«El cambio climático propicia que los efectos de la contaminación en la salud sean cada vez más intensos y peores»
Gijón
«En Asturias, por su tipo de industria, el principal problema son las partículas PM10, que se relacionan de forma muy clara con mortalidad, partos prematuros y enfermedades respiratorias», aseguran los expertos de la Escuela Nacional de Sanidad Julio Díaz y Cristina Linares
25 Jun 2019. Actualizado a las 16:28 h.
Julio Díaz Jiménez, que lleva varias décadas estudiando los efectos de la contaminación atmosférica en la salud de las personas, es jefe del departamento de Epidemiología y Bioestadística de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III, de la que Cristina Linares Gil es científica titular. Díaz Jiménez es experto en el impacto que las olas de calor y de frío tienen sobre la morbimortalidad, mientras que Linares Gil es una de las científicas seleccionadas para elaborar el próximo informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Invitados por la Federación de Asociaciones de Vecinos de Gijón y por Ecoloxistes n’Aición d’Asturies, ambos ofrecieron ayer en Gijón una charla sobre cómo está incidiendo el cambio climático en la salud humana, sobre todo sus olas de calor y de frío, y «cómo está propiciando que los efectos de la contaminación atmosférica sean cada vez más intensos y peores».
-¿Cuáles son los efectos de la contaminación atmosférica en la salud de las personas?
-Julio Díaz Jiménez: Normalmente, lo que suele aparecer en los medios de comunicación es la mortalidad que está asociada a la contaminación atmosférica y ahí estamos hablando de un número muy importante: en toda España son 10.000 muertes al año por contaminación atmosférica. El 3% de la mortalidad que se produce en España sería atribuible a la contaminación atmosférica. Pero esas muertes representan la cúspide de una pirámide...
-¿Qué habría por debajo de ella?
-J.D.J.: Muchísimas más patologías que afectan a muchísimas personas. Se mueren muy pocos, 10.000, pero sin embargo, según vas bajando, se va ampliando la base de la pirámide y, en ella, cada vez son muchos más los afectados. Y hay enfermedades gravísimas relacionadas con contaminación atmosférica. La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha relacionado la contaminación atmosférica por partículas PM2,5 con cáncer de pulmón, pero es que además ahora otro tipo de estudios están asociando el cáncer de mama con NO2 (dióxido de nitrógeno), cuyo principal foco en una atmósfera urbana son los vehículos. Y, por debajo de esas patologías tan graves, hay enfermedades degenerativas con estudios que están relacionando la contaminación atmosférica, por ejemplo, con Parkinson y fundamentalmente con Alzheimer. Más abajo de la pirámide, hay otro tipo de enfermedades también muy graves como las cardiovasculares y las respiratorias. La contaminación atmosférica además está relacionada con ansiedad, con depresión, con obesidad, con diabetes y con enfermedades más banales pero que sufrimos muchísimas personas como, por ejemplo, el agravamiento de casos de asma. Y ya no solo agravamiento sino que hace un mes se ha visto que la contaminación atmosférica está en el origen del asma.
-Cristina Linares Gil: Se ha visto de hecho que puede facilitar el desarrollo de nuevos casos.
Los niños son especialmente vulnerables a la contaminación y tiene una importancia tremenda en el desarrollo de alergias, asma y dermatitis atópica
-Esos nuevos casos se están dando en niños, que es una de las poblaciones vulnerables frente a la contaminación atmosférica junto con las personas mayores.
-C.L.G.: Nosotros hemos visto también cómo la contaminación atmosférica influye en las variables adversas al nacimiento como son los partos prematuros (que un niño nazca antes de las 37 semanas de gestación) o el bajo peso al nacer (que nazca con menos de 2,500 kilogramos). Esto es importante porque un niño que nace ya con una merma puede acarrear a lo largo de toda su vida una serie de discapacidades que pueden ser atribuidas a la contaminación atmosférica pudiendo ser evitables. Un niño con bajo peso y prematuro requiere de unos cuidados y una atención médica que no requiere un niño que nazca en peso o en tiempo de gestación. Y eso es tan importante como que los niños son una población especialmente vulnerable a los efectos de la contaminación atmosférica. ¿Por qué? Por muchas razones: están más expuestos a los contaminantes pesados del aire que son los más nocivos, tienen peores vías para detoxificar sustancias contaminantes y también su frecuencia respiratoria es mayor, por lo tanto, inhalan más contaminantes por kilogramo de masa corporal. Todo esto tiene una importancia tremenda en el desarrollo de alergias, asma, un montón de síntomas respiratorios e incluso dermatitis atópica.
-En Asturias, a la contaminación del tráfico se suma la industrial…
J.D.J.: En Asturias hay un patrón muy claro en el que las PM10, las partículas de diámetro inferior a 10 micras, se relacionan de forma muy clara con variables como mortalidad, bajo peso al nacer, partos prematuros o enfermedades respiratorias en concreto. Estas variables siempre son PM10 y, aunque también en mortalidad hay asociación con NO2, cuyo origen sería el tráfico, siempre se ve un patrón que está más relacionado a las PM10, que tienen un origen o bien natural por el aporte de incendios, viento del Sahara o aerosoles marinos, pero también de carácter antrópico (humano). En Asturias, por su tipo de industria, al buscar la asociación con la mortalidad, se pone de manifiesto lo que ya se sabe: el principal problema que hay son las partículas PM10.
[La contaminación atmosférica, según un estudio realizado entre 2000 y 2009, causa la muerte prematura de 830 personas al año en Asturias, casi un 7% del total de fallecimientos de la región]
Las administraciones locales deberían tomar conciencia de que no solo se deben dar avisos en situaciones de alerta. No existe el riesgo cero
-¿Consideran que la ciudadanía está concienciada con los graves efectos que tiene en su salud la contaminación atmosférica?
-C.L.G.: Afortunadamente creo que está habiendo un cambio de conciencia y un cambio de magnitud en la importancia. Al menos los científicos intentamos divulgar todo lo que podemos sus efectos y quizá lo que hace falta sea un poco de atención, o de caso, por parte de las administraciones locales. Que tomen conciencia de que no solo se deben dar los avisos en situaciones de alerta, cuando se superan los umbrales que marca la legislación, sino que no existe el riesgo cero. A un aumento de contaminación, hay un aumento en problemas de salud. Y eso es lo que falta por hacer ver a la ciudadanía: que el nivel de riesgo cero no existe y que no se pueden tomar medidas solamente frente a situaciones episódicas.
-J. D. J.: Al proteger la salud, las medidas no pueden ser puntuales. Tienen que ser medidas de carácter estructural. No puedes restringir el tráfico porque un día se vayan a superar los valores que establece la legislación y, en los cinco días anteriores, no hayas tomado ninguna medida porque estaba dos microgramos por debajo de lo que marca la ley. Si estás protegiendo la salud, las medidas tienen que ser estructurales y hay que bajar los valores medios, ya que son los que se asocian con la mortalidad o con las enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Las administraciones tienen que adoptar medidas estructurales, no coyunturales para cumplir la ley.
No se puede hablar del cambio climático como un riesgo, es un hecho: en España ya hay 1.400 muertes al año por calor y 1.100 por frío
-¿Y ante el cambio climático? ¿Consideran que existe suficiente conciencia sobre su gravedad o, por el contrario, se sigue viendo como algo lejano en tiempo y espacio? Y si se considera lejano, ¿a qué se debe?
-C. L.G.: También se está consiguiendo que la gente sea consciente del cambio climático, aunque sí es verdad que se sigue viendo como un problema lejano y a lo mejor más relacionado con la biodiversidad y no tanto con la salud humana, pero sí creo que están cambiando las cosas.
-J. D.J.: A veces los medios de comunicación en general, intentando hacer las cosas bien, no las hacen. No se puede hablar del cambio climático como un riesgo, el cambio climático es un hecho. En los estudios que hemos realizado estamos viendo que, en España, ya se producen 1.400 muertes al año por calor y 1.100 por frío. Ya. Por lo tanto, no es que vaya a venir el cambio climático, ya está aquí. Ya está produciendo sequías que se están relacionando con mortalidad. Estamos haciendo estudios en Galicia, que estamos extendiendo a toda España, en los que se ve la asociación de la mortalidad por causas respiratorias y cardiovasculares y la sequía. Tenemos que quitarnos la idea de que es algo que va a venir. Los desplazados por el clima ya son una realidad. Ya hay dos millones de desplazados por el clima cada año y ya hay más desplazados por el clima que por las guerras. El cambio climático no es un problema que vaya a venir, es un problema del que hay que tomar conciencia porque cuando se toma conciencia las cosas funcionan.
La ola de calor del 2003, en la que se murieron 6.600 personas más de las que debían en 15 días, nos sirvió para ponernos las pilas y articular planes de prevención
-¿A qué se refiere?
-J.D.J.: Un ejemplo en el caso del calor: desde 1983 hasta el 2003, por cada grado en que se superase la temperatura de definición de ola de calor, que varía de una ciudad a otra, aumentaba la mortalidad un 15% por cada grado. Sin embargo, desde el 2003 al 2013, ese 15% de mortalidad se ha reducido a un 2%. ¿Por qué? Por medidas que van desde los planes de prevención hasta las de carácter sanitario, educativo, económico o urbanístico. Lo que se conoce como la cultura del calor, que ha conseguido que la gente sepa que el calor mata. ¿Y cómo lo hemos aprendido? Con la ola de calor del 2003 que, en 15 días, dejó en España un exceso de 6.600 muertes. Se murieron 6.600 personas más de las que debían en poco más de 15 días y eso nos sirvió para articular planes de prevención y ponernos las pilas. Y si te pones las pilas las cosas funcionan.
-En ese sentido, el IPCC publicaba recientemente un informe especial para insistir en que esta década va a ser fundamental para limitar el aumento de la temperatura global a un máximo de 1,5 grados centígrados y no llegar a un punto de no retorno…
-C.L.G.: …que estamos a punto de sobrepasar.
-Sin que se estén adoptando medidas drásticas…
-C.L.G.: Hay un periodo de adaptación social en la parte biológica, pero no deja de ser un problema…
J. D.J.: No es que intentemos quitar dramatismo a un tema que lo tiene, pero lo que tampoco queremos es ser pesimistas. Nosotros no somos alarmistas, los datos son alarmantes. Son cosas totalmente diferentes. Sabemos que si no nos adaptamos al calor, y si la gente se sigue muriendo a las mismas temperaturas que ahora, la mortalidad asociada al calor se multiplicaría casi por 10. Y pasaríamos de esas 1.400 muertes al año a 14.000. Nos tenemos que adaptar a un ritmo que está en torno a los 0,7 o 0,8 grados de incremento por década. ¿Eso es mucho? Los japoneses se han adaptado a un incremento de 1,2 grados por década. Los suecos, a un ritmo de 0,9 por década. Nosotros estamos entre 0,7 y 0,8 grados. Así que sí se puede hacer.
Aún nos falta potenciar y preparar administrativamente el sistema sanitario para adaptarnos al cambio climático
-¿Cómo?
-J.D.J.: Con mejores infraestructuras, mejores planes de prevención, con mejor asistencia sanitaria… Se puede conseguir porque los japoneses lo han hecho y los suecos también.
C.L.G.: No obstante, es un problema que no se le otorgue la suficiente importancia a capacitar al sistema sanitario para hacer frente a todos los riesgos que conlleva el cambio climático. Ya no solo son las olas de calor y de frío, es la aparición de enfermedades producidas por vectores que ya están en el Mediterráneo. Ya hay casos de enfermedades normalmente tropicales transmitidas por mosquitos como malaria, zika, chikunguña, etcétera… de las que ya se están reportando casos cada verano. Todo eso sumado al aumento de mortalidad y morbilidad por contaminación atmosférica, por nuevos alérgenos, por inseguridad alimentaria que también conlleva el aumento de temperaturas, lo mismo que con el tema del agua, provoca que se genere una gran presión sobre los sistemas sanitarios. Y sin ser alarmista, aún nos falta potenciar y, en cierto modo, prepararnos administrativamente para todo esto. Lo que está claro es que no hay marcha atrás y quien piense que esto se puede revertir, que sepa que no. El mecanismo de acción ya está dado y el sistema lleva una inercia que no se puede parar. Por ello, lo que podemos hacer es adaptarnos e intentar no empeorar las cosas. Las acciones deben ir encaminadas en ese sentido.
J.D.J.: Además, lo que no tiene mucho sentido es que, por ejemplo, todos los informes de la ONU o de la OMS acaben diciendo que todavía estamos a tiempo. Ayer leí que António Guterres (secretario general de la ONU) había dicho que todavía estamos a tiempo de revertir el cambio climático. ¡El cambio climático es irreversible! Aunque ahora mismo dejásemos de emitir CO2, las concentraciones no iban a bajar hasta dentro de miles de años, los casquetes polares se iban a seguir derritiendo y la temperatura va a seguir subiendo. Como dice Cristina, podemos conseguir que nos quedemos en un aumento de dos grados o nos vayamos a seis, pero la temperatura va a subir. Eso es impepinable. Y para eso está la mitigación: hay que emitir menos. Y sino emitimos menos, lo que habrá que hacer es adaptarnos porque se ve que cuando uno se adapta las cosas funcionan. El mismo estudio que hemos hecho para las olas de calor se ha hecho para las olas de frío y se ha visto que, si en el calor se bajaba de un 15% de mortalidad a un 2% por grado, en el caso del frío incluso ha subido. No ha bajado la mortalidad. Bien, hay que tener en cuenta que los mecanismos son totalmente diferentes: en el frío hay problemas a nivel de enfermedades víricas, es otro tipo de problema, pero está claro que cuando hay un proceso de adaptación y una concienciación ciudadana las cosas funcionan. Hay plan de prevención contra el calor y, sin embargo, no lo hay contra el frío. ¿Por qué? Pues no se sabe…