80 años que llevan deleitando con sus dulces, como es de esperar, la confitería La Fe se ha hecho con una clientela fiel, «hay gente que viene todos los días por la mañana a desayunar, o los fines de semana. Incluso, hay familias que primero vinieron los abuelos y luego los padres y ahora los hijos». Aunque tampoco le faltan curiosos que se acerquen a probar sus dulces.

Sus pasteles y bombones no son los únicos que triunfan en la tienda. Para los que prefieren el salado al dulce, la confitería La Fe también tiene una gran variedad de opciones. «Tenemos empanadas de bonito y jamón y queso toda la semana, por encargo hacemos la asturiana, que va con chorizo, o la de huevos y chorizo, también saladitos para complementar. Es un producto que vendemos mucho los fines de semana, la gente lo coge para llevarlo a casa o, ahora en verano, a la playa».

 


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