La Voz de Asturias

«Nuestro hijo Pablo entendía que todos teníamos que jugar un papel activo para contener el covid»

Gijón

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Homenaje en el Hospital de Jove al joven sanitario fallecido. En la imagen el padre, la madre y la novia del joven

Los padres del joven sanitario gijonés que fallecía por covid a los 26 años agradecen las muestras de condolencia y cariño recibidas: «Nada curará nuestro dolor pero quisiéramos creer que al menos su muerte evitará otras»

12 Feb 2021. Actualizado a las 12:07 h.

«Nada curará nuestro dolor y nuestra desesperación pero quisiéramos creer que al menos su muerte evitará otras y contribuirá modestamente a que todas y todos asumamos las distintas responsabilidades que nos corresponden», aseguran los padres de Pablo Riesgo, el auxiliar de enfermería gijonés de 26 años que fallecía el pasado 7 de enero por coronavirus, en una carta en la que agradecen las muestras de condolencia y cariño recibidas desde entonces. A continuación se reproducen las palabras de los padres del joven sanitario. 

«Monse Rivero Flórez y Luis Riesgo Fernández, padres de Pablo Riesgo Rivero, trabajador del hospital de Jove, fallecido en la madrugada del domingo 7 de enero a la edad de 26 años, en nombre propio y en el de toda la familia, queremos manifestar nuestro agradecimiento a las muchas muestras de condolencia y cariño recibidas.

Nuestro agradecimiento al hospital de Jove en que nuestro hijo trabajaba, a las mujeres y los hombres que componen su plantilla por su apoyo, su afecto, la ternura y el dolor expresado  por la muerte de Pablo. En nuestro corazón ocupan y ocuparan ya para siempre un espacio.

Nuestro agradecimiento también para las trabajadoras y trabajadores del Hospital Begoña en el que anteriormente Pablo había trabajado, que nos transmitieron su dolor y cariño en estos momentos tan duros.

Nuestro agradecimiento, en fin, para todo el personal sanitario, esas personas anónimas que día a día luchan sin descanso para salvaguardar nuestra salud y que en estos momentos, como consecuencia de la pandemia, sufren una enorme presión física y emocional, pero se sobreponen a ella y siguen manteniendo su ánimo, sabedoras de que ello es indispensable para salvar vidas.

Reiteramos a todas estas personas nuestro cariño y agradecimiento

Y, cómo no, agradecimiento para las muchas personas que desde el ámbito ciudadano nos enviaron sus condolencias y apoyo.

Nuestro hijo Pablo tenía 26 años, era un joven amante de la vida, disfrutaba de ella junto con su familia, sus amigos, su novia. Le gustaban las fiestas de prau, los encuentros con sus colegas en torno a unas cervezas, en fin todas esas gratificantes actividades colectivas. Pero era también, como muchos otros jóvenes, responsable. Entendía que todas las personas, jóvenes y mayores, teníamos que jugar un papel activo para contener la expansión del covi y que si ello suponía alterar temporalmente determinadas actividades había que hacerlo porque con ello se salvaban vidas y se rebajaba la presión del sistema sanitario. Por ello, sus mensajes se dirigían a los jóvenes -él era parte de ellos-, aún sabiendo que muchos de ellos actuaban como él. A la vez era también consciente de la necesidad que tiene la gente joven del ocio colectivo. Su mensaje no trataba de culpabilizar a los jóvenes de nada sino de advertirles que por el bien de la salud pública había que renunciar momentáneamente a aquellas actividades que pudieran ser fuente de contagio.

Ya para finalizar quisiéramos hacer una breve consideración dirigida al mundo de la política. Resulta inexplicable, al menos para nosotros, que en una situación como la actual, inmersos en una pandemia que afecta gravemente a la salud, la economía, las emociones; las instituciones del Estado y las fuerzas políticas que las ocupan no sean capaces de llegar a acuerdos para superarla. El sentido de pertenencia a una comunidad se manifiesta  por la capacidad que tienen quienes la configuramos para afrontar colectivamente las situaciones de crisis. Se necesita un acuerdo cuya base no puede ser otra que la defensa del bien común y qué duda cabe que la salud, la lucha contra esta pandemia forma parte del bien común.

En estos momentos tenemos la sensación de que esa preocupación por el bien común  permanece oculta por el todo vale, por el a río revuelto ganancia de pescadores, y como consecuencia de ello la pandemia además de muerte, enfermedad y ruina económica está dejando un país dividido en el que los necesarios lazos solidarios frente al gran reto que estamos viviendo se sustituyen por el enfrentamiento, la división, los malos modales y la bronca.

Por favor miren a la calle, escuchen a los ciudadanos, aprendan de las prácticas solidarias que desde la sociedad se desarrollan y pónganse a trabajar por el bien común.

La muerte de nuestro hijo Pablo de 26 años nos ha dado un involuntario protagonismo. Teníamos una vida no exenta de dificultades pero feliz y de repente nuestro mundo se ha derrumbado. Perder a un ser querido provoca siempre un profundo dolor, pero perder a un hijo además te sume en la desesperación. Nada curará nuestro dolor y nuestra desesperación pero quisiéramos creer que al menos su muerte evitará otras y contribuirá modestamente a que todas y todos asumamos las distintas responsabilidades que nos corresponden.

Con esa esperanza y agradecimiento hacia quien nos acompañaron y acompañan en estos dolorosos momento nos despedimos con un fuerte abrazo».


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