Así se vivió en Gijón la proclamación de la Segunda República
Gijón
Las multitudes de la Segunda República en Gijón
«El público llenaba las calles hasta extremos que no pueden expresarse», dicen las crónicas de la época, que calculaban que hasta 15.000 personas se congregaron en la plaza Mayor cuando se izó la bandera republicana en el balcón consistorial
14 Apr 2019. Actualizado a las 05:00 h.
«No es un sueño, pero lo parece. España está dando ante el mundo un admirable ejemplo de ciudadanía: un cambio de régimen sin convulsiones, sin trastornos, sin desbordamientos». Así iniciaba el 15 de abril de 1931 su editorial el periódico republicano gijonés El Noroeste, que se editó entre 1897 y 1936. El sueño era la proclamación de la Segunda República en España, 58 años después de la primera, en una «jornada histórica», la del 14 de abril de 1931, que en Gijón se vivió entre multitudes como jamás se habían visto.
Al menos así lo contaban las crónicas de La Prensa, otro periódico que también se editó en Gijón hasta 1936, que se denominaba independiente y que no estaba ni mucho menos tan cercano al hondo espíritu republicano de El Noroeste. «Cuando avanzaba la mañana y ya iban recibiéndose noticias de Madrid, el público llenaba las calles hasta extremos que no pueden expresarse». La gran noticia que se esperaba de Madrid era una: la proclamación de la República, tras haberse impuesto el frente electoral republicano socialista en las elecciones municipales del domingo 12 de abril de 1931. En Gijón, los resultados habían sido apabullantes: la candidatura republicana conseguía el 71% de los votos emitidos.
Cómo iba a materializarse el traspaso de poderes en un país que un domingo se acostó monárquico y un lunes se despertó republicano generó expectación e incluso inquietud entre los gijoneses, que ya el 13 de abril de madrugada protagonizaron la primera manifestación en la plaza del Carmen, cuando se supo que se pretendían convocar Cortes Constituyentes para dilatar el proceso. Allí era donde tenía su sede el Círculo Republicano de Gijón. De allí, y también de la calle Corrida, salían multitudinarias manifestaciones a mediodía del 14 de abril en dirección a la entonces plaza de la Constitución, hoy la plaza Mayor, para pedir al alcalde saliente que comunicara por telegrama al Gobierno también saliente de Madrid que el pueblo de Gijón quería que se proclamase ya la República.
«La República es inminente. Recomendamos serenidad y calma»
A lo largo de todo el día las idas y las venidas de las multitudes que se concentraron en las calles del centro de la ciudad fueron continuas. Al igual que los vivas a la República. Y siempre expectantes por las pizarras con las que se informaba de lo que acontecía en Madrid. «La República es inminente. Recomendamos serenidad y calma», decía la que se colgó a la una y media de la tarde en la sede del Comité Central Revolucionario. Al poco, en la esquina de la calle Libertad con la concurridísima plaza del Carmen, se escuchan aplausos, ovaciones y vivas cuando se cuelga un rótulo con el retrato del capitán Fermín Galán, héroe republicano que había sido condenado a muerte por liderar la sublevación de Jaca y que había sido ejecutado cuatro meses antes.
«La animación continúa por las calles, siempre con la plaza del Carmen como principal eje de la expansión popular», escriben en La Prensa. Por la tarde, dice también la crónica de El Noroeste, «las noticias llegadas de Madrid aumentaron la efervescencia en las calles; los acontecimientos se precipitaban y era necesario que todo estuviera preparado para que la transformación causase los menores perjuicios posibles». Se suceden las reuniones entre los concejales electos e incluso se inician los trámites para liberar de la cárcel de El Coto a los 24 «presos políticos», uno de ellos militar, que habían sido apresados en diciembre y que pertenecían a la Confederación General del Trabajo.
Se iza la bandera: «Fue un momento grandioso. Indescriptible»
Y «todo se desborda» cuando se proclama la República. Pasadas las cuatro de la tarde, la bandera republicana se iza en el balcón principal de la casa consistorial. «En la plaza del ayuntamiento se había agolpado enorme gentío que daba ¡vivas! y lanzaba significativos gritos. El Comité (revolucionario) creyó era llegado ya el momento de proclamar la República en Gijón y, a tal fin, utilizando la bandera del Partido Republicano Federal, se procedió con gran solemnidad a izarla en el asta del balcón central. Fue un momento grandioso. Indescriptible», recoge El Noroeste.
«Los millares de personas que en aquel lugar se encontraban, se descubrieron, y durante dos minutos el silencio fue absoluto». La solemnidad pudo con los gijoneses. «Luego, se desbordó el entusiasmo y los vivas se multiplicaron. Las personas se abrazaban emocionadas, mientras muchos hombres lanzaban al aire sus gorras en señal de júbilo». Los políticos electos, ya en el consistorio, improvisan los primeros discursos. “Seguid dando pruebas de sensatez y cordura, y demostraremos como hasta ahora hemos hecho, que los del desorden son ellos. Ha caído la monarquía podrida y vosotros, con vuestras papeletas en la elección del domingo, le preparasteis el sudario. Levantad los corazones, y ya dado este paso, con la misma decisión, con la misma serenidad y confianza con que hemos sabido izar esta bendita enseña de una patria que nace, aprestémonos a defenderla, dando por ella incluso la vida”.
Júbilo tras la liberación de 24 presos republicanos
Se repartieron banderitas republicanas entre la gente y también se descolgaron los retratos del rey de diversos salones del ayuntamiento. Sin embargo, aún quedaba pendiente la liberación de los presos de El Coto. A las ocho y media de la noche, «en medio de una gran emoción», se comunica que van a ser puestos en libertad de inmediato y que van a llevarles a la plaza del ayuntamiento. Llegan a las diez de la noche. «Una enorme masa de gente se congrega en la plaza, todo invadido de un compacto público», dice la crónica de La Prensa, que hace notar que hasta los balcones de los edificios estaban llenos de personas.
Cuando llegan, los periodistas presentes califican de «ensordecedores« los vivas a la República, a los jóvenes presos -que habían insistido en que no hubiera violencia alguna para liberarlos y que estaban dispuestos a seguir más días encarcelados si así fuera necesario- y a la Confederación General del Trabajo. «El espectáculo de tan gran manifestación era realmente imponente, cual nunca se presenció en la plaza del ayuntamiento», escriben en La Prensa. «La plaza presentaba un aspecto imponente, agolpándose allí más de 15.000 personas», dice también El Noroeste. Hay que insistir en que todo acontece en 1931.
Desde el balcón del ayuntamiento se lanza este mensaje: «Ya veis como la naciente República cumple sus compromisos. Nuestro primer esfuerzo fue devolver a sus hogares a los seres queridos, a estos perseguidos que perdieron la libertad por defender un ideal sacrosanto. Seguid teniendo confianza en el Comité y, sobre todo, conservad la serenidad, dando un alto ejemplo de civismo. Nada de algaradas inútiles. Retiraos tranquilos a vuestros hogares con la satisfacción de lo realizado en este gran día».
Rondallas durante toda la noche
Y, según La Prensa, el público se disuelve «pacíficamente» y «guardando la serenidad de la que dio muestras durante todo el día» después de que la banda de música toca el himno de Riego y la Marsellesa. No obstante, «durante toda la noche continuó el entusiasmo del pueblo, recorriendo las calles muchos grupos con banderas republicanas y gorros frigios», en rondallas, con vivas continuos y «entusiastas» a la República. E incluso en la plaza del Carmen, que por lo menos entonces pasó a llamarse la plaza del capitán Galán, la Banda de Gijón da un concierto y recorre las calles tocando de nuevo La Marsellesa y la Internacional, «siendo en todas partes acogida su presencia con nutridos aplausos».
El día, en resumen, transcurre entre júbilo y sin que se registrara «ni el más mínimo incidente». Ni siquiera cerraron los comercios. «Mujeres gijonesas de todas las clases sociales lucían escarapelas o banderas con los colores republicanos. Nuestras calles, aun las más distantes del centro de la población, presentaban animado aspecto. La gente menuda las recorría cantando y luciendo la bandera de la República. Y, en medio de tanto alborozo, de tanta libertad, ni el más mínimo incidente desagradable», iniste la crónica de El Noroeste.
Alertando contra la «cavernocracia»: «Son los mismos que sirvieron a la dictadura»
Un periódico, El Noroeste, que no había dudado desde sus páginas, antes de las elecciones municipales del 12 de abril, en animar a sus lectores a plantar cara a la «cavernocracia» con mensajes como el siguiente: «¡Obreros de Moreda y Gijón: estáis siendo coaccionados! Los listeros os preguntan si estáis dispuestos a votar la candidatura cavernícola, apodada vergonzantemente gijonesa. Según vuestra respuesta, los listeros os cruzan con una raya roja o negra en las listas. ¡Contestad todos que sí! Pero mucho cuidado con votar ni uno solo esa candidatura que representa vuestra esclavitud. ¡Votad a las izquierdas, que votando a las izquierdas votáis la libertad de los que están en cárceles por defender vuestros derechos de hombres!»
La historia es cíclica y los discursos también acaban siendo parecidos: «Elector gijonés: fíjate en la candidatura de los cavernícolas. Son los mismos que sirvieron a la dictadura y que ahora quieren sorprenderte con el calificativo de gijonistas, a pesar de no ser gijoneses la tercera parte de ellos». Aquellas elecciones habían estado precedidas por un ambiente caldeado, tanto que este periódico incluso aconsejaba «llevar un buen bastón en la mano por si acaso» el día de las elecciones o que se estuviera vigilante de acudir «a votar en pandillas, o sea, en rebaños conducidos por el amo». Sin embargo, tampoco hubo incidentes.
Sea como fuere, tras aquella jornada «que parecía imposible», el 14 de abril se marcó en el calendario como día de fiesta. Los primeros años con desfiles de las tropas, siempre con banderas republicanas ondeando en los balcones y hasta cerrando sus puertas el comercio local. «Hoy festejamos el primer aniversario de la República que vino sin disparar un tiro, sin causar una víctima. Este festejo de hoy significa más de lo que se cree», diría, en el discurso del primer aniversario de la Segunda República en Gijón, el entonces alcalde Gil Fernández Barcia. Aquel espíritu republicano tiene hoy, en Gijón precisamente, su reflejo en los actos que ha organizado el colectivo de entidades republicanas y memorialistas de la ciudad con motivo del 88 aniversario de la proclamación de la Segunda República. Así, a las 11.30 horas, se celebrará la tradicional ofrenda floral ante la fosa común de El Sucu y, a las 21 horas, la V Cena Republicana de Asturias, en una parrilla de Poniente. Entre medias, a las 19.30 horas, la manifestación por la Tercera República en Oviedo.