Asturias vela porque ninguna niña india esté sin escolarizar
Emigración
La región ejerce como embajada de Fior di loto, una fundación que busca la igualdad de género en el país asiático
14 Jun 2019. Actualizado a las 05:00 h.
«Ayudar a los demás no es algo que te salga de repente, es una vocación, algo con lo que naces. He ayudado a la gente toda la vida y por ello nace Fior di loto», afirma la italiana Mara Sandri, una de las tres fundadoras de esta institución, que pelea en todos los frentes en la India, en la localidad de Pushkar. Desde que todas las niñas puedan disfrutar de una educación hasta que no falte dinero para una operación de corazón para los más desfavorecidos, sin olvidar a los ancianos desamparados que sufren carencias básicas de alimentación y sanidad. Fior di loto gestiona los fondos que generosamente donan los voluntarios y fundadores para aquellas personas que más lo necesitan. En esta búsqueda de justicia social, Asturias juega un papel clave, gracias a la embajadora de esta fundación en la región, Carmen Paja Méndez, que pone en contacto voluntarios de la comunidad con la realidad que vive el país asiático. Una vez en situación, comprenden que aunque las fotos sean muy bonitas, el trabajo en el terreno es muy duro, pero las personas que viajan para conocer la labor de la fundación suelen volver para trabajar como voluntarios.
Creada en 2003, Fior di loto trabaja con dos herramientas distintas: los fondos y los voluntarios. Los primeros provienen de donaciones de particulares que pueden destinarse a distintas causas: apadrinar a una niña (250 euros al año), apadrinar a una viuda o anciano (120 euros al año), ayudas individuales para alimentación (125 euros al año), ayuda familiar para alimentación (300 euros al año) y construir o bien una escuela o un refugio de animales, siendo libre la cantidad que el donante quiera destinar a estos fines. Debido a la necesidad de destinar el mayor número de fondos posibles para ayudas directas a las personas necesitadas, la fundación no cuenta con un terreno propio para llevar a cabo sus proyectos, y se encuentra negociando con el Gobierno indio por la cesión de tierras. «Comprar un terreno es muy caro, y preferimos dedicar ese dinero para necesidades más importantes, como la salud, la educación o la alimentación», explica Sandri.
El otro brazo que articula Fior di loto son los voluntarios. El proceso de captación se produce primero a través de un viaje a las zonas en las que la fundación lleva a cabo sus proyectos, con el fin de que conozcan la realidad de los mismos y la forma de trabajar. Una vez conocen esta realidad, si desean incorporarse para ejercer como voluntarios, se ponen en contacto con la fundación a través de los embajadores para que se integren en la dinámica de las tareas a realizar. Por este motivo, la misión de los emisarios es captar tanto fondos como capital humano para Fior di loto. La embajadora de la entidad en Asturias realiza dos viajes al año con entre cuatro y seis personas para que estas descubran la realidad india y las labores de la fundación en ese país.
El principal objetivo es velar porque todas las niñas indias puedan acceder a la educación. «Es un derecho que tienen, y por ello les ayudamos tanto con el transporte como con la manutención», señala una de las fundadoras. Destaca que los varones en este país van antes a la escuela que las niñas, y buscan que, a través de la incorporación a la enseñanza de todas las jóvenes posibles, conseguir una India mejor. Cimentando su actividad en la educación, que consideran un pilar fundamental, extienden sus esfuerzos también al bienestar de las comunidades de la zona de Pushkar. El acceso al agua es casi imposible en los alrededores de esta localidad, y por ello incluso han ayudado a estas personas mediante la construcción de pozos.
¿Cómo nace esta fundación?
No fue flor de un día, ya que, como afirma Sandri, «ayudar a los demás no es algo que te salga de repente, es una vocación, algo con lo que naces». A pesar de que Fior di loto naciera en 2003, su origen bien puede datar de veinte años antes. Aunque entonces no se creara esta entidad, la experiencia de esta italiana en la India significó un antes y un después a la hora de decidirse a emprender este proyecto. «Viajé a la India en el 83 y la experiencia me marcó. Vi esa realidad y sentí una llamada para ayudar a la gente de este lugar», comenta. Dos décadas después, esa voluntad de ayuda al prójimo se tradujo en una fundación que lleva 16 años de intensa labor en el país asiático, y en la que Asturias juega un papel clave como embajada de esta labor humanitaria.