La Voz de Asturias

José Manuel Sariego: «Floro es el mejor candidato que podíamos encontrar»

Gijón

Marcos Gutiérrez GIJÓN
José Manuel Sariego

El exsecretario general del PSOE gijonés publica «De una política pequeña en un Gijón grandón», recopilación de artículos publicados entre 1997 y 2021. «En estos años el Ayuntamiento ha hecho cosas muy buenas y se ha metido en objetivos que no ha sabido gestionar adecuadamente»

15 Dec 2022. Actualizado a las 05:00 h.

Pocas personas habrá a día de hoy que puedan analizar Gijón en toda su dimensión como José Manuel Sariego Martínez (Santibáñez de la Peña, Palencia, 1954). Concejal en Gijón en los mandatos 1995-1999 y 1999-2003, diputado regional y exsecretario general del PSOE gijonés, acaba de publicar «De una política pequeña en un Gijón grandón» (Complot Ediciones), una obra que recopila artículos publicados entre 1997 y 2021 en la prensa regional. Un trabajo concebido como «una botica en la que cabe de todo» y en la que se ha guiado por un criterio de calidad literaria y vigencia para elegir unos textos y descartar otros.

- ¿Cómo surgió la idea de publicar «De una política pequeña en un Gijón grandón»?

- Siempre me gustó expresar mi opinión a través de los medios de comunicación. Entendía que era parte de mi labor como responsable político. Lo que precipitó la publicación del libro fue que en una comida familiar, cuando se estaban disputando las primarias en la agrupación de Gijón entre Iván Ardura y «Monchu», mi hijo me pregunta acerca de cuáles son las tareas del secretario general de una agrupación, la diferencia con el Ayuntamiento… eso provocó la publicación de estos textos para que, entre otras cosas, mi hijo lo pueda leer un día y saber a lo que me dedicaba.

- ¿Cuál ha sido el criterio para la elección de los artículos?

-Al final hice una selección de lo publicado en distintos medios locales y regionales procurando extraer aquellos textos que aún tenían un cierto chispazo, por su estilo literario o por su contenido. Quería dar el testimonio de un militante socialista que ha desempeñado responsabilidades orgánicas y públicas durante un tiempo en esta ciudad. Por eso acoto un periodo de 1997 a 2021, aunque mis responsabilidades terminaron en 2012, pero todavía hay alguna cosa posterior que me interesó, escribí y publiqué. Ni son memorias, ni crónicas ni breves ensayos. Es como una botica en la que cabe de todo.

- ¿Ha sido muy complejo elegir unos artículos y desechar otros?

- Al final me guiaba más por un criterio literario. Si encontraba que ese texto, fuera del 97 o del 2020, tenía chispa lo seleccionaba. Si veía que no provocaba ni siquiera la curiosidad lo descartaba, aunque el asunto fuera más importante que otros. Hay periodistas y escritores que me dicen que recopilar artículos no tiene mucho sentido, porque te remontas a tiempos muy pretéritos que a lo mejor han pasado de moda o carecen de interés. Por eso me fijé en sí literariamente merecían la pena.  

- ¿Ha cambiado el tiempo su perspectiva u opinión acerca de algo de lo escrito?

- Yo seguiría firmando lo que firmé. De hecho, no modifiqué nada, salvo algunas cuestiones de estilo o léxicas. Es verdad que en 25 años han cambiado mucho las cosas y hay informaciones nuevas, la sociedad, el partido y la ciudad han cambiado… desde esta perspectiva, si tuviera que recomponer algunos de los artículos lo haría, porque las opiniones de las personas cambian, a medida que lo hacen sus entornos, pero preferí dejarlos tal cual, aunque en algunos casos me vi obligado a añadir alguna coletilla o postdata para contextualizar un poco más el asunto.

- ¿Algún artículo que recuerde con especial viveza o que, al iniciar el proceso de selección, supiera que tenía que incluirse sí o sí?

- Algunos de esos hay. Unos cuantos se refieren a ciertas controversias que mantuve con el entonces alcalde de Oviedo, Gabino De Lorenzo. Me sentía especialmente satisfecho de esa disputa epistolar, porque además de defender las posiciones del partido frente a los acosos a los que De Lorenzo  solía someter a la ciudad de Gijón, subyacía también un interés político que él manejaba muy bien. Su manera de meterse con Gijón era su manera de cultivar a sus votantes dentro del ovetensismo más rancio y militante. Recordaba siempre una frase que acuñó Paz Fernández Felgueroso, en esta pugna entre la capital y la mayor ciudad de Asturias, en la que decía que Gijón es una ciudad «de capital importancia». Yo también me sumaba a ese combate. Gijón siempre ha tenido muchas dificultades para conseguir las cosas. Ese localismo no es malo en este caso, porque trasmite el orgullo de ciudad, que es necesario para cuidarla, gestionarla y gobernarla.

- En la presentación del libro habló de que esos artículos eran su modo de «reclamar, de rebelarse». ¿En qué sentido?

- Siempre he tenido una reverencia por la palabra escrita. Cuando las fijas en un papel adquieren una contundencia que de otra forma no tienen. Es algo más firme que la expresión hablada y, en ese sentido, confío en que la escritura es más convincente que el diálogo verbal.

- Entrando ya al ruedo de la actualidad política municipal, ¿qué le parece «Floro» como candidato?

- Yo lo apoyé en su momento cuando hubo que tomar una decisión. El partido al elegir a una figura como «Floro» está trasmitiendo a los gijoneses que quiere que les gobierne una persona íntegra, experimentada, comprometida, seria y con unos valores que la ciudad va a apreciar y apoyar. Es el mejor candidato que podíamos encontrar, sin menospreciar a nadie, para este momento.

- ¿Cree que el «barullo» en torno al proceso de elección de candidato para las municipales ha sido perjudicial o beneficioso para el PSOE gijonés?

- Ha sido beneficioso para el partido y al final para la ciudad también. Los partidos no dejan de ser instrumentos que los ciudadanos apoyan o rechazan. El PSOE fue valiente, en el sentido de que la situación actual no era la idónea y que las perspectivas ante unos años dificultosos en muchos sentidos, y ante una especie de infravaloración de la gestión por parte de los ciudadanos hacían preciso un cambio. Esa ha sido la intención. En determinadas épocas la agrupación ha sabido reaccionar con valentía para ofrecer a la ciudadanía alternativas válidas, aunque internamente fueran procesos dolorosos que generan crispación.

- ¿Cómo valora la labor del gobierno municipal en estos cuatro años?

- No me atrevo a hacer una valoración, porque han sido cuatro años muy complicados, con la pandemia, la guerra… se han dado situaciones imprevisibles que han obligado a todas las administraciones, y también a este Ayuntamiento, a alterar sus prioridades y planes. En lo que sí coincido con la opinión de la mayoría de los militantes de la agrupación es en que en la ciudad había un descontento, a veces razonado y otras no, que era necesario atajar. En estos años el Ayuntamiento ha hecho cosas muy buenas y se ha metido en objetivos que no ha sabido gestionar adecuadamente, de tal forma que los ciudadanos han mostrado sus discrepancias, en ocasiones con beligerancia. Lo que parecía necesario era cambiar la sensación y trasmitir a los vecinos que el PSOE les ofrecía una opción distinta y creíble.

- ¿Se había perdido un cierto contacto con la calle?

- Hacer comparaciones entre la época que me tocó y la actual siempre es arriesgado. Fijémonos solamente en un dato. En los años que cuento en el libro había más o menos tres grupos municipales y ahora hay siete. Eso es un dato tan objetivo que dificulta en mi opinión la gestión municipal. No estoy tan seguro de que se haya perdido contacto con la calle. Lo que sí parece es que se trasluce, no solo en Gijón sino en general, una cierta desafección de los ciudadanos con la política y los políticos. Es un asunto preocupante, porque los partidos son los pilares del sistema democracia. Si los ciudadanos desconfían de estos pilares puede aparecer una peligrosa decepción con el sistema en sí mismo, lo cual es preocupante. No en vano están apareciendo en Europa y otras partes del mundo opciones antidemocráticas y autoritarias. Esa percepción hay que atajarla, para que los ciudadanos confíen en que la democracia es el «menos malo» entre los sistemas de Gobierno. No hay esas alternativas que falsos profetas están intentando vender, sea en Brasil o en Rusia. La burocracia puede ser un elemento muy pernicioso. Aunque tiene que haber unas administraciones garantistas para evitar arbitrariedades, muchas veces parece que esas garantías se dan solo para los administradores y no para los administrados. Eso genera decepción y descontento, aunque no es un fenómeno nuevo. Parece que es algo que invade la gestión pública, pero también la privada. Por ejemplo, los abusos que están cometiendo los bancos con sus clientes son de tal calibre que también afectan a esa creencia en el funcionamiento de las instituciones democráticas. Es un problema de los distintos estamentos que componen una sociedad.


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