Carolina Marín: «Ganar o perder es algo secundario»
Cultura
La onubense ha participado en la Fábrica de Armas de La Vega en un encuentro con escolares: «La vida me ha dado la medalla del cariño de todas las personas que hoy estáis aquí y de aquellas que cada día me demuestran su apoyo»
23 Oct 2024. Actualizado a las 14:26 h.
La campeona olímpica de bádminton Carolina Marín, que el viernes recibirá el Premio Princesa de Asturias de los Deportes 2024, ha trasladado este miércoles en un encuentro con escolares que «ganar o perder es algo secundario». Marín ha vinculado este principio con su propia experiencia, puesto que la medalla de oro que obtuvo en Río 2016 está guardada en un «cajón», mientras que la no conseguida en París 2024 a causa de una lesión en semifinales la lleva en «el corazón».
La deportista onubense ha participado en la Fábrica de Armas de La Vega en Oviedo en un encuentro con el alumnado que ha participado en un programa cultural y educativo vinculado a los galardones. Marín, quien ha mantenido con los alumnos una interlocución salpicada de referencias y anécdotas sobre su carrera deportiva, especialmente de sus inicios., ha revelado que descubrió el bádminton cuando una amiga suya le llevó a un polideportivo, donde conoció lo que hoy es su «pasión».
La jugadora, quien ha rememorado cómo a sus 14 años marchó a Madrid, ha afirmado que en sus inicios era «muy mala» y resultaba «impensable que fuera a ser una campeona». La campeona olímpica ha destacado que «cada cosa» que se ha propuesto en la vida la ha «logrado», aunque según ha destacado la campeona olímpica, quien, no obstante, ha admitido que en París no fue así. «Sin embargo la vida me ha dado la medalla del cariño de todas las personas que hoy estáis aquí y de aquellas que cada día me demuestran su apoyo», ha celebrado Marín.
En respuesta a una pregunta formulada por un escolar sobre su carácter competitivo, la jugadora ha revelado que en su etapa inicial le llamaban John McEnroe por emular al tenista estadounidense al romper la raqueta, hasta el punto de que sus padres estuvieron a punto de quitarla del bádminton. Al crecer se dijo: «Carolina, tienes que cambiar, es un gesto muy feo romper la raqueta», además de un gasto que asumían sus progenitores.
«Mi madre está aquí, y estoy segura de que a día de hoy se siente orgullosa de lo que cambiado», ha afirmado Marín, quien tuvo que decidir entre vincularse al deporte en el que ha logrado ser campeona olímpica y tres veces del mundo o continuar con el flamenco, que practicaba hasta entonces.
También ha celebrado lo «bien rodeada» que se siente por su familia y su equipo, que han hecho que en «ningún momento» se haya sentido sola, algo que es «fundamental», sobre todo para afrontar las tres lesiones graves y la pérdida de su padre. Tres entrenadores, dos fisioterapeutas, una psicóloga -para «estar mejor»- y una preparadora física integran el equipo, sin el cual «el puzzle estaría incompleto», ha precisado.
La española ha presentado al bádminton como un deporte «atractivo», el «más rápido de raqueta», que facilita la socialización, del que realmente «no se sabe» cuánta gente lo practica en España porque muchas personas lo juegan aunque no están federadas, informa Efe.